
El offboarding, o la salida de un colaborador, es mucho más que un trámite administrativo: es un momento crítico que, bien gestionado, puede fortalecer la cultura de la organización y convertir a un excolaborador en embajador de marca.
Luis Bayona, consultor asociado en LHH DBM Perú, advierte que un colaborador que se despide con una buena experiencia tiene 2.9 veces más probabilidades de recomendar a su empresa anterior, mientras que una desvinculación mal gestionada puede motivar a uno de cada cuatro colaboradores a buscar su salida.
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A pesar de los esfuerzos de las compañías en mejorar sus procesos de onboarding, muchas siguen gestionando el offboarding de forma improvisada. ¿Los errores más comunes?
- Líderes sin preparación continua: solo se capacita ante salidas complejas, sin entrenar en empatía ni comunicación humana.
- Falta de soporte emocional: se olvida que una desvinculación es un golpe emocional, no solo un trámite.
- No gestionar el impacto en el equipo: hasta un 20% del compromiso del equipo que se queda puede deteriorarse sin una comunicación y acompañamiento adecuados.
- Confundir prácticas con políticas: improvisar o depender de “lo que siempre se hace” genera inequidad y estrés.
- Otros descuidos frecuentes: desde registrar mal las razones de salida hasta no agradecer de forma consistente.
“Tratar con respeto a quien deja la organización es, sobre todo, un acto de humanidad que refleja los valores de sus líderes”, enfatiza Bayona. Si la salida se maneja de forma abrupta o irrespetuosa, será lo que más se recuerde, sin importar los años de compromiso compartido.
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Un proceso de offboarding bien estructurado no sólo cierra con respeto la etapa laboral de quien se desvincula; también fortalece la cultura organizacional, preserva el clima interno y convierte a los excolaboradores en embajadores de marca.
En tiempos de incertidumbre como los que vivimos actualmente, cuidar cómo se da la salida de una persona no es solo una buena práctica: es una verdadera muestra de liderazgo, coherencia y humanidad.