
En el último verano, Dante León se subió a un jeep Compass del 2012 y recorrió casi nueve horas, de Lambayeque a Lima, sin una gota de gasolina. Meses antes, junto a un equipo de matemáticos, científicos y biólogos, había logrado adaptar el vehículo para que funcionara con “agua” o hidrógeno verde: un combustible que se generaba en tiempo real gracias al sistema desarrollado por la startup que fundó junto a socios, Jadish.
Esta startup peruana se creó oficialmente en 2024, pero su equipo ya venía armando prototipos de energía limpia hace mas de cinco años incluso hasta 10 años en la industria de biocombustibles. Entre decenas de pruebas y error, descubrieron que podían disociar de manera eficiente -es decir, con poca energía- los átomos de la molécula del agua para aplicarlo en dos usos: vehicular y en grupos electrógenos.

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La prueba de hidrógeno en un Jeep
“Lo que nosotros tenemos es un disociador instalado en el vehículo convencional gasolinero que se convirtió a hidrógeno verde, tal como se convierte un auto a gas natural”, explica León a G de Gestión. El 95% de los componentes que integran el sistema fue producido en Perú, mientras el otro 5% (la parte electrónica) se importó de China.
El hallazgo central de Jadish es la disociación eficiente de los átomos del agua, capaz de separar hidrógeno y oxígeno con un mínimo de electricidad, la misma que puede suministrar la batería de un vehículo convencional que cuenta con 12 voltios y 10 amperios. Esto, -explica León- es lo que los diferencia de la industria actual de la electrolisis, que usualmente requieren ingentes cantidades de energía e inversiones millonarias en paneles solares o parques eólicos para separar los átomos.
Para quienes no somos expertos en el campo, León lo traduce así: “En lugar de contratar gigantes [grandes extensiones de paneles o molinos] para separar a los dos ‘hermanos’ que son el hidrógeno y el oxígeno, nosotros les hacemos cosquillas. Y con poca energía logramos que se separen”, resume.
El sistema tiene tres componentes principales: un reactor que produce el hidrógeno, un módulo electrónico que regula presión y almacenamiento, y un conversor que permite que el motor —originalmente a gasolina— funcione como si usara gas natural. Este mismo principio ya se aplica a grupos electrógenos y, en un futuro cercano, podría alimentar motocicletas y flotas enteras.
Esta tecnología, bautizada como Yaku Evolution, ya está registrada ante el Indecopi en Perú y en proceso de ser patentada también en Estados Unidos y Europa. El próximo paso -adelanta el ejecutivo- es hacer el trámite en Asia.
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¿Competirá con el resto de marcas de autos?
Dante León descarta que la startup busque fabricar vehículos. “El objetivo es la venta o alquiler de la patente y la transferencia del know how a quienes cuenten con la infraestructura necesaria”, explica. En ese camino, piensa en las principales marcas automotrices del mundo —desde japonesas y europeas, como Volvo, hasta chinas— que hoy están en la carrera por energías limpias y a las que podría presentar su propuesta.
En cuanto a costos, señala que, de masificarse la tecnología, la instalación del sistema en un vehículo para convertirlo a hidrógeno verde podría bordear los US$1,000. En el caso del Jeep que adaptó su equipo, el monto alcanzó unos US$5,000 al tratarse de un prototipo único. Incluso así, resultaría más económico que un sistema de GNV de quinta o sexta generación, cuyo costo ronda los US$1,400.
De acuerdo con el CEO de Jadish, los vehículos que funcionan de fábrica o han sido convertidos a GNV y cuentan con un balón de gas podrían operar también con hidrógeno producido localmente. La tecnología de la startup no se instalaría directamente en esos autos, pero sí permitiría implementar surtidores de hidrógeno en las ciudades, de modo que estos vehículos, en lugar de cargar GNV, se abastezcan de hidrógeno.
Y es que las ventajas son interesantes: el hidrógeno es hasta tres veces más potente que el GNV debido a su mayor poder calorífico, lo que permite recorrer la misma distancia consumiendo menos. El jeep convertido, por ejemplo, rinde 200 kilómetros por cada galón de agua frente a los 30 kilómetros que ofrecía con combustible fósil. Además, al combustionar, el hidrógeno se convierte en vapor de agua, sin emisiones de CO₂, y con un rendimiento hasta siete veces superior al de la gasolina.
Ronda de inversión: su primer millón

Desde hace un mes, Jadish está participando de una ronda de inversión pública para levantar su primer US$ 1 millón, con el objetivo de asegurar financiamiento para los próximos 18 meses. Estos fondos se destinarán a la planta en Lima, laboratorio, vehículos, grupos electrógenos, certificaciones —“ya que en Perú no existe una entidad que pueda certificar nuestro equipo”, dice—, así como al registro de patentes.
Solo en los últimos siete meses, la startup peruana ha recibido capital de inversionistas ángeles, además de recibir un premio de US$ 3,000 de Energízate, y ganar el primer lugar en el concurso de NTT Data que los premió con US$ 10,000 (y ahora participarán en la gran final, cuyo premio asciende a US$ 100,000). También ha sido reconocida por Cofide Lambayeque.
“Nuestro plan es instalar el taller en Lima y, a mediano plazo, una planta cerca a un puerto —Chancay o Callao— para distribuir el gas que producimos. La ventaja de nuestra tecnología es que generamos hidrógeno in situ, sin necesidad de yacimientos: solo requerimos una fuente de agua (lluvia, subsuelo, río o mar). Además, la energía para recargar las baterías puede provenir del sol o del viento, pero sin demandar hectáreas de paneles solares, como ocurre en la electrólisis convencional“, anota.
Generación eléctrica con hidrógeno
Pero Jadish también apunta a que su tecnología sea implementada en el área de la generación eléctrica, en un contexto donde varias empresas tienen la visión clara de descarbonizar sus operaciones: "es allí donde queremos entrar, ofreciendo una alternativa en su proceso de transición", señala.
El primer objetivo es que las compañías pierdan el miedo a usar hidrógeno, tal como ocurre en Japón, Suecia y otros países nórdicos, donde incluso los gobiernos impulsan su adopción. “Si bien en Latinoamérica y en Perú esta tecnología aún está en una fase incipiente, creemos que tenemos una ventaja: la disponibilidad de recursos abundantes y baratos que no poseen regiones como Europa, donde el hidrógeno se adopta no solo por necesidad energética, sino por los objetivos de descarbonización. Ese es el espacio al que apuntamos", finaliza León.

Coordinadora en la revista G de Gestión e integrante del podcast de economía y negocios 'Actualidad Latinoamericana'. Escribo sobre management, agricultura, tecnología y emprendimientos. Bachiller en Periodismo por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Activa participante de los cursos del Centro Knight para el Periodismo en las Américas.