Sorbetes plásticos (Foto: AFP)
Sorbetes plásticos (Foto: AFP)

PLÁSTICO. Cada año acaban en el océano unos ocho millones de toneladas de plástico, un material que puede tardar hasta 700 años en desaparecer, dependiendo de la forma que adopte. Por ello, a nivel mundial, desde hace algunos años atrás existe una corriente a favor de la reducción en consumo, sobre todo si se trata de plástico no reutilizable. En el 2002, Bangladesh fue el primer país que prohibió el uso de bolsas plásticas y hasta el momento 13 países más han establecido algún tipo de restricción, incluido el pago de algún impuesto o multa por su utilización. Kenia incluso castiga con cárcel el uso de bolsas plásticas.

En América Latina, Chile ha sido el primer país de la región en prohibir su utilización y hace unos días el Perú siguió su ejemplo al aprobar la ley que regula el plástico de un solo uso y los recipientes o envases descartables (incluido el tecnopor), una norma con la cual tanto el Estado como el sector privado (las empresas involucradas) están de acuerdo, aunque existan discrepancias sobre los plazos de adecuación (que van de los 120 días a los tres años) y dudas sobre cómo será reglamentada la norma, que aún no ha sido promulgada por el Ejecutivo.

Si bien nadie podría estar en contra de proteger el medio ambiente, crear un Impuesto Nacional a las Bolsas de Plástico para gravar la adquisición de aquellas que tengan como finalidad cargar bienes no necesariamente es la mejor opción. Como ya precisó el MEF, se trataría de un impuesto extrafiscal, pues su finalidad no sería recaudar sino desincentivar una práctica considerada nociva, pero permitiría que quienes tengan mayor poder adquisitivo pudieran continuar usándolas, además el control podría ser sencillo en los establecimientos más formales, como los supermercados, pero se complicaría en los informales. Por eso merece evaluar el mecanismo con mayor atención. En Chile, por ejemplo, se ha optado por una multa —US$ 370 por cada bolsa de plástico entregada— antes que por un impuesto.

Por último, para proteger el medio ambiente y lograr que la norma aprobada dé resultados lo que se necesita es la colaboración de la ciudadanía, lo cual se consigue con una mayor educación y difusión de los efectos nocivos del plástico en toda nuestra vida.