Que los incendios forestales se estén intensificando en los últimos años es el síntoma más visible de un planeta que se calienta demasiado rápido. “Las predicciones advierten que el 50% de los glaciares ubicados entre Lima y Junín desaparecerá para el 2050, lo que afectará el abastecimiento hídrico de las grandes ciudades”, dice Pedro Rau, investigador principal del Centro de Investigación y Tecnología del Agua de la UTEC.
En medio de un panorama desalentador, los expertos están ajustando tecnologías para mejorar las predicciones climáticas y reducir el impacto de los fenómenos naturales en la sociedad. Con planes operativos que abarcan de 20 a 30 años, las compañías mineras, por ejemplo, buscan con urgencia identificar los riesgos climáticos a los que podrían enfrentarse, más allá de la incertidumbre por la disponibilidad de agua.
Sensores de bajo costo
Las imágenes georreferenciales no son suficientes para simular anomalías climáticas, comenta Rau. Hoy, es esencial la “tecnología dura”, aquella que permite un monitoreo constante. Un ejemplo son las boyas oceanográficas, equipadas con dispositivos que miden distintos parámetros para vigilar el fenómeno El Niño (el Perú implementó dos en el 2023, mientras que Chile cuenta con más de cuatro). También están los sensores de humedad del suelo, que detectan áreas con altos niveles de sequedad, donde el riesgo de incendios forestales es mayor. Solo el costo de esta tecnología importada ronda los US$ 20,000 por unidad. En el Perú, sin embargo, la startup Natek ha desarrollado un sensor de bajo costo, un 10% más barato, que está en proceso de certificación antes de su lanzamiento comercial.
Implementar sensores también está en los planes del primer centro de monitoreo de eventos naturales instalado por una firma privada en el país. “Incorporaremos inteligencia artificial [IA] generativa y pronto tendremos novedades de un producto basado en sensores que propiciará, sin duda, un nuevo acceso a los seguros”, adelanta Mario Potestá, vicepresidente ejecutivo de Seguros Empresariales de Rimac. Según explica, se decidió instaurar el centro tras los estragos del fenómeno del Niño del 2017. Con sus instrumentos, identificaron empresas en zonas de alto y de muy alto riesgo, a las que permanentemente se les reporta el pronóstico de lluvias, el posible desborde de un río o vías dañadas por huaicos. “Probamos nuestra herramienta de detección de rayos [tormentas eléctricas] en una organización asegurada del sector minero y obtuvimos una efectividad 15% mayor que la del sistema de detectores portátiles de los trabajadores”, resalta.
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Firesat de Google
Aparte de Google Research, que ya genera alertas de incendios forestales y permite ubicar en Google Maps los sitios siniestrados, la compañía tecnológica ha destinado US$ 13 millones para el desarrollo de FireSat, con el que se propone revolucionar la detección en todo el mundo. Este sistema se basa en una constelación de satélites equipados con tecnología de punta y algoritmos de IA para proporcionar, en combinación con sensores infrarrojos, imágenes globales de alta resolución que se actualizarán cada 20 minutos, de forma que se puedan detectar incendios del tamaño de un aula de clase mediante el análisis de factores como el clima y la infraestructura cercana. Google confirmó por escrito a esta revista que Muon Space, startup aeroespacial estadounidense, tiene previsto lanzar el primer satélite a inicios del 2025, y la constelación completa durante los próximos años. Los primeros datos que arrojará serán sobre la geografía de Estados Unidos.
Huawei: drones e IA
César Funes, vicepresidente de Relaciones Institucionales de Huawei Latinoamérica, y Armando Guauxochitl Marín, strategy and marketing director Latam de la misma firma, detallaron a G de Gestión que, para configurar la iniciativa TECH4ALL, se aliaron con una empresa privada que aportó sensores de temperatura y CO2, con los que se habilitó el monitoreo de parámetros del entorno. Los datos fueron procesados por una universidad en Grecia para la programación de un algoritmo de IA desarrollado en la nube de Huawei. “También se emplearon drones para reconocer los incendios forestales y enviar una alerta a la estación de bomberos”, señala Funes. El sistema tendrá capacidad para simular la tendencia de evolución del fuego, lo que permitirá a las autoridades determinar si se debe evacuar o no, y enviar una alarma al celular del ciudadano.
Por ahora, esta solución se ha utilizado en el parque forestal de Syggrou (Atenas, Grecia) y se está implementando en la isla griega de Skiathos para uso comercial. “Pero es posible replicar esto en cualquier otro país”, responden. “Para llevarlo a cabo en el Perú, requerimos la vinculación con las autoridades, así como alianzas con organismos privados que habiliten el empleo de infraestructura (sensores, drones, etcétera) a través de la cual podamos trabajar el algoritmo de IA necesario en nuestra nube”, manifiesta Guauxochitl Marín.
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¿Y para el hoy?
En tanto que las nuevas tecnologías siguen su rumbo para innovar y perfeccionarse, tenemos a la mano métodos de adaptación ya existentes, como el riego por goteo, la infraestructura resistente al cambio climático y los forrajes hidropónicos, con los que naciones como Israel, Países Bajos y México afrontan los impactos de la naturaleza. Por ejemplo, “Israel y Arabia Saudita han implementado tecnologías de desalación para enfrentar la escasez de agua”, indica Jacques Julien, investigador de la Universidad del Pacífico.
En el Perú hay áreas forestales quemadas que precisan ser atendidas. Y, en ese proceso, “tecnologías antiguas” vuelven también a la palestra. Dennis del Castillo, director de Investigación de Bosques del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana, lidera un proyecto para elaborar 20 millones de “bolitas reforestadoras” (procedimiento originario de África) y cubrir con ellas 10.000 hectáreas de selva afectada por incendios. ¿Cómo se hace? Usando las mismas máquinas con las que se producen caramelos redondos. Con esta técnica, una semilla, previamente envuelta en una mezcla de materia orgánica y arcilla, revestida con una película de almidón de yuca, germinará en 15 días, lo que sería sumamente útil para una más rápida restauración del ecosistema. “Pero necesitamos la colaboración de las empresas privadas. Reforestar el bosque es tarea de todos”, finaliza Del Castillo.
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Coordinadora en la revista G de Gestión e integrante del podcast de economía y negocios 'Actualidad Latinoamericana'. Escribo sobre management, agricultura, tecnología y emprendimientos. Bachiller en Periodismo por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Activa participante de los cursos del Centro Knight para el Periodismo en las Américas.
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