Vincenzo Ascoli creció entre los mozos y cocineros del restaurante de su padre, un emblemático local de cocina italiana que durante años fue considerado el mejor de la ciudad. Fue allí donde descubrió los secretos para crear una masa de pizza crujiente, una carbonara de textura cremosa y un tiramisú perfectamente equilibrado. Pero, además de las recetas, comprendió que el esfuerzo y la dedicación son los ingredientes clave para el verdadero éxito.
Cuando su padre falleció, Vincenzo decidió no mantener el negocio familiar en piloto automático. Hoy, con 23 años y de la mano de las recetas heredadas, está haciendo su propio camino. Así nació Vincenzo, un restaurante que no solo lleva su nombre, sino también su estilo.
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Una experiencia personal
Vincenzo Ascoli recibe a los clientes con el mandil puesto, listo para tomar pedidos. No está en la cocina liderando la partida; se encuentra en el comedor, pero no como un anfitrión más. Descorcha botellas de vino con maestría, recomienda sus preparaciones favoritas de la carta, recoge platos y toma comandas, actuando como un miembro activo del equipo. Su trato cercano con el personal y los comensales refleja su compromiso con cada detalle.
A diferencia del restaurante de su padre, el suyo es un espacio moderno. Aunque algunas cosas permanecen: como sus maestros pizzeros y el respeto por la tradición italiana.
En la carta no faltan los clásicos antipasti, como el Carpaccio di manzo, hecho con lomo de res en salsa de anchoas, o el Vitello tonnato, finas láminas de ternera cocida lentamente, servidas en salsa de atún, queso parmesano, rúcula y alcaparras. También destacan la Burrata y la Stracciatella.
Las pastas, hechas a mano, se sirven de manera generosa. Entre los clásicos destacan los Cappelletti di pollo en salsa de pomodoro y el Fusilli all’amatriciana, cuya salsa se elabora con pomodoro enriquecido con guanciale, peperoncino, albahaca, perejil y parmesano. Las propuestas innovadoras también sorprenden, como los Tortelloni di zucca, hechos con pasta de cacao rellena de zapallo loche, servidos con mantequilla, salvia y crumble de galletas amaretti. Para quienes buscan opciones más contundentes, los ravioles rellenos de ossobuco en su propia salsa o los ravioli neri, preparados con tinta de sepia y rellenos de salmón y cangrejo. Son imperdibles.
En cuanto a pizzas, la selección es precisa: siete opciones bien logradas. Las favoritas incluyen la Trufada, con aceite de trufa blanca, y la Valentina, con salsa pesto, mozzarella, nueces, prosciutto, funghi porcini, peras al vino tinto y queso brie.
Una de las propuestas que ha posicionado a Vincenzo como un favorito entre los jóvenes es la sección dedicada al Grana Padano DOP. Este queso italiano de pasta dura, elaborado con leche de vaca y envejecido entre 9 y 20 meses, es protagonista en una experiencia única.
Una rueda de queso llega a la mesa; Vincenzo raspa su superficie, la flamea y prepara al instante una salsa con crema y brandy. Luego, la pasta se mezcla directamente dentro de la rueda de queso. Entre las opciones de esta sección sobresalen la versión clásica (solo queso) y sus variaciones, como la de queso y pimienta (formaggio e pepe) o la de hongos (funghi).
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La propuesta coctelera es otro punto fuerte del restaurante, con creaciones de autor inspiradas en la dolce vita. Entre los cocteles más destacados están el L’Italiano, una combinación de Amaro Montenegro, grappa, Martini Fiero y licor de cereza; y el Caruso, elaborado con gin Hendrick’s, vermouth rosso, jarabe de albahaca, maracuyá y limón.
Para cerrar, hay postres para todos los gustos, desde el clásico Tiramisú, elaborado con mascarpone, bizcotelas bañadas en café espresso y cacao, hasta una semiesfera de chocolate, cubierta con chocolate de almendras y rellena de mousse de chocolate, que es también un espectáculo. Si la indecisión entre el postre y el café asoma, el Affogato será la respuesta: helado de vainilla cubierto con un chorro de café espresso recién hecho, un contraste delicioso entre dulzura y amargor.
En Vincenzo cada detalle cuenta para ofrecer una experiencia italiana completa. Todo, desde la atención del mismo dueño hasta los platos preparados con recetas tradicionales con un toque personal, refleja el espíritu del restaurante en el que la tradición y la modernidad conviven en armonía.
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A quemarropa
¿Qué plato del menú describe mejor tu personalidad y por qué?
El Tagliatelle al Grana Padano DOP trufado refleja mi esencia: pasión por la calidad, autenticidad en cada detalle e innovación sin perder la tradición. Prepararlo frente al público es mi manera de conectar con los clientes y demostrar que cada plato es una experiencia única.
¿Qué ingrediente italiano no puede faltar nunca en tu cocina?
El aceite de oliva. Es el alma de la gastronomía italiana y transforma cualquier plato con su esencia, elevando los sabores a otro nivel.
¿Siempre supiste que querías tener tu propio restaurante?
Desde los 19 años soñé con abrir mi restaurante y lo hice realidad a los 20. Ahora, con 23, veo cómo ese sueño se ha convertido en un espacio donde compartimos experiencias únicas.
Si pudieras invitar a cualquier persona a cenar en tu restaurante, viva o no, ¿a quién sería y qué plato le prepararías?
Invitaría a Massimo Bottura, una leyenda de la cocina italiana, para que experimente nuestra interpretación de los sabores de Italia en Perú. Le prepararía nuestro Carpaccio di manzo, que con nuestra salsa de autor representa la creatividad y pasión detrás de cada plato.
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Estudió Administración de empresas en la U. de Piura. Cuenta con más de 10 años de experiencia en el mundo editorial, en los que ha escrito para medios como Revista G de Gestión, Gestión, El Comercio, Semana Económica, El Trinche, Revista Macondo (Barcelona), Cosas, Revista J, entre otros. Tiene una maestría de Escritura Creativa en la PUCP.