(G de Gestión) Hace no tanto, disfrutar de una película en casa era una aventura logística: un viaje al videoclub —que rara vez estaba cerca— para alquilar una cinta y luego otra expedición para devolverla a tiempo. Ver una serie favorita implicaba someterse a la dictadura del horario de transmisión fijado por el canal. Y palabras como “maratonear” o “suscripción” sonaban muy lejanas.
Pero ahora el streaming es el rey. No solo cambió el juego: lo reinventó. Según el McKinsey Global Institute, en el 2017 unos 320 millones de hogares en el mundo se sumaron a esta revolución de contenidos bajo demanda. Para el 2022 la cifra se disparó a 670 millones, y se proyecta que en el 2040 supere los 1,000 millones. “Streaming” significa libertad: consumir lo que nos provoque, donde queramos y en el dispositivo que prefiramos a un clic de distancia.
La exclusividad
Las entrevistas de figuras como Donald Trump en YouTube, o los eventos deportivos y culturales, ahora encuentran en el streaming su principal escenario, dejando casi de lado a la televisión. Desde partidos de fútbol hasta entregas de premios, las empresas están invirtiendo agresivamente para obtener derechos exclusivos y atraer a una audiencia cada vez más digital.
Con lo anterior, la industria del streaming también se ha convertido en una oportunidad para los grandes inversionistas. Y es que, ante el declive inexorable de la TV —antiguo socio de las ligas deportivas—, ahora los servicios de streaming pagan primas crecientes para acceder a los derechos deportivos. El último reporte “Perspectivas de inversión global para el año 2025″ de J. P. Morgan menciona que la National Football League (NFL) está flexibilizando sus reglas de inversión para permitir más capital institucional. Y también prevé un auge de producciones e-sport, que agrupa streaming y competencias en línea.
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Quién es quién
“La tendencia es clara: el streaming se consolida como la gran plataforma para narrar historias”, asegura César Loli Chau, docente de la carrera de Comunicación de la Universidad de Lima y experto en audiovisuales.
Aunque unificada a causa de la “guerra” por ganar audiencia, esta industria se descompone en cinco tipos de empresas. En el primer grupo están los pioneros: compañías como Netflix (que en el 2023 capturó el 27% de los ingresos globales por suscripciones), que transformaron la manera en que consumimos contenido. Su modelo de negocio se centra exclusivamente en la creación y distribución. El segundo conjunto lo lideran los estudios tradicionales de entretenimiento, como Disney y Warner Bros., que, aunque sus mayores ingresos provienen de la televisión paga, han ampliado sus horizontes al entrar con fuerza al streaming. Su capacidad para reutilizar bibliotecas de material y capitalizar marcas establecidas, como Marvel y DC, les da un margen competitivo.
En el tercer segmento se hallan las grandes tecnológicas, que ven el streaming como un complemento estratégico para reforzar sus ecosistemas. Ejemplo de ello son Amazon, que vincula Prime Video a su servicio de compras, y Apple, que integra Apple TV+ dentro de su suite de productos y servicios. Las plataformas de intercambio de videos, como YouTube, forman la cuarta agrupación. Ofrecen desde producciones cortas hasta largometrajes, con ingresos provenientes de suscripciones y anuncios. Este modelo híbrido les permite llegar a una audiencia masiva.
Finalmente, están los fabricantes de hardware y agregadores de contenido, como Samsung y Roku, quienes construyen dispositivos de streaming o televisores inteligentes, y son un puente entre los usuarios y los múltiples proveedores de productos.
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Plataforma atractiva
Las cifras son claras: los ingresos globales del streaming alcanzaron los US$ 160,000 millones en el 2022, pero podrían dispararse a US$ 510,000 millones en el 2040 en un escenario conservador, o incluso llegar al billón de dólares, de acuerdo con las proyecciones de McKinsey. Este crecimiento también apunta a un aumento en el gasto promedio de los hogares en suscripciones y transacciones digitales.
“Este cambio en el consumo del entretenimiento visual no es reciente, ya venía gestándose desde años atrás. La aparición del streaming trajo inmediatez y accesibilidad; ya no dependemos de un programador o de un televisor”, agrega Loli Chau.
Así, este mercado seguirá expandiéndose. Los avances tecnológicos, las inversiones crecientes y la incorporación de más publicidad en estos espacios han impulsado su auge. Con más suscripciones, transacciones y modelos de pago por visualización, el streaming se ha convertido en el nuevo epicentro del entretenimiento mundial.
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