
Sesenta afortunados estudiantes tuvieron la oportunidad de formarse como periodistas el año pasado en African Initiative, una nueva agencia de prensa de Bamako, la capital de Mali. Los alumnos recibieron clases de periodismo en línea y presenciales, con la promesa de que tres de ellos serían contratados a tiempo completo en la agencia. La trampa, según informó Forbidden Stories, una red de periodistas de investigación, era que la inteligencia rusa dirige African Initiative.
Muchos países occidentales están reduciendo sus iniciativas para las emisiones internacionales. En marzo, el presidente Donald Trump le retiró el financiamiento a Voice for America y a sus cadenas hermanas, y desmanteló la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), que financiaba a miles de periodistas en todo el mundo. Los presupuestos de las emisoras públicas se han recortado en todas partes, desde Australia hasta Canadá y Francia.
Se está librando una batalla de ideas. Mientras los países occidentales se callan, otros hablan. China y Rusia están invirtiendo cientos de millones o posiblemente miles de millones en desinformación, según declaró el 14 de mayo Tim Davie, director general de la BBC. “Por primera vez en mi vida, el futuro de nuestra sociedad cohesionada y democrática parece estar en peligro”, declaró en un discurso. Pidió más fondos para duplicar el alcance del Servicio Mundial de la BBC.
Hace dieciocho meses, RT, la cadena de noticias rusa controlada por el Estado, lanzó una audaz campaña publicitaria en países como México, India, Serbia y Túnez. “¿Por qué el Reino Unido no devuelve el diamante Koh-i-Noor?”, preguntaba un anuncio de RT en la portada del Times of India.
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El año pasado inauguró la Academia RT, que forma a periodistas en África, el Sudeste Asiático y China. Sputnik, otra organización estatal rusa de noticias, lanzó hace poco un servicio para África. Según Emanuele Ottolenghi, de la Fundación para la Defensa de las Democracias, un grupo de reflexión estadounidense, RT y Sputnik se han expandido por América Latina, donde comparten productores, cámaras y oficinas con la venezolana Telesur y la iraní HispanTV.
Los países más pequeños también están distribuyendo noticias por todo el mundo. La cadena de noticias estatal turca TRT lanzó un servicio para África en 2023, y en marzo abrió una sucursal en lengua somalí. Contrató a personas que trabajaron en la BBC, según un ex reportero de la BBC. Además de promover las buenas acciones de Turquía en África, donde invierte en infraestructura y exporta armas, la TRT se deleita burlándose de las antiguas potencias coloniales.
La mayor inversión en operaciones periodísticas en el extranjero parece haberla realizado China. Xinhua, una agencia de noticias estatal, incrementó sus oficinas en África de un “puñado” hace dos décadas a 37 el año pasado, según el Centro Africano de Estudios Estratégicos (ACSS, por su sigla en inglés), un grupo de reflexión del departamento de Defensa estadounidense.
Al igual que Rusia, también ofrece formación y becas a periodistas: el Centro de Prensa China-África envía a reporteros africanos a medios de comunicación chinos en misiones de diez meses para que absorban su cultura periodística. StarTimes, una empresa china, es ahora el segundo servicio de televisión digital de África.
Las noticias chinas son especialmente fuertes en las redes sociales. Mientras los congresistas estadounidenses se preocupan por TikTok, China, al parecer, recurre a Facebook, una red social estadounidense, para difundir su mensaje internacionalmente.
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La organización de noticias más seguida en Facebook no es la CNN ni The New York Times, sino CGTN, la cadena de televisión estatal china, que con 125 millones de seguidores sobrepasa por poco a Shakira, una estrella del pop. A pesar de que Facebook está prohibido en la propia China, las cinco organizaciones de noticias más seguidas en Facebook son todas chinas y difunden noticias en inglés.
Las organizaciones chinas parecen haber comprado gran parte de su alcance utilizando la publicidad de Facebook. Ninguna de ellas es tan popular en otras redes sociales (por ejemplo, en YouTube, los cuatro principales canales de noticias son indios; en TikTok, la cuenta de noticias más seguida es el Daily Mail británico, seguido de Al Arabiya saudí).
La Biblioteca de anuncios de Facebook revela una operación sofisticada, en la que los medios chinos prueban varios anuncios antes de invertir dinero en los más eficaces. Algunos anuncios son inofensivos, y muestran lugares turísticos chinos. Otros tienen una carga política: el año pasado, Xinhua pagó a Facebook para impulsar una noticia que insinuaba que los pescadores filipinos en aguas disputadas eran espías; para ello, usó la etiqueta #fishyfishermen.
¿Este tipo de promoción sirve de mucho? Un estudio publicado en la Harvard Misinformation Review examinó casi 1,000 anuncios de Facebook comprados por medios estatales chinos entre 2018 y 2020, que fueron vistos 655 millones de veces, principalmente fuera del mundo rico.
Los autores, Arjun Tambe y Toni Friedman, descubrieron que cuando un país veía más de estos anuncios, sus medios de comunicación producían una cobertura más positiva de China, por ejemplo, calificando de “disturbios” las protestas prodemocráticas en Hong Kong. Con la exposición a más anuncios se producía una mayor cobertura a favor de China de temas como el covid-19 y la economía de ese país.
Además de distribuir noticias con su propia marca, los países están llegando a acuerdos para insertar sus historias en cabeceras locales, que a menudo agradecen contenidos baratos. Xinhua tiene un acuerdo con Nation Media Group, de Kenia, que le da acceso a las ocho emisoras de radio y televisión de esa empresa, a 28 millones de seguidores en las redes sociales y a 90,000 lectores de periódicos diarios en cuatro países africanos, según la ACSS. Al parecer, RT tiene contratos con más de 30 cadenas de televisión africanas para emitir sus contenidos.
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A Rusia le interesa especialmente este tipo de “lavado narrativo”, en palabras de Victor Ilie, de Snoop, un sitio de noticias de Rumania. A medida que el público desconfía de medios como Sputnik, Rusia coopta cada vez más a medios que puedan resultar influyentes.
Las elecciones presidenciales de Rumania se anularon en diciembre después de que sus agencias de seguridad afirmaron que descubrieron una operación de influencia dirigida por Rusia en TikTok; en la repetición de las elecciones este mes, otro candidato prorruso quedó en primer lugar.
Los países occidentales siguen teniendo megáfonos ruidosos. En YouTube, el canal en hindi de la BBC tiene más seguidores que el inglés; en Facebook, su página en birmano tiene más seguidores que Fox News. Y a pesar de la escasez de recursos, los periodistas independientes de las regiones en disputa siguen adelante.
Ziarul de Garda, un medio moldavo, ha perdido el 40% de su presupuesto salarial desde que Estados Unidos dejó de financiar a los donantes. Sin embargo, su jefa, Alina Radu, está decidida: “Tenemos una norma en nuestra redacción. Rusia nunca se relaja respecto a Moldavia. Así que nosotros tampoco debemos relajarnos nunca”.