Recientemente tuve una reunión presencial sobre un tema importante, y lo primero que hice fue pedirles a todos que cerraran sus computadoras y guardaran sus teléfonos. La reacción inicial fue de sorpresa, diría que incluso de molestia, ya que muchos pensaban que podían aprovechar la reunión para resolver algunos pendientes. Claro, si estuvieran en sus casas probablemente prenderían la laptop y, con cara de estar escuchando, quizá estarían en su WhatsApp, revisando sus correos o pagando cuentas. ¿Acaso no lo hemos hecho así más de una vez en alguna reunión virtual?