
Los mercados se tiñeron de rojo el jueves 3 de abril. El índice de acciones norteamericano cayó 4.9%, marcando otro “jueves negro” en la historia de los mercados financieros. El pánico entre los inversionistas continuó el viernes, con una nueva caída de 5.9%. Los índices de acciones europeas, japonesas y chinas también cayeron en esos dos días en 8.0%, 10.1% y 7.7%, respectivamente.
Trump llegó a la Casa Blanca con un paquete de incertidumbre bajo el brazo. Con el lema “Make America Great Again” (Hagamos América Grande Nuevamente), inició su mandato con una agresiva escalada de aranceles. Su argumento: la inequidad en las tarifas impuestas por algunos bloques económicos hacia Estados Unidos y la intención de mover el flujo de dinero a favor del país norteamericano.
Pero, contrario a sus planes, los inversionistas han optado por diversificar sus posiciones y están migrando a otras regiones y activos que, por precios relativos, se ven (o se veían) más baratos.
La corrección de los mercados empezó en marzo, cuando los analistas empezaron a percibir que iba a ser muy complejo descifrar el curso de acciones del gobierno americano, especialmente respecto a la magnitud y velocidad de las medidas arancelarias. El anuncio oficial de la escalada comercial se dio el 2 de abril —ahora conocido como “Liberation Day”—, una fecha que, según algunos analistas, puede ser muy significativo para lo que vamos a vivir en los próximos años.
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El establecimiento de una “tarifa base” de 10% para la mayoría de países y la selección de aranceles aún más altas a algunos bloques económicos ha generado una reacción inicial de rechazo. China respondió con un nuevo aumento de tarifas a productos estadounidenses. El ida y vuelta entre ambos países ha llevado las tarifas a niveles que, hace apenas unos meses, hubiésemos considerado irrisorios, imposible de imaginar. Aranceles de 125% para productos americanos y 245% para productos chinos. ¿Es una situación sostenible? Definitivamente no.
El problema no es solo la expectativa de que estas tarifas sigan incrementándose o que se empiecen a tomar medidas paraarancelarias que ralenticen el comercio global. Lo más complicado es la falta de una referencia clara sobre hasta dónde podría extenderse esta situación. La incertidumbre puede llevar a los agentes económicos a retrasar sus planes de negocio y, finalmente, empujar a Estados Unidos hacia una recesión.
Los niveles de confianza han venido disminuyendo. Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, expresó en su carta a los accionistas del banco que “cuanto antes se resuelva este problema, mejor, porque algunos efectos negativos aumentan de forma acumulativa y, con el tiempo, serían difíciles de revertir”. La discusión de corto plazo es cuánto mas puede resistir el mercado financiero antes de consolidar expectativas negativas sobre el rumbo de la economía y cómo estas percepciones se traducen en acciones en el mercado real.
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La coyuntura, además, ha reabierto un debate más profundo sobre la conveniencia de considerar a los activos financieros norteamericanos como refugio. La diversificación ha vuelto a la mente de los inversionistas, y algunos activos ya se benefician de la situación. El euro, por ejemplo, se ha apreciado 9.7% en lo que va del año, y el oro ha superado la barrera de los $3,300 por onza (+25.0% en el 2025). El rebalanceo es una traducción de que el factor clave “confianza”, está siendo vulnerado por Trump, al menos en el corto plazo.
Las correcciones en los mercados traen oportunidades, por lo que toca seguir atentos al desarrollo de esta temida guerra comercial y a una eventual caída -posiblemente excesiva- de los mercados.

Graduado en Administración de Empresas y Contabilidad de la U. del Pacífico, con un MBA de Columbia Business School. En AFP Integra se ha desempeñado como Portfolio Manager de Renta Variable, estratega de Inversiones, gerente de Inversiones de Renta Variable, gerente de Inversiones Top Down y actualmente como vicepresidente de Inversiones.