
Recibir una oferta de ascenso es algo muy importante. Es tanto un testimonio de su arduo trabajo como una clara señal de que su empleador valora sus habilidades y dedicación.
Se asume, por supuesto, que se aceptará esta oportunidad sin dudarlo, dice Dorie Clark, quien enseña en la School of Business de la Universidad de Columbia. Sin embargo, cuando no se hace, puede “crear una situación incómoda al revelar una desconexión que su empleador probablemente no sabía que existía”, comenta.
“Si no es el camino que desea seguir, está bien decir que no”, dice Amantha Imber, psicóloga organizacional. La clave está en hacerlo con elegancia. Aquí le explicamos cómo hacerlo.

Examine su reticencia
Antes de rechazar oficialmente el ascenso, Clark recomienda explorar las razones subyacentes detrás de su duda. Tal vez los compromisos personales son una preocupación y no es un buen momento para asumir más responsabilidades. O quizá usted quiere seguir siendo un colaborador individual y tiene poco interés en la gestión. Aunque su reticencia puede tener razones válidas, también podría estar influenciada por miedos infundados, señala.
Imber recomienda hablar con un mentor o colega de confianza para obtener una opinión objetiva. “Una pregunta muy útil que puede hacerse es: si se tratara de su mejor amigo en el trabajo, ¿qué le aconsejaría?”, sugiere.
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Decline con prontitud y compasión
Si está 100% seguro de que no quiere el ascenso, Clark recomienda rechazarlo lo más rápido posible, preferiblemente dentro de las 24 horas.
Retrasar la decisión podría dar la impresión de que está considerando la oferta, lo que puede perjudicar a su empleador. “No alimente falsas esperanzas”, dice. Idealmente, la conversación debe darse en persona o, al menos, mediante una reunión virtual o una llamada telefónica, no por correo electrónico, señala Imber.
Dar noticias difíciles cara a cara le permite transmitir los matices de su decisión con el tono adecuado. Exprese empatía y gratitud, aconseja.
Sea táctico y estratégico
Aunque no es necesario ofrecer un relato exhaustivo sobre su decisión, enmarcarla estratégicamente es importante, comenta Imber. Ella sugiere mostrar aprecio por la oferta mientras abre una conversación sobre sus metas profesionales con una frase como: “Estoy agradecido y halagado, pero voy a rechazar el ascenso. Estoy dispuesto a compartir las razones de esta decisión, si lo desea”.
Clark enfatiza la necesidad de ofrecer una explicación simple, directa y sincera. De lo contrario, su jefe podría asumir erróneamente que está planeando dejar la empresa o que ha perdido el interés en su trabajo, señala.
Considere un compromiso
En lugar de un sí o un no rotundo, tal vez haya un punto medio, dice Imber: “Acepte el ascenso, pero con ciertos límites”. De este modo, puede adaptar el rol a sus circunstancias y asegurarse de que las nuevas responsabilidades se alineen con su situación personal. Pregunte sobre ajustes como gestionar a menos subordinados directos o contar con mayor flexibilidad si el ascenso requiere una mayor presencia en la oficina.
“Una conversación colaborativa podría resultar en una solución mutuamente beneficiosa”, señala. Otra opción es asumir ciertas responsabilidades mientras rechaza amablemente otras, dice Clark. Podría decir: “Si bien no me interesa el ascenso completo, veo que gestionar el programa XYZ es un componente clave del puesto. Me entusiasma aportar mi experiencia en ello y creo que podría destacarme en esa área”. Este enfoque selectivo, siempre que incluya una compensación adicional por las tareas añadidas, resalta su compromiso y garantiza que se atiendan sus necesidades.
*Por: Rebecca Knight (periodista para Harvard Business Review)