
Estamos muy cerca de terminar el año 2025 y es un buen momento para hacer un balance de los resultados de los portafolios de inversión. Este año será recordado como uno de los mejores en términos de rentabilidad de la última década. A diferencia del 2023, que fue un año de rebote tras la corrección del 2022 generada por la inflación post-COVID, el 2025 permitió una sólida capitalización de resultados, llegando a máximos históricos.
A pesar de los excelentes resultados, es importante recordar que, en abril, enfrentamos una corrección significativa como consecuencia del inicio de la guerra arancelaria, un evento que provocó una caída cercana al 20% desde los máximos del mercado alcanzados en marzo. Quienes permanecieron invertidos lograron capitalizar los buenos resultados del año, pese a la elevada volatilidad interanual.
LEA TAMBIÉN: El efecto “retiros” de fondos de las AFP en el mercado financiero local
Al revisar el desempeño de los principales activos, el oro destaca como el más rentable del año, seguido por las bolsas europeas y los mercados emergentes. La bolsa estadounidense, en cambio, quedó rezagada rompiendo la racha ganadora que había sostenido durante los últimos tres años. Los bonos también lograron un desempeño destacable: después de varios años en los que su rendimiento se limitaba prácticamente al cupón, en el 2025 se observó una apreciación relevante en precios, producto de la reducción de tasas por parte de la Reserva Federal.

Los portafolios diversificados —ya sean conservadores, moderados o agresivos— muestran, al cierre de noviembre, rentabilidades de dos dígitos en todas las categorías. Un portafolio conservador rinde entre 9,5% y 11%; uno moderado, entre 12% y 13%; y uno agresivo, entre 16% y 18%. Estas cifras están claramente por encima de sus promedios históricos.
De lo anteriormente expuesto se desprenden varias conclusiones. La primera es que mantenerse invertido suele ser la mejor estrategia: quienes reaccionaron de forma excesivamente negativa ante eventos como cambios regulatorios o tensiones geopolíticas, se perdieron una parte importante de la rentabilidad del año. Los mercados son difíciles de predecir y con frecuencia sorprenden a pesar de los titulares adversos.
LEA TAMBIÉN: Guerra comercial: ¿invertir en acciones, fondos mutuos o un índice?
La segunda conclusión es que no existen mercados permanentemente buenos o malos. Este año la racha de Estados Unidos se quebró, mientras que Europa y los emergentes —los llamados “patitos feos”— lograron superar ampliamente a la bolsa estadounidense. La diversificación continúa demostrando su valor, permitiendo acceder a activos con valorizaciones más razonables y exposición a distintas monedas.
Una tercera conclusión es debemos recordar que los mercados tienden a converger hacia sus promedios históricos. Los retornos superiores al promedio observados este año ayudan a compensar la caída del 2022, pero también implican que las rentabilidades futuras podrían ser más moderadas. Es importante tener presente este punto, especialmente ante los esfuerzos comerciales de bancos y casas de bolsa que utilizan rendimientos recientes para promover productos más agresivos.
Lo más prudente es mantener una estrategia disciplinada y bien diversificada, alineada con la tolerancia al riesgo de cada persona, tanto en momentos favorables como en aquellos más retadores.








