
A 14 años de haber fundado la marca peruana Sophie Crown, su creadora se prepara para cerrar su mejor año histórico. La firma, que acaba de sumar dos nuevas tiendas físicas en Lima, crece en un contexto donde —dice— el consumidor peruano ha vuelto a lo presencial, a buscar experiencias y conexión. Y es precisamente en ese terreno donde su propuesta —joyas y accesorios concebidos como herramientas de estilo para la mujer— se despliega con nuevos formatos.
El primer paso ha sido la apertura de un nuevo espacio en Paseo Begonias (San Isidro), bajo el formato Sophie House, un concepto que duplica el metraje de las tiendas tradicionales y está pensado para experiencias: talleres de estilo, after office y encuentros con clientas. En noviembre de este año abrirá una nueva tienda de ocho metros cuadrados en Larcomar, justo al cumplirse cuatro años de su primer local en ese mismo centro comercial, cerrado meses después por la pandemia.
“Después del COVID19 cerramos San Miguel, Begonias, Larcomar. Pensé que no volvería a abrir tiendas, pero el crecimiento se está moviendo otra vez hacia el retail físico. El digital apalanca los lanzamientos, pero el crecimiento local está en las puertas a calle”, cuenta Sandra Sevil, fundadora y gerente de marca de Sophie Crown.
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Nuevos formatos: expandirse sin perder identidad
En su modelo actual conviven diversos formatos: corners, islas y tiendas a la calle. No planea sumar más islas, pero sí abrir pop-ups en Arequipa y Trujillo para el 2026. Este año, la marca ya realizó activaciones en Trujillo y Arequipa, y cerrará con Piura. Cada incursión sigue la lógica de su venta digital: “Vamos primero a los lugares donde tenemos más demanda online. Llevamos la experiencia por tres días, armamos base de datos, crece la venta digital, y al año siguiente ya sabemos dónde abrir espacios físicos”, detalla.
El plan 2026 incluye también una apertura puerta a calle -aunque evitó precisar el lugar- y el debut de un formato de dispensador automático en el nuevo terminal del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, inspirado en la idea de combinar practicidad con experiencia. “Lo imaginamos como una caja de cristal de cuatro metros, donde el cliente pueda vivir algo diferente incluso en tránsito”, comenta.
También lanzarán Sophi Experience para el canal corporativo: llevarán asesoría a las oficinas para que las mujeres puedan vivir la experiencia durante su coffe break o un after office.
Además, otro paso será consolidar un modelo de franquicias o alianzas con socios locales para expandirse fuera del país. “Me encantaría abrir en Ecuador, Chile, Bolivia o México. Busco partners que aporten know-how, no solo capital. Hay players regionales que manejan varias marcas y podrían ser clave para un crecimiento exponencial”, dice.
En esa línea, este año la marca espera cerrar con 15% más ventas y proyecta 25% de crecimiento para 2026, impulsado por los nuevos puntos de venta y pop-ups.

Una propuesta distinta en joyería
Su fundadora resume así la propuesta de Sophie: “La marca es una herramienta de estilo, no un lujo ocasional. La mujer que nos compra no tiene tiempo, pero le gusta la moda. Sophie le permite transformar un look en segundos”.
Esta visión define también su estrategia de ubicación: buscar proximidad con marcas de moda como Zara, para estar donde compra su clienta. “Me interesa que la vean como una alternativa a seguir explorando estilo, no como una joyería tradicional”, precisa.
La marca realiza entre seis y ocho lanzamientos al año. Algunas de sus piezas se gradúan a la categoría “icon”, lo que significa que se mantienen en el catálogo por su conexión con la clienta. “Cuando una colección se lanza, tiene un nombre descriptivo; cuando se gradúa, lleva nombre de mujer. Es parte de nuestra narrativa”, cuenta.
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Diseño y control
El ticket promedio de la marca ha pasado de los S/59 a los S/189 en los últimos 14 años. Fabrica en Perú, Corea y China, aunque mantiene estándares exigentes en cada proceso. “En Corea encontramos el nivel de baño de oro y broches que buscábamos. He preferido sacrificar beneficios logísticos o tratados comerciales antes que perder el color o acabado que define a Sophie”, explica.
Todo el diseño se desarrolla en Perú y el equipo está conformado íntegramente por mujeres, muchas con más de diez años en la empresa. “Siempre he querido que lo que decimos hacia fuera primero se viva hacia dentro. El equipo crece conmigo”, dice.

Reinvención y foco
Durante la pandemia, la firma redujo su propuesta y abandonó categorías (como makeup y prendas) que generaban facturación pero diluían el concepto de marca. “Llegamos a vender ropa y hasta maquillaje, pero eso nos restaba coherencia. Nos tomó dos años cerrar esas líneas, vender el stock y quedarnos con lo esencial. Hoy somos más potentes y más claros en lo que queremos transmitir”, afirma Sandra Sevil en diálogo con G de Gestión.
El canal digital representa hoy el 25% de las ventas (antes de la pandemia era apenas 5%). Sin embargo, la apuesta física sigue siendo el eje. La marca utiliza canales como WhatsApp para mantener un vínculo cercano con la clienta: la mitad de la facturación online se concreta por ese medio. “La gente quiere mandar un audio, decir ‘solo dime dónde yapearte’. Es una venta humana, directa, que fluye”, comenta.
Experiencias y fidelización
Más allá del producto, la fundadora insiste en el valor de la experiencia. La marca organiza eventos a puertas cerradas, talleres de estilo y after offices donde el objetivo no es solo vender, sino conectar. Además, trabaja en proyectos de fidelización y puntos de recompensa, y en un sistema CRM que permitirá personalizar las experiencias y entender mejor a cada clienta.
“Estamos invirtiendo en software y producto. Queremos que cada mujer que usa Sophie sienta que la marca la conoce, que le habla a ella. Ese vínculo uno a uno es nuestro mayor diferencial”, afirma.
- La marca tiene un accesorio que es distintivo para ustedes ¿Cómo llegas a ese producto que caracteriza a tus piezas?
Creo que ahí es donde están las mejores ideas. En el mundo de la joyería es difícil identificar una pieza a menos que tenga distintivos, porque no dice la marca ni lleva una etiqueta. Entonces me preguntaba: ¿cómo logro que realmente uno nos conozca, si no tiene cómo saber si esa pieza es única o no? El cliente no tiene idea de todo el trabajo detrás, de los proveedores, del desarrollo mayorista. Por eso me interesaba que, sin tener que explicarle toda esa teoría, sienta que tiene en sus manos una pieza única.
- ¿Cómo proyectas el crecimiento para el próximo año? ¿Habrá alianzas o licencias?
Sí, seguiremos hablando de alianzas. Realmente queremos abrir mercado a la mujer a la que le hablamos, aunque muchas veces las licencias están más relacionadas con una audiencia joven. No lo veo como un tema de rentabilidad, sino de coherencia. Para tener una propuesta potente en una licencia, necesitas al menos 15 SKUs para lanzar una colección cápsula y producir entre 500 y 1.000 piezas por modelo. Eso implica inventario, capital y una estructura más masiva que no necesariamente encaja con nosotros, que somos una marca más nicho.
En su momento lo hicimos con Disney, por ejemplo, porque era una oportunidad puntual que tenía sentido. Pero hoy mi foco está en mantener una propuesta sólida y concentrarme en las experiencias, más que en grandes alianzas.
- ¿Qué categorías están priorizando o fortaleciendo en esta nueva etapa?
El foco está totalmente orientado a la experiencia y el vínculo que siempre serán más fuertes que cualquier estrategia masiva. Estamos invirtiendo en CRM, en herramientas digitales que nos permitan conocer mejor a esa persona y personalizar su experiencia.

Coordinadora en la revista G de Gestión e integrante del podcast de economía y negocios 'Actualidad Latinoamericana'. Escribo sobre management, agricultura, tecnología y emprendimientos. Bachiller en Periodismo por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Activa participante de los cursos del Centro Knight para el Periodismo en las Américas.