
En el Perú, un club de fútbol puede “quebrar” como cualquier empresa. Y como toda empresa, también puede acogerse a un proceso concursal para evitarlo. Esa fue la puerta legal que cruzaron históricas instituciones deportivas como Universitario de Deportes y Sport Boys, arrastradas por años de deudas tributarias, crisis administrativas y malos manejos financieros.
Hoy, ambos clubes ya no compiten solo en el campo: también deben hacerlo con planes financieros sostenibles y bajo vigilancia estatal.
Este medio se contactó con el resto de clubes que atraviesan un proceso concursal en el Perú, sin embargo, declinaron a participar.
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¿Qué es el proceso concursal?
Es el mecanismo para afrontar situaciones de insolvencia, permitiendo que una empresa —o institución, como un club de fútbol— reestructure sus deudas mediante acuerdos con sus acreedores y evite la liquidación. En el Perú, este proceso está regulado por la Ley General del Sistema Concursal (Ley N° 27809) y supervisado por Indecopi.
A través de este mecanismo, se reconoce la deuda, se conforma una Junta de Acreedores (presidida generalmente por Sunat en el caso de los clubes) y se puede aprobar un plan de reestructuración que garantice pagos a largo plazo.
Esta vía ha sido crucial para evitar el colapso financiero de instituciones deportivas con alta carga social, como Universitario o Sport Boys, y ha sido complementada en los últimos años por leyes especiales que establecen un régimen que busca ser ad hoc para su recuperación ordenada.
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El fútbol profesional como empresa en reestructuración
Para Indecopi, los clubes deportivos profesionales no están exentos de la Ley General del Sistema Concursal. Como cualquier empresa en crisis, pueden iniciar un procedimiento concursal para reordenar sus pasivos y evitar su liquidación. Esta figura fue particularmente relevante para el fútbol peruano a partir de 2012, cuando varios clubes enfrentaban deudas impagables, en su mayoría con Sunat.
¿Por qué Sunat se convirtió en el principal acreedor de estos clubes? La razón está en décadas de informalidad, mala gestión administrativa y falta de cumplimiento tributario. Muchos equipos no pagaban correctamente el Impuesto a la Renta (IR) ni el IGV, ni tampoco declaraban planillas de trabajadores, lo cual generaba cuantiosas obligaciones fiscales acumuladas.
Al tratarse de deudas con el Estado, Sunat activaba procedimientos coactivos, lo que implicaba embargos inmediatos sobre cuentas bancarias, taquillas y hasta inmuebles, como estadios o centros de entrenamiento.
“Hasta ese momento, Sunat podía embargar el Monumental o cualquier otro estadio. Se necesitaba una salida que evitara ese impacto social y simbólico”, explica Franco Velazco, director legal del club Universitario. Así, el Congreso aprobó un régimen especial para clubes de fútbol profesional, con reglas diferenciadas para permitir su recuperación ordenada, bajo vigilancia de Indecopi.

A la fecha, ningún procedimiento ha concluido formalmente, pero Universitario y Sport Boys se encuentran bajo un marco especial tras la publicación de la Ley 31279 en julio de 2021, que suspendió sus procesos ante Indecopi. Este régimen fue consolidado en 2024 mediante la Ley 32113, que exige a los clubes presentar un plan de viabilidad con cronograma de pagos y proyecciones financieras auditables. A diferencia de ellos, clubes como Alianza Lima, Melgar y Cienciano fueron excluidos del nuevo régimen por haber pagado la mayor parte de sus deudas tributarias.

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Universitario: una empresa en reestructuración
Universitario de Deportes se acogió al proceso concursal en 2012, empujado por una abrumadora deuda tributaria con Sunat, estimada en S/ 145 millones. Sin embargo, la aparición del acreedor Gremco —a quien Indecopi reconoció una deuda comercial de más de US$ 58 millones— redujo el poder de Sunat en la Junta de Acreedores al 50%.
Este desequilibrio lo dejó fuera del régimen especial, forzándolo a ingresar al régimen concursal ordinario, donde el riesgo de liquidación era real. “El famoso ‘fantasma de la liquidación’ viene de ahí”, recuerda Velazco. Con la Ley 31279, se suspendió el concurso y se asignó a Sunat la presidencia provisional de la Junta. Luego, con la Ley 32113, se exigió la presentación de un plan de viabilidad.
El club presentó el suyo el 11 de noviembre de 2024, y Sunat lo aprobó el 24 de diciembre, estableciendo un plazo de pago de 30 años, el máximo permitido para acreencias superiores a S/ 100 millones.
El plan se basa en estos pilares:
- Taquilla y asistencia a estadios
- Auspiciadores y patrocinadores
- Premios por participación en torneos internacionales
- Derechos de televisión
- Socios adherentes (más de 50,000 actualmente)
- Venta de jugadores (producto de la inversión en divisiones menores)
- Explotación del terreno de Campomar, sin venta de activos, mediante concesiones, arrendamientos o cesiones de uso.
Sport Boys: el desafío de competir con escasez
El caso de Sport Boys también se remonta a 2012, cuando ingresó al proceso concursal con más de S/ 7 millones en deudas tributarias. A diferencia de Universitario, no cuenta con infraestructura ni activos valorizables, por lo que su única fuente significativa de ingresos es su participación en la primera división, que le permite acceder a derechos televisivos y sponsors.
“Boys no tiene Campomar ni 50 mil socios. Tiene la categoría, y por eso no puede descender”, explica Jaime Talledo De Lama, abogado del club. Con la llegada del régimen especial en 2021 y bajo la actual administración liderada por Adrián Alcócer, el club presentó su plan de viabilidad en 2023, aprobado por Sunat en septiembre de ese año.
Aunque la ley permitía hasta 20 años, el plan se estructuró para ser cumplido en 15 años. Según Talledo, “se trató de un ejercicio realista, austero, pero sincero”. La estrategia consiste en:
- Gestionar la escasez con eficiencia
- Mantener al primer equipo, menores y fútbol femenino
- Negociar directamente con acreedores laborales
- Aumentar ingresos por patrocinios y marketing
- No sobredimensionar el presupuesto deportivo
“Cuando llegamos, solo había dos sponsors en canje. Hoy tenemos marcas que pagan, y eso permite pagar la deuda sin descuidar lo esencial”, afirma Talledo.
Lecciones de dos realidades distintas con un mismo objetivo
Tanto Velazco como Talledo coinciden en que el camino de salvataje estatal ha sido útil, pero no perfecto. Para Talledo, hay una lección evidente: “Necesitamos armonizar la normativa concursal en el deporte. Hoy tenemos un mosaico legal que exige profesionalización y claridad”. Y también, un cambio de mentalidad: “Un club no puede ser una chacra ni una oficina familiar. Necesita gestión profesional y técnica”.
Por su parte, Velazco insiste en que los clubes ya no pueden vivir de la improvisación. “Estamos frente a un nuevo modelo de institución deportiva: ordenada, viable, supervisada y con planes a largo plazo. La historia ya no se escribe solo con goles, también con hojas de cálculo”, sentencia.
A diferencia de hace una década, Universitario y Sport Boys ya no están contra las cuerdas. Ambos están lejos de tener resueltos todos sus problemas, pero han trazado un camino claro, legal y financieramente viable. La pelota ahora también rueda en el terreno de la responsabilidad institucional.
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