
Los vaivenes de los mercados financieros han sido el fiel reflejo de lo difícil que ha resultado descifrar el rumbo de las acciones de Donald Trump en el frente arancelario. Diversos analistas anticipaban que la guerra comercial con las principales economías formaría parte de la agenda del presidente estadounidense, aunque nadie imaginó que la intensidad y el alcance de los incrementos arancelarios llegarían a niveles tan elevados como los registrados en abril.
La incertidumbre respecto a la magnitud final de las alzas, así como la duración del período con tarifas elevadas, obligó a los inversionistas a ampliar el abanico de escenarios posibles para el futuro de la economía global.
El famoso “Liberation Day”, en el que Trump anunció la escalada arancelaria, generó altos niveles de incertidumbre y fomentó perspectivas negativas que, finalmente, se reflejaron en una corrección de los mercados financieros. “El principio del fin”, llegaron a pensar algunos.
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Sin embargo, en apenas unas semanas, los mercados financieros se han recuperado. Los principales índices bursátiles a nivel global prácticamente han retornado a los niveles previos al anuncio del aumento de tarifas, y pareciera que “aquí no pasó nada”. Las expectativas de un posible acuerdo con algunos países y, sobre todo, de una tregua con China, contribuyeron a que los mercados retomaran su curso. El vaivén de los tuits no se hizo esperar, y la volatilidad en los mercados accionarios alcanzó niveles no vistos desde marzo de 2020. Tras varias conversaciones, se ha logrado una pausa de 90 días, durante la cual los aranceles que Estados Unidos aplicará a China bajarán de 145% a 30%, y los de China a EE.UU. de 125% a 10%. Un descanso bienvenido para los mercados financieros.
Es cierto que no podemos asegurar que el tema arancelario esté resuelto, pero sí es clave volver a un escenario razonable de negociación entre las grandes economías. Mantener la incertidumbre en niveles elevados por un tiempo prolongado podría dañar severamente la confianza de los inversionistas y desencadenar un reordenamiento veloz y doloroso de las cadenas globales de producción y distribución. Esto, a su vez, un impacto al alza en la inflación y un retraso en las decisiones de inversión en el corto plazo.
Las expectativas de los inversionistas pueden cambiar, pero se sustentan en la confianza, un concepto que fue puesto en duda durante la primera mitad de abril. Que Estados Unidos y China hayan retomado el diálogo y muestren, al menos en apariencia, una voluntad de llegar a acuerdos, permite que regrese la calma y que las expectativas negativas puedan ser absorbidas por el dinamismo de la economía global. Como resultado, hemos observado una recuperación de la bolsa estadounidense, que vuelve a terreno positivo en 2025.
La volatilidad de abril debe recordarnos que las expectativas de los mercados financieros se mueven de manera drástica, pasando del optimismo extremo al pesimismo sin escalas. La realidad económica, en cambio, avanza a un ritmo mucho más pausado. Las idas y vueltas de Trump, al parecer, no han generado estragos importantes en la economía. No obstante, considerando que hoy existen diversas fuentes de incertidumbre —guerra comercial, altos niveles de deuda en EE.UU., conflictos bélicos, tasas de interés elevadas, entre otros—, no es recomendable mantener una válvula de riesgo que impacte en la confianza de los inversionistas. Este factor sí puede ser peligroso y puede terminar marcando el rumbo económico de los próximos tres años.

Graduado en Administración de Empresas y Contabilidad de la U. del Pacífico, con un MBA de Columbia Business School. En AFP Integra se ha desempeñado como Portfolio Manager de Renta Variable, estratega de Inversiones, gerente de Inversiones de Renta Variable, gerente de Inversiones Top Down y actualmente como vicepresidente de Inversiones.