
De camino hacia el nuevo terminal de pasajeros del aeropuerto más importante del Perú, los rótulos de ‘Bienvenidos’ y ‘See you soon’ son el ‘call to action’ de un marketing favorable para el país. Mover el flujo turístico es la misión; acostumbrar a los pasajeros a transitar una infraestructura tres veces más grande que la anterior, el desafío.

Los dos puentes modulares que cruzan el río Rímac y conectan con la avenida Morales Duárez, en el Callao, son la primera novedad. En el amplio tramo cabe un mix de gigantografías: un falso follaje se entremezcla con los departamentos del país, pero no con la mirada de quienes conocen lo que hay detrás de las lonas: tierra sin vegetación.
Diario Gestión asumió el rol de un pasajero y llegó hasta el nuevo “hub aéreo de la región”, un título protagonista en la placa inaugural. El objetivo: ser espectador de la salida del primer vuelo internacional (hacia Atlanta, Estados Unidos) y abordar un avión hacia Arequipa, uno de los primeros vuelos nacionales tras la inauguración, ambos operados por Latam Airlines.
Si bien la emoción imperó, se cuelan en el panorama los problemas que se vivieron el 01 de junio y que continuaron incluso el lunes 2.
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El vistazo inicial
A la derecha, cajeros automáticos. Al frente, una pantalla exhibe el arte republicano —también precolombino y colonial— del Perú y encabeza la primera fila de counters. A la izquierda, la zona de embalaje de maletas es una escala opcional.
Después de unos minutos de caminata, la seriedad del puesto de Equipaje Sobredimensionado y del de Aduanas se equilibra con los primeros markets coloridos de este nivel. Aparecen, entre más counters, los puntos gastronómicos cuyo olor motiva a girar la cara y curiosear: una papa rellena cuesta S/35; un ceviche, S/50; un arroz con pollo; S/52; y un lomo saltado, S/65.

Gestión se detiene en la oficina de identificación para validar su participación como espectador —solo espectador— del primer vuelo internacional que se registra en esta infraestructura. Con el pase, se suma a la fila aún breve en el control de pasaporte, avanza rápidamente e ingresa al embarque internacional.
Entre aplausos, los viajeros, muchos de ellos extranjeros, expresan mediante un español aprendido las gracias. A la 1:00 p. m., operado por Latam Airlines, despega el avión rumbo a Atlanta.
Para nuestro vuelo nacional, este diario recorrió el área de comercio. Ilaria, Guess, Majorica y Tous son algunos de los nombres que se iluminan con el paso.
Con la posibilidad de usar el Signature y Premium Check-in de Latam, una suerte de counter “VIP” de la aerolínea para sus pasajeros, Gestión continuó el camino. Pero, una vez traspasada la puerta, la situación cambia.
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¿Multitud, demora o lejanía?
La experiencia en la zona internacional desentona con la nacional. Aquí predomina la demora.
El avión con destino a Arequipa, a cargo de Latam Airlines, está programado para las 2:55 p. m. De acuerdo con la tarjeta de embarque, las 2:00 p. m. es la hora más oportuna para estar cerca de la puerta de despegue, así que Gestión se ubica en la cola de acceso a la 1:25 p. m. Pero entre la multitud se reduce el frío limeño y aumenta la preocupación con respecto al horario.
La molestia se materializa en las conversaciones ocasionales entre viajeros. “Hay demasiada gente”, se quejan.
Luego de 45 minutos de espera, los corresponsales de este diario al fin cruzan el escáner corporal, una adquisición que, aunque evita separar los aparatos tecnológicos de las otras pertenencias para contribuir con un flujo amable, aún falla en eficiencia.
Rocío Espinoza, gerente de Comunicaciones de Lima Airport Partners (LAP), ya ha reconocido ante la prensa que el proceso se ajustará con los días.
“[Con respecto a] los nuevos tomógrafos, si bien la tecnología nos ayuda, todavía el ojo de nuestros inspectores está adecuándose a, justamente, la máquina. Esto es algo que pasa en todo inicio hasta que la cosa se estabilice y los operadores puedan acelerar más el proceso de revisión. [...] Más allá del tamaño de la fila, lo importante es que la fila avance”, señaló ante RPP.
Y, cuando avanza, la siguiente tarea es buscar —en el caso de Gestión— la entrada B4. ¿La sorpresa? La distribución la marca como una de las más lejanas. Y la separación se acentúa porque la escalera que facilitaría un atajo aún no funciona. ¿Cuál es la opción? Correr y correr.
Camarógrafo y redactora atraviesan el pasadizo con celeridad. Miran pasar la numeración de la C; luego la B, pero la B 11... Bajan una escalera al término del pasillo. El sudor se vuelve parte del equipaje de mano hasta que, a las 2:40, logran llegar al objetivo.
El público, lejos de lo que ambos periodistas pensaban, aún se encuentra en la hilera a punto de abordar. Parecía que la ‘tardanza’ era un síntoma común, igual que el susto.
Bajo una respiración algo más calmada gracias al descanso que permite el montar un bus hasta el avión, ambos se ubican en sus asientos.
La tripulación de cabina resalta la fecha: 1 de junio del 2025, día en el que despega otro episodio en la historia aeroportuaria del Perú. Los pasajeros aplauden.

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Otro factor de tardanza: el combustible
Para otros viajeros la demora no terminó una vez superado el mecanismo de revisión y seguridad: continuó incluso dentro del avión. Los reportes acerca de la tardanza en el despegue se hicieron masivos.
La aclaración llegó por parte de LAP. “Lo que ha pasado no es un desabastecimiento de combustible, combustible hay, lo que no hay, y sí es verdad, es la correcta distribución“, dijo Espinoza ante RPP.
“Tenemos una reunión con la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) para que permita que cierto tipo de transporte pueda acercar el combustible a las aeronaves. Son temas que se van presentando también en una operación real y que queremos solucionar lo más pronto”, agregó.
Mediante un comunicado, se informó que se dieron reuniones entre representantes de LAP, la DGAC, las aerolíneas y otras entidades del sector, para abordar este tema.
Al respecto, la Asociación de Empresas de Transporte Aéreo Internacional (AETAI) ha compartido ante la opinión pública la necesidad de trabajar en la agilidad de los procesos migratorios y en los controles de seguridad. Asimismo, remarcó la alerta ante el contratiempo del combustible.
“Este servicio, que debería ser suministrado de forma eficiente y dinámica, se ha visto sobrepasado ante la simultaneidad de las operaciones en la nueva terminal, lo que ha ocasionado retrasos de hasta tres horas de varios vuelos, y cancelaciones”, se puede leer en la misi.
“Las aerolíneas hacen un llamado al administrador aeroportuario (LAP) para tomar medidas urgentes que permitan optimizar los procesos operativos y garantizar que la nueva terminal cumpla con los estándares de calidad que los pasajeros merecen”, se complementa.
Carlos Gutiérrez, gerente general de AETAI, reforzó la premisa a Gestión: “Con la simultaneidad de vuelos ha saltado esta falencia. Eso no se había visto antes, porque, por una parte, nunca tuvimos pruebas integrales a profundidad, [...] con ese volumen de pasajeros. [...] Exactamente qué es lo que tienen que hacer, cómo o cuándo se tiene que implementar [el Jorge Chávez], eso no lo tenemos ahora, pero es evidente que esta situación debió haber sido prevista”.

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La salida del Jorge Chávez
La llegada a Arequipa ocurrió con normalidad. El retorno a la capital, en cambio, tuvo el sello de algunos caminos nuevos: confusiones ante una señalización aún por aprender.
Luego de salir de la manga de abordaje, Gestión consultó la ruta hacia el estacionamiento. Dos veces, la dirección fue errónea. Se trata de un aprendizaje plural: tanto los trabajadores del Jorge Chávez como los viajeros se adecúan a la moderna asignación de espacios.
Identificada la salida, los periodistas se detuvieron a explorar unos minutos y encontraron el tablón que Lima Airport colocó cerca del patio de comidas para que los visitantes dejen en él un mensaje.
“Todos los caminos conducen al Perú”, “Por más retos cumplidos”, “La estructura que soporta al futuro”, “El inicio de una nueva era”, “El pueblo lo hizo”, “Arriba siempre arriba” y “Despega libre” son algunas muestras de satisfacción.
La sensación de experimentar una infraestructura revolucionaria, emblemática pese a las adaptaciones emergentes, dura hasta que la congestión vehicular aparece. Afuera de la megaobra todavía amenaza el megatráfico.
¿Un segundo día igual en el Jorge Chávez?
En su segundo día de operaciones, decenas de pasajeros reportaron cancelaciones y demoras en vuelos nacionales. Uno de los primeros casos fue el vuelo 2258 con destino a Cajamarca, programado para las 7:00 a. m. Los pasajeros permanecieron dentro del avión por más de cuatro horas antes de ser informados de la cancelación. Situaciones similares se repitieron a lo largo del día.
Respecto al abastecimiento de combustible en el nuevo terminal del Jorge Chávez, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) emitió un comunicado. “El contrato de concesión del aeropuerto establece que LAP es responsable de las operaciones aeroportuarias, las cuales deben desarrollarse cumpliendo los requisitos técnicos mínimos”, refirió.
Agregó: “El MTC a través de la Dirección General de Aeronáutica Civil ha remitido el oficio DCA -1068 del 02.06.2025 al Ositrán, solicitando se evalúe de manera inmediata, el cumplimiento de los requisitos técnicos mínimos vinculados al sistema de suministro de combustible”.
Por su lado, el Indecopi detectó deficiencias que están afectando a los pasajeros. Una de estas es el tema del combustible y la demora en la salida de vuelos, pero también señaló constantes cambios de puerta de embarque, problemas en el funcionamiento de las fajas de equipajes y aglomeración en puertas de control de seguridad.
“Indecopi exhorta a LAP y a las entidades competentes a que tomen acciones inmediatas”, apuntó.
Por ahora, queda esperar las soluciones de parte de los actores del sector para poder llevar con firmeza el título de “hub regional”.


Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.