
Estamos transitando por una economía global que crece menos, en un periodo de corrección para varias dislocaciones de capital generadas por el Covid-19, el reconocimiento de nuevos regímenes para las tasas de interés y una serie de conflictos en el plano comercial y geopolítico que no veíamos hace décadas. No obstante, el SPX, índice de acciones del mercado estadounidense, está bordeando un “nuevo high histórico”, expresión muy conocida y bienvenida por los optimistas del mercado al referirse a los puntos más altos del índice en la historia de los mercados financieros.
Las precondiciones mencionadas líneas arriba deben llevarnos a pensar que los próximos 10 años serán más complejos para administrar las inversiones; los negocios enfrentarán más desafíos para lograr retornos extraordinarios y será necesario tomar más ángulos de análisis al momento de planificar estratégicamente los siguientes pasos. Aun con todo esto, los mercados se van tornando de azul en el año, y pareciera que las dificultades observadas en el primer semestre del 2025 —la escalada arancelaria y el conflicto Irán-Israel— no han tenido un impacto material en las expectativas de retorno para este año. Los índices de acciones SPX (Estados Unidos), MSER (Europa) y MXCN (China) han rendido, en lo que va del año, +5,1%, +10,7% y +20%, respectivamente.
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El temor a un impacto relevante del conflicto en Irán generó una escalada del precio del petróleo de 16% entre el 11 y el 19 de junio. El dólar tomó algo de vuelo en esas fechas (+1,8%), y más de uno preveía que esta situación sería el segundo catalizador para que el mercado de acciones cayera en el año —el primero fue el ida y vuelta de las tarifas impuestas por Donald Trump—. Sin embargo, el mercado financiero —agnóstico a los méritos de los argumentos de quienes están a favor o en contra de una intervención occidental en la zona e, incluso, a los lamentables daños humanos que deja el conflicto— no mostró un retroceso significativo.
La razón: el estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20% de la oferta global de petróleo, nunca ha sido cerrado. Es decir, a pesar de que existe un riesgo real de que haya una disrupción en el transporte del “oro negro”, los inversionistas han terminado juzgando que la probabilidad de que esto finalmente ocurra (o que ocurra de manera severa) es baja. Como comentaba, históricamente este estrecho nunca fue cerrado totalmente, y solo podemos remontarnos a la década de los ochenta, cuando el conflicto entre EE. UU. e Irán determinó que el flujo marítimo se redujera significativamente durante 53 meses.

Según JP Morgan, usualmente los conflictos han impactado temporalmente en el precio del crudo, impulsándolo entre 30% y 50% en periodos de incertidumbre. Contrariamente, solo cuando la escalada de guerra ha llegado a un punto muy alto, el petróleo ha mostrado saltos mayores al 100%. Casos como el conflicto Estados Unidos-Irak (1991), la revolución iraní (1979) o el embargo a Arabia (1973) reflejaron ese tipo de efecto en los precios del crudo.
De esta manera, los inversionistas financieros han apostado en confiar en lo que históricamente ha pasado en este tipo de eventos, al menos en el corto plazo. No existe inconsistencia por el momento, pero la serie de eventos que estamos viviendo nos muestra que no será sencillo administrar la probabilidad de ocurrencia de todos los factores de riesgo a los que actualmente están expuestos los portafolios que invierten en los mercados financieros a nivel global.

Graduado en Administración de Empresas y Contabilidad de la U. del Pacífico, con un MBA de Columbia Business School. En AFP Integra se ha desempeñado como Portfolio Manager de Renta Variable, estratega de Inversiones, gerente de Inversiones de Renta Variable, gerente de Inversiones Top Down y actualmente como vicepresidente de Inversiones.