
Corrían las últimas semanas de 1997 y el espíritu navideño se apoderaba de las familias peruanas cuando el fenómeno del Niño azotó el país. Las lluvias torrenciales, sequías y cambios en las condiciones oceanográficas, que se intensificaron en 1998 y dejaron pérdidas por US$3,500 millones, casi ahogaron con deudas al sector pesquero, y, entre las empresas, a Austral Group, que hoy captura el 7% de la anchoveta en la zona norte del Perú.
Pero, ¿cómo superó la compañía el cumplimiento de sus compromisos financieros y el proceso de reestructuración? Aquí las lecciones de una pesquera que navegó en aguas turbulentas y salió a flote.
Gina Liendo, docente de la carrera de Ingeniería de Gestión Empresarial de la UPC, recuerda que los diferentes eventos del fenómeno del Niño ,producto del calentamiento anormal de las aguas del océano Pacífico en las últimas décadas, afectan la captura de anchoveta, especie clave para el negocio pesquero de harina y aceite de pescado.
Además, la profundización y migración de peces de agua fría como sardina, merluza y otras, junto a las lluvias intensas en la costa norte de Perú, disminuyen los niveles de producción de las empresas pesqueras y, en consecuencia, sus volúmenes de venta.
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Austral Group ,una de las principales productoras de harina y aceite de pescado en Perú, es una de las compañías que enfrenta temporadas de bajas capturas. La más fuerte para la firma se registró en 1998 (por el ENFEN), que presionaron sus finanzas y marcó el inicio de un complejo periodo de cambios.

En agosto de 1999, la empresa pesquera debió comenzar un proceso de negociación con sus acreedores para conseguir la reestructuración financiera de sus obligaciones. Para el 25 de febrero del 2000, solicitó al Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Propiedad Intelectual (Indecopi) acogerse al proceso de Concurso Preventivo, a fin de celebrar un Acuerdo Global de Refinanciamiento.
Adriana Giudice, quien ingresó a la compañía como gerente legal en 2001 y es su gerente general desde el 2005, recuerda esos primeros momentos.
“Cuando yo llegue a Austral ya tenían un convenio de reestructuración de deuda, un acuerdo global de refinanciación suscrito con sus acreedores en 2000, precisamente como consecuencia del fenómeno del Niño de años anteriores, así como de algunas decisiones que se tomaron para ampliar su capacidad de producción para consumo humano directo”, refiere.
Y es que, en esa época, la empresa también tenía la fábrica de conservas de pescado más grande de Sudamérica en Paita, así como una flota importante enfocada solo a la pesca de jurel y caballa. Ante la menor disponibilidad de esas especies, el sostenimiento de este negocio también jugó en contra de la economía de la compañía, en medio del fenómeno del Niño.

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“Las empresas teníamos casi el doble de cantidad de activos y los costos de mantenerlos eran mucho más altos que ahora”, anota la abogada, tras reconocer que la estructura familiar de las pesqueras peruanas en esos años también era un desafío para actuar rápidamente ante las circunstancias complejas.
Anthony Lizárraga, socio senior del Estudio Muñiz, menciona que Austral y Haiduk protagonizaron los casos más emblemáticos de insolvencia de empresas pesqueras que luego superaron esa situación. En cada proceso, pudieron aprovechar las ventajas del sistema concursal.
“Lo que te permite el sistema concursal es que nadie te ejecute tu patrimonio. En un primer momento, alineas a tus acreedores para todos enfocarse en la continuidad de la operación. Además, en este caso, se entiende que las pesqueras cayeron por un factor externo”, explica.
El momento más complejo: de la renegociación al ingreso de capitales
Para Giudice, el reto más complicado de Austral en su proceso de reestructuración financiera llegó en 2003. La disponibilidad del recurso marino volvió a afectar a la compañía y ese año incumplió el Acuerdo Global de Refinanciamiento.
Entonces, la empresa inició la renegociación en un trabajo “muy intenso” hasta mediados de 2004 para lograr que los acreedores les dieran posibilidad de continuar con las operaciones y los activos.
“La clave fue actuar con transparencia con los acreedores. Lamentablemente las obligaciones iniciales no pudieron cumplirse tal cual fueron plasmadas en 2000 y tuvieron que ajustarse para cumplirlas, porque también las proyecciones que se hicieron estaban condicionadas a la disponibilidad de la materia prima, que es muy volátil”, anota.
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En medio de este proceso, Austral también recibe el respaldo e inversión de nuevos accionistas. En ese momento, entran a la compañía Austevoll Seafood de Noruega, una empresa financiera de Nueva York y una multinacional atunera. Si bien el ingreso de estos actores fue clave, también generó otro desafío: la adopción de una nueva cultura.
“Fue un reto importante para, de alguna manera, consolidar la cultura de la compañía. Veníamos con una cultura muy fuerte en Austral que, de alguna manera, la mantenemos, pero incorporamos también la cultura principalmente del inversionista noruego que nos ha dado una visión mucho más amplia del negocio y las relaciones con los inversionistas”, destaca la ejecutiva.
En adelante, desde el 2005, afirma que la empresa se enrumbó otra vez en el cumplimiento de sus obligaciones financieras y no ha dejado de honrarlas hasta ahora.
La modernización del sector pesquero y decisiones estratégicas de Austral
Si bien Austral ya venía superando las olas más difíciles de su proceso de reestructuración, Giudice resalta que el factor fundamental que permitió a las empresas pesqueras operar de manera más eficiente y estar mejor preparadas para las crisis fue la aprobación de la “Ley sobre límites máximos de captura por embarcación”, también conocida como “Ley de cuotas”.
Antes de la entrada en vigor de esa norma, en 2009, cada empresa o armador pesquero “corría” por la captura de la mayor parte posible de la cuota global asignada, necesitando tener una capacidad de bodega importante, así como más embarcaciones y plantas de procesamiento. Con la nueva ley, se establecieron “cuotas individuales” y se reordenó el sector. Sin embargo, el cambio también tuvo un impacto social.

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“Fue un proceso en el cual la industria pesquera asumió todos los costos. Pudimos reducir la flota, pero la ‘ley de cuotas’ estableció que teníamos que pagar indemnizaciones a los trabajadores como si los hubiéramos despedido (en caso decidan renunciar) y además subvencionarles una carrera técnica de dos o tres años pagándole un 20% de su ingreso mientras estudiaban. Fue un costo importante que asumió el sector”, indica.
Acciones clave
La compañía tuvo que tomar decisiones claves a fin de fortalecer su situación financiera. Para enfocarse en los negocios más rentables, Austral dejó, poco a poco, la elaboración de conservas para mantenerse enfocado en el procesamiento y venta de pescado congelado, en el segmento de consumo humano directo (CHD).
Tras dichos cambios, la compañía ahora enfrenta los fenómenos del Niño -incluido el registrado en 2023 con fuerte impacto en la cuota global de anchoveta- con una mejor estructura financiera y operativa. “Somos empresas mucho más ‘profesionalizadas’ de las que había en años 90. En ese tiempo, la mayoría eran empresas familiares”, admite la ejecutiva.
Precisamente, más allá de los cambios regulatorios, Lizárraga también destaca la reestructuración interna de las empresas pesqueras con gerencias especializadas. Asimismo, la búsqueda de financiamiento en el exterior de sus casas matrices o nuevos inversores.
“Si tienes una gerencia especializada sabes que cada dos o tres años años ocurre lo mismo, entonces ya estás preparado cuando eso ocurra, con lo cual tu impacto se amino muchísimo. El primer paso es obviamente una salida legal, pero también apoya la estructura del grupo gerencial. Además, cuando hay fondos extranjeros, ellos también hacen o buscan que la plana gerencial sea lo más competente posible”, subraya.

Lecciones y nuevos desafíos para las empresas pesqueras
En retrospectiva, Lizárraga resalta que los acreedores de Austral se alinearon; es decir, decidieron esperar y dar un respiro a la empresa para su reestructuración. Sin embargo, esa respuesta actualmente es cada vez menos frecuente.
“Una entidad financiera no quiere esperar tanto tiempo para cobrar su deuda, porque a veces internamente tienen que castigar en crédito, etc. Entonces, ellos tienen muy poca paciencia, por decirlo así. A las empresas pesqueras si se les ayudó, pero estamos hablando de años pasados”, aclara.
Sin embargo, también reconoce que el hecho de que el origen del problema haya estado vinculado con un factor externo (clima) y no con el mal manejo de una compañía en particular también jugó a favor de una postura paciente de los acreedores que, en su mayoría, eran bancos.
“Tuvieron a bien decir ‘vamos a esperar’. Hoy, es todo lo contrario. No se quiere esperar mucho, a veces no hay mucha viabilidad, o hay un atisbo de que esto se puede liquidar y puedo cobrar algo más rápido”, añade.
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Para Liendo, la reestructuración financiera de Austral y la modernización del sector pesquero también dejan una serie de enseñanzas para la actividad empresarial. Entre ellas, la importancia de la diversificación de negocios en cuanto a productos y mercados, así como de la sostenibilidad para garantizar la conservación de los recursos marinos.
Además, recalcó que las regulaciones también pueden jugar a favor si se realizan de una manera profesional y sustentada.
De cara al futuro, remarcó que el cambio climático plantea nuevos desafíos vinculados con la ecoeficiencia, sostenibilidad, talento humano y cooperación internacional. En tanto, también se deben tomar en cuenta tendencias como el incremento de la acuicultura de manera sostenible, el crecimiento de los aceites como omega 3 entre otros para consumo humano, métodos de producción sostenible e innovadores, y el impulso a la investigación y desarrollo.
LA CUOTA DE CAPTURA AUSTRAL
En la captura de anchoveta en Perú, Austral tiene alrededor del 7% de la cuota en la zona norte – centro; y 3% en la zona sur.