
Hay pocos símbolos más potentes del capitalismo estadounidense que Walmart, con sus interminables pasillos agitados por el peso de hasta 150,000 productos diferentes, desde aguacates frescos (paltas) hasta lujosas ollas arroceras Zojirushi. Del mismo modo, hay pocos emblemas más visibles de los lazos que unen las economías de Estados Unidos y México que esos supercentros que abastecen a los compradores al sur del río Bravo.
Lo mismo puede decirse de la empresa que gestiona estas maravillas capitalistas, junto con las Bodegas Aurrerá de barrio y los grandes almacenes solo para socios de Sam’s Club, en los 32 estados mexicanos (y en Centroamérica). Walmart de México, o Walmex, es propiedad mayoritaria de Walmart, pero cotiza en la bolsa mexicana. Es la empresa pública más valiosa del país, con un valor aproximado de US$ 45,000 millones, y la mayor empleadora del sector privado, con una plantilla de 200,000 trabajadores. Al igual que su matriz en Bentonville, Arkansas, se prepara para una transformación trumpiana del comercio norteamericano. Puede que por fin esté mejor situada para resistir el trastorno.
El año pasado fue duro para Walmex. Junto con otras empresas mexicanas, tuvo que hacer frente a una inflación persistente, tipos de interés cercanos a máximos históricos y un salario mínimo creciente. En junio, una populista de izquierda, Claudia Sheinbaum, ganó la presidencia y su partido Morena consolidó el control del Congreso, lo que le permitió seguir adelante con sus planes de castrar a los tribunales.
Cinco meses después, Donald Trump, el “hombre de los aranceles”, volvió al poder en Estados Unidos, amenazando con lanzar granadas contra el sistema de comercio mundial basado en normas y, tal vez, misiles reales contra los cárteles de la droga en suelo mexicano. Los inversores se deshicieron del peso y huyeron de la bolsa mexicana, cuyo principal índice se desplomó un 14% en 2024.
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Además de estos problemas panmexicanos, Walmex tuvo que sortear una serie de problemas específicos de la empresa. A diferencia de los Walmart estadounidenses, sus puntos de venta son relativamente de gama alta. Esto los hace más vulnerables al deseo de ahorrar de los mexicanos, que aún compran un tercio de sus alimentos en tienditas y mercados informales.
En la calle ha tenido que hacer frente a la competencia de rivales de rápido crecimiento como Tiendas 3B, una cadena de descuento similar a Aldi que salió a bolsa hace un año. En internet, se ha visto superada por mercados electrónicos como MercadoLibre. Las ventas y el beneficio operativo crecieron más lentamente que en años anteriores. Los márgenes se estrecharon. Por si fuera poco, el regulador mexicano de la competencia le pisaba los talones por su presunto abuso de poder de mercado en sus relaciones con los proveedores.
A finales de noviembre, el valor de mercado de Walmex languidecía en 900,000 millones de pesos, por debajo de los 1.3 billones de pesos de enero de ese año. En dólares, se había desplomado un 40%, de 73,000 a 44,000 millones de dólares. Incluso en el difícil mercado de valores mexicano, la empresa parecía ser decepcionante. Al lado de su matriz en el norte, cuya capitalización bursátil saltó de US$ 450,000 millones a 740,000 millones gracias al alegre crecimiento del PBI estadounidense y a la promesa de Trump de que seguiría creciendo, parecía el vástago menos aventajado.
Como la más débil de las dos empresas en la más débil de las dos economías, se podría esperar que Walmex sufriera más que Walmart ahora que el “hombre de los aranceles” está cumpliendo con sus amenazas fiscales. El 4 de marzo, Trump impuso gravámenes del 25% a las importaciones procedentes de México y Canadá, supuestamente porque permitían la entrada de fentanilo en Estados Unidos.
Dos días después suspendió la mayoría de ellos, pero es posible que vuelva a cambiar de opinión el mes que viene. Incluso antes del último cambio de opinión, el banco central de México redujo a la mitad su previsión de crecimiento del PBI mexicano este año, hasta el 0.6%, dada toda la incertidumbre. Esto es malo para el gasto de los consumidores y, por tanto, para los resultados de Walmex.
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Sin embargo, en varios aspectos Walmex parece menos expuesta a las políticas de Trump que Walmart. En términos de valor, apenas el 17% de lo que Walmex vende en México procede del extranjero. La cuota equivalente de Walmart en Estados Unidos es el doble.
En 2022, Walmart importó casi 1 millón de contenedores estándar de 6 metros, más que cualquier otra empresa estadounidense, según el Journal of Commerce, una publicación comercial. No se indica de dónde proceden estas cajas. Pero cabe suponer que muchas de ellas proceden de México (todos esos aguacates y otros productos frescos) y de China (algunas de esas ollas arroceras Zojirushi), un país igualmente afectado por los aranceles, así como de Canadá (país al que Trump desprecia especialmente).
Afortunadamente para Walmex, cualquier arancel de represalia que Sheinbaum pudiera imponer estaría probablemente dirigido a minimizar el daño a la tambaleante economía mexicana. Esto apunta a otra fuente de tranquilidad para la empresa, y para las empresas mexicanas en su conjunto: la propia presidenta.
¿QUIÉN ES LA PIÑATA?
Sí, se aferra a algunas costosas promesas populistas, como el aumento del salario mínimo en un 10% anual aproximadamente. Aun así, los empresarios mexicanos afirman que se ha mostrado más receptiva a sus preocupaciones de lo que esperaban de una protegida de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, que odia a las empresas.
Si no fuera por el vandalismo económico de Trump, podría haberse mostrado menos inclinada a suavizar su actitud hacia el sector privado, dicen. En una señal de que la indulgencia podría estar extendiéndose, en diciembre la policía de competencia de México concluyó la investigación sobre Walmex con un tirón de orejas de US$ 5 millones.
Al mismo tiempo, la campaña de Trump contra el fentanilo está obligando a Sheinbaum a tomar por fin medidas enérgicas contra el crimen organizado, un eterno enemigo de las empresas. A finales de febrero, México extraditó a Estados Unidos a 29 presuntos capos. Como resume un ejecutivo mexicano, con un gobierno dominado por Morena, “el único control y equilibrio viene de Trump”.
Eso no quiere decir que todo esté bien. La cotización de Walmex se ha estancado desde que Trump anunció los aranceles a México a finales de enero. Pero las cosas podrían ir mucho peor. Basta con preguntar a los inversores de Walmart, cuyas acciones han perdido el 11% de su valor.
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