
En mi columna anterior analicé el reciente comportamiento del dólar global, que registró en la primera mitad de 2025 su peor desempeño semestral desde 1973. En este contexto, las monedas de las principales economías latinoamericanas —con excepción del peso argentino— se han valorizado en lo que va del año, siendo el real brasileño (13%), el peso mexicano (12%) y el peso colombiano (9%) las de mejor comportamiento.
Esto resulta consistente con la adopción de estrategias de carry trade —toma de préstamos en monedas de países con tasas bajas para invertir en aquellas con tasas más altas— por parte de inversionistas globales en los últimos meses, ante una relativa moderación de las tensiones comerciales y con la expectativa de nuevos recortes de tasas por parte de la FED a partir de septiembre.
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En el caso del real brasileño, esperamos una alta volatilidad en los próximos meses, considerando los persistentes riesgos fiscales y una mayor incertidumbre política, tras el reciente repunte de la popularidad de Lula da Silva luego de la imposición de un arancel del 50% a Brasil por parte de Trump. En todo caso, las tasas de interés elevadas seguirían brindando soporte a la moneda. Estimamos que el real se ubicará en 5.70 al cierre del año.
En cuanto al peso mexicano, las negociaciones comerciales con EE. UU. serán el factor clave a futuro. Por ahora, unas tasas de interés elevadas y una posición relativamente favorable frente a las tensiones comerciales —cerca del 86 % de sus exportaciones a EE. UU. ingresan libres de arancel—, han sostenido al peso mexicano, por lo que proyectamos que se ubique en 19.5 a fin de año.

El peso colombiano también registraría una alta volatilidad en los próximos meses, en medio de un deterioro fiscal significativo, incertidumbre ante las elecciones presidenciales de 2026 y el anuncio del Ministerio de Hacienda sobre una gran operación de manejo de deuda. Esta operación implicaría monetizaciones de divisas y podría generar presiones bajistas sobre el tipo de cambio, aunque de manera temporal, una vez dicha operación no implicaría una mejora de la posición fiscal y presenta riesgos asociados. Bajo este escenario, estimamos que el peso colombiano cerrará el año en 4,250.
Sobre el peso chileno, ha logrado una apreciación moderada del 2% en lo que va del año. Ha sido afectado negativamente por el carry trade, sufriendo de manera periódica ataques especulativos en los últimos dos años, considerando un reducido diferencial de tasas vs. la FED. Más recientemente, la moneda ha reaccionado al anuncio del Banco Central de Chile sobre la acumulación de reservas internacionales por US$18,500 millones durante los próximos tres años mediante compras diarias de hasta US$25 millones. Actualmente, estas reservas representan cerca de 14% del PBI, un nivel considerado no óptimo según los parámetros del FMI. A futuro, estos factores seguirán jugando un rol, junto con la incertidumbre electoral en noviembre y los precios del cobre. Esperamos que el peso chileno se negocie cerca de 950 al cierre de 2025.

Finalmente, el sol peruano registra una apreciación del 5% en lo que va del 2025, siendo, notablemente, la moneda de mejor desempeño en la región y la única que ha valorizado frente al dólar desde 2023 (4%). Esto es consistente con nuestra perspectiva de largo plazo, de un desempeño favorable en términos relativos en medio de superávits de cuenta corriente, altos niveles de reservas internacionales, bajo endeudamiento público y una intervención activa del BCRP. De hecho, hemos revisado a la baja nuestra proyección de fin de año para el sol, de 3.75 a 3.65. Aunque no descartamos que el tipo de cambio se siga negociando cerca de los niveles actuales en el corto plazo, los riesgos de un nuevo episodio de aversión al riesgo por las tensiones comerciales y geopolíticas, así como la incertidumbre electoral del 2026.

En cualquier caso, el desempeño del dólar global seguirá siendo crítico para las monedas de la región. Hoy, sus perspectivas son inciertas, en medio del intento del gobierno de Trump por equilibrar el fortalecimiento de la industria manufacturera con el deseo de mantener al dólar como la moneda de reserva global.