
Querido alcalde:
Voy a ser breve, porque la calle está cerrada, la ruta colapsada y el ciudadano ya me está gritando. Otra vez.
Tenemos que terminar. Esto no está funcionando. Yo pensaba que tenías un plan. Una visión. Una idea básica de cómo funciona el tráfico. Pero cada vez que intento guiar a alguien por tu distrito, termino sintiéndome parte de una cámara oculta.
Me haces quedar como el malo, pero el que bloquea avenidas sin aviso, cambia rutas por capricho y deja huecos como trampas de videojuego… eres tú.
¿Sabías que hay 54 obras activas en Lima ahora mismo? Yo sí. Porque tengo que esquivarlas una por una. Y no porque sean parte de un gran plan de transformación urbana, sino porque se te vino encima el calendario electoral y, de pronto, descubriste que existía el presupuesto. De pronto, todos los municipios quieren pavimentar lo que sea: calles, veredas, reputaciones.

Y claro, 16 de los 43 municipios ya se gastaron más del 80% del presupuesto vial en solo seis meses. Yo no sé mucho de finanzas públicas, pero eso no huele a eficiencia. Huele a apuro. A ese clásico “haz algo, que se note”.
Lo que no sabías, o decidiste ignorar, es que el asfalto no tapa la improvisación. Y cuando todo es un caos, ¿quién carga con el problema? Yo. Waze. La aplicación que usaban para ganar tiempo y ahora solo usan para perder la paciencia.
¿Sabes cuántas veces me han insultado esta semana? Ciento veintisiete. Y eso solo en Miraflores. Y no por error mío, sino porque tú cambias las reglas del juego todos los días. Un día esa calle está abierta. Al siguiente, hay un evento, una obra, un desfile o una excavadora sin explicación.
Y mientras tú planeas tu siguiente corte de cinta, yo recalculo. Y recalculo. Y recalculo.
Así que no. No eres tú. Bueno, sí eres tú.
Aunque… he estado pensando. Quizá no todo está perdido. Quizá todavía haya esperanza si algún alcalde se atreve a usarme bien. No como cartel publicitario, sino como evidencia. No como decorado de campaña, sino como herramienta real de gestión.
Imagina que la gente abra el aplicativo y vea:
- Menos tráfico
- Calles ordenadas
- Zonas seguras
- Desvíos planificados, no improvisados
- Y, por qué no, trayectos más cortos y humanos.
Imagina que alguien se atreva a decir: “No pongas mi cara en un panel. Abre la app y mira lo que hicimos”.
Una campaña sin promesas, sin jingles, sin slogans épicos. Una campaña donde no se habla… se muestra. Donde la credibilidad no se imprime, se transita.
Quizá, solo quizá, eso nos devuelva algo de fe en que la ciudad puede funcionar. Y que yo no estoy roto, solo mal acompañado.
Buena suerte con tu selfie en la excavadora.
Yo me voy con alguien que me respete, me actualice… y no me haga recalcular cada tres cuadras.
Sin más vueltas,
Waze.

CEO de Boost y directora de Women CEO. Una de los 100 líderes con mayor reputación del país, según Merco. Autora de cinco libros de marketing.