
Si bien la economía global se desacelera paulatinamente, la generación de empleo en Estados Unidos sigue siendo resiliente, al punto de “estar cerca del equilibrio”, en palabras de Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (FED). Este aterrizaje “suave” para la economía estadounidense permitiría alcanzar niveles de inflación lo suficientemente cómodos como para iniciar un ciclo de reducción de tasas. Menores tasas generaran menores restricciones al crédito y permitirían que las empresas y las familias puedan sobrellevar un ciclo de bajo crecimiento en los próximos trimestres.
Cabe mencionar que acertar con el momento (timing) y la magnitud de la caída marginal en las tasas de inflación y crecimiento se ha vuelto más complejo este año debido a diversos eventos poco usuales que dificultan los pronósticos: el aumento de aranceles, los efectos de las presiones políticas de Trump por redirigir inversiones a Estados Unidos, la implementación del paquete fiscal One Big Beautiful Bill Act (OBBBA) y su tendencia a opinar sobre las decisiones de la FED. Todo ello, de alguna manera, afectarán las cifras macroeconómicas de los próximos meses.

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Este contexto debe llevarnos a afirmar que los “vientos de afuera” son, al menos, constructivos para el Perú. Además, desde una perspectiva de largo plazo, las características de la economía peruana la posicionan favorablemente ante un periodo prolongado de altos precios de cobre y, potencialmente, del oro. Un menor crecimiento en Estados Unidos, sumado a los altos niveles de deuda y la necesidad de diversificación de los inversionistas financieros, podría generar una depreciación tendencial del dólar en los próximos años, beneficiando así a estos metales.
Con estos datos, no es extraño escuchar que estamos viviendo un periodo en el que estamos recaudando bastantes dólares por las exportaciones mineras. Los términos de intercambio —diferencia entre los precios de lo que exportamos y lo que importamos— crecen desde hace varios meses a un ritmo de 10%. Esto es una muy buena noticia, ya que históricamente, cuando ocurre, la inversión privada crece y se genera un efecto muy positivo en la economía local.
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No obstante, pese a que las condiciones internacionales nos favorecen, el efecto diferencial en la economía local no se siente. Cuando uno observa la evolución de los términos de intercambio y la inversión privada, se refleja una relación positiva entre el año 2000 y el 2014. Desde el 2015, esta relación se rompe: la inversión deja de crecer y se estanca en los niveles actuales. Así, con la creciente incertidumbre política, hemos visto un deterioro de la capacidad de la economía peruana para aprovechar los ciclos económicos globales.
“No nos hemos dado cuenta” y nuestro país ha ido mellando, poco a poco, la frase “la economía va por un lado y la política por otro”. Quizás algunos no quieran darse cuenta, pero en los últimos ocho años, prácticamente no se han materializado muchas inversiones diferenciadoras. De hecho, según un estudio de JP Morgan, la inversión en términos reales permanece cerca de los niveles del 2014, es decir, 40% menos del nivel al que podría estar si es que hubiera existido una política clara y estable de inversión de mediano plazo para el capital privado.
Con estos precios de los commodities la inversión debería estar mucho más arriba y el crecimiento debería superar el 6%. En el 2010, Perú creció 8.8% y muchos dijeron: “es fácil crecer cuando los términos de intercambio crecen a 10%, la economía camina sola”. Hoy, en 2025, podemos afirmar que no era cierto. No es fácil optimizar el crecimiento. No nos conformemos con un 3% de crecimiento. ¡No perdamos la oportunidad de cambiar!


Graduado en Administración de Empresas y Contabilidad de la U. del Pacífico, con un MBA de Columbia Business School. En AFP Integra se ha desempeñado como Portfolio Manager de Renta Variable, estratega de Inversiones, gerente de Inversiones de Renta Variable, gerente de Inversiones Top Down y actualmente como vicepresidente de Inversiones.