
En noviembre de 2020, el Banco Central de Brasil (BCB) lanzó Pix, un sistema de pago digital, en plena pandemia de covid-19. Pix se lanzó como una opción que evitaba el contacto físico en un momento en que esa característica era muy deseada, además de ser instantáneo, gratuito y fácil de usar.
Los usuarios necesitan el DNI del destinatario, su número de teléfono o un código QR para mover dinero. Para 2024, se había convertido en la tecnología de pago más popular de Brasil, desplazando tanto al efectivo como a las tarjetas. El número de transacciones pasó de 9,000 millones en 2021 a 63,000 millones en 2024, con las que se transfirieron 26 billones de reales (US$ 4.5 billones). Ningún país ha adoptado un sistema de este tipo más rápidamente.
El uso generalizado de una plataforma de pago barata y sin fricciones estimuló la competencia en el anquilosado sector bancario brasileño. También fomentó una mayor innovación. Con Pix como base, el BCB está construyendo Drex, una versión digital del real que tiene previsto lanzar tras la serie de pruebas que deben finalizar este año. Entonces, se convertirá en uno de los pocos bancos centrales que han emitido una moneda digital.
Renato Gomes, uno de los ocho directores del BCB, afirma que Pix está desbancando rápidamente a los pagos en efectivo. Los retiros de efectivo en Brasil han descendido casi un 40% con respecto a su máximo. Se espera que Pix supere a las tarjetas de crédito y se convierta en el principal método para realizar compras en línea este año.
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El banco central añade constantemente funciones para facilitar los pagos en una gama cada vez más amplia de situaciones. En febrero, Pix empezó a implantar los pagos sin contacto con teléfonos móviles. A partir de junio, los usuarios podrán utilizar Pix para realizar pagos recurrentes, como los de las facturas de servicios públicos.
Todo esto significa que cada vez fluye más dinero por las cuentas de bancos y comercios. Gomes afirma que la adopción masiva de Pix puede haber impulsado la productividad. Tal vez sea coincidencia, pero el crecimiento del PBI de Brasil ha superado las expectativas por tres años consecutivos.
Pix también ha ayudado a reorganizar los bancos brasileños, que solían estar muy concentrados. En 2018, seis de ellos concentraban el 82% de los activos y el 86 por ciento de los préstamos. Gracias a Pix, ahora pueden competir empresas más pequeñas que no cuentan con recursos para abrir sucursales o mantener cajeros automáticos.
Quizá la más conocida de ellas sea NuBank. En 2019, ese banco digital, que no les cobra a los usuarios por abrir una cuenta, tenía 17 millones de clientes en Brasil. En 2024 superó los 102 millones (con otros 12 millones en México y Colombia), lo que lo convirtió en el mayor banco digital del mundo fuera de China. También ya introdujo préstamos.
Pix es gratuito para los consumidores y barato para los comerciantes, con comisiones del 0.22% en promedio. Las comisiones que los bancos les cobran a los comerciantes por procesar los pagos con tarjeta son unas diez veces mayores. La competencia los obliga a reducirlas para atraer clientes. Muchos comercios les ofrecen descuentos a los compradores que pagan con Pix en vez de con tarjeta o en efectivo.
Los bancos anticuados se han beneficiado un poco, ya que Pix les ha permitido cerrar sucursales costosas e infrautilizadas. Pix requiere que los usuarios tengan una cuenta bancaria, por lo que su adopción significa más clientes a los que podrían venderles préstamos y otros servicios. Pero la mayor parte de este crecimiento ha ido a parar a NuBank y similares.
Pix no fue el primer método de pago instantáneo promovido por un banco central en un país emergente. Ese premio le corresponde a la Interfaz Unificada de Pagos (UPI) de la India, lanzada en 2016. CoDi, la versión mexicana de Pix, arrancó en 2019.
Sin embargo, la adopción de Pix ha sido mucho más rápida que la de UPI o CoDi. Otros países están siguiendo el ejemplo de Brasil. En febrero, Colombia introdujo un sistema de pago instantáneo, desarrollado en colaboración con una de las empresas de tecnología financiera que trabajaron en Pix.
Pero, a diferencia de la India, donde UPI está dirigido por un organismo del sector, Pix está gestionado íntegramente por el BCB. Aunque consultó a instituciones financieras durante la etapa de desarrollo, el BCB dirige en solitario la infraestructura de Pix y controla la base de datos encriptada que almacena todas las transacciones. Prácticamente todos los grandes bancos de Brasil se vieron obligados a empezar a utilizar Pix cuando se lanzó.
Esta concentración de poder en un banco central es inusual y ha suscitado críticas. “Ahora vivimos en una democracia, pero imagínate si esto existiera en una autocracia y toda tu información estuviera a disposición del gobierno”, comentó el director de una destacada empresa de tecnología financiera.
Cree que los ciudadanos de los países más ricos se opondrían a que el gobierno tuviera el nivel de acceso que tiene Pix a todas las transacciones financieras. Además, si el sistema fuera víctima de un ataque cibernético o se averiara, las consecuencias serían mayores que si fuera atacado un solo banco.
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A los brasileños parece no importarles. Pix se está globalizando, y los procesadores de pagos de toda América Latina están empezando a aceptarlo. El banco central de Brasil sostiene conversaciones con los países que acogen a un gran número de inmigrantes brasileños para lograr que permitan el envío de remesas a través de Pix. Esto podría afectar a las empresas de transferencia de dinero que cobran comisiones elevadas.
La difusión de Pix también le ha facilitado al BCB preparar el lanzamiento de su real digital, Drex. Para ello se necesita un registro de usuarios y un registro centralizado de las transacciones financieras. Pix proporciona ambos elementos, ya que cada usuario debe tener un número de identificación fiscal registrado con su cuenta bancaria conectada. El BCB está probando Drex en ventas al por mayor con empresas como Santander, Visa, Mastercard y Google.
El mayor inconveniente para el gobierno es que, dada la popularidad de Pix, cualquier mala noticia relacionada con la plataforma causa problemas. En enero, la administración de impuestos federales de Brasil anunció que les exigiría a todas las empresas que utilizan Pix para gestionar transacciones que revelen aquellas cuyo valor supere los 5,000 reales.
Los grupos de derecha tergiversaron este anuncio para afirmar con falsedad que la administración izquierdista del presidente Luiz Inácio Lula da Silva iba a gravar las transferencias de Pix. El revuelo consecuente fue tan intenso que los índices de aprobación de Lula cayeron hasta su punto más bajo, y el gobierno revocó la medida. Es un pequeño precio a pagar por estas maravillas digitales.