Editorial: Peor, imposible (Foto: Pixabay)
Editorial: Peor, imposible (Foto: Pixabay)

ESCENARIO INTERNACIONAL. “Las cosas empeoran antes de mejorar”, reza el popular dicho. Y si hay que creerlo, el 2018 tendrá que ser el año en el que la situación comenzará a corregirse. No estamos hablando exclusivamente del Perú, que vivió un 2017 que no debería ser para el olvido porque nos dejó demasiadas lecciones que es preciso aprender. El mundo entero experimentó un año horrible, aunque también hubo señales de que todavía quedan esperanzas.

El prestigio de Estados Unidos se deterioró gracias al errático Gobierno de Donald Trump, quien con sus proyectiles –en forma de tuits– se enfrentó a todo aquel que vio como enemigo, desde el dictador de Corea del Norte, hasta la actriz Meryl Streep. El desmantelamiento de las políticas de su antecesor, Barack Obama, ha puesto en riesgo la lucha global contra el cambio climático, el libre comercio en la región Asia-Pacífico y los acuerdos de desarme nuclear, mientras que su criticada reforma tributaria solo beneficiará a los estadounidenses acomodados, según sostienen los análisis independientes.

Pero en medio de este caos, Trump ha comenzado a perder apoyo de los electores. La derrota de candidatos que él endosó en estados de tradición republicana como Virginia (para gobernador) y Alabama (para el Senado) es un indicador de que las elecciones de medio periodo de noviembre próximo podrían marcar el retorno del partido Demócrata al control de al menos una de las dos cámaras del Congreso. Con ello, quizás este país también recupere algo de cordura.

El activismo también se vigorizó durante el 2017. En Estados Unidos, evitó el desmantelamiento de Obamacare y el movimiento #MeToo –que aglutina a las víctimas de acoso y abuso sexual– está camino de provocar un necesario cambio en las relaciones laborales y profesionales. En Europa, el activismo impidió el triunfo electoral de la extrema derecha en países considerados baluartes de la democracia –Alemania, Francia, Países Bajos–, aunque ha habido retrocesos en otros con menos fundamentos liberales como Polonia, Hungría y Turquía.

En América Latina, Chile se sumó al viraje hacia la centroderecha que en el 2016 iniciaron Argentina, Brasil y Perú –Colombia tiene un buen tiempo en esa posición–. El mayor riesgo que afrontará la región en el 2018 es que México, sumido en la violencia provocada por las luchas entre narcotraficantes, se incline por la opción populista (de izquierda). Esas experiencias han resultado desastrosas para la región, y la muestra palpable es Venezuela, que se cae a pedazos ante la mirada impasible de sus vecinos.

El liderazgo global, que Trump ha dejado vacante, no podría ser asumido por un gobernante autócrata como Xi Jinping. Angela Merkel y Emmanuel Macron están demasiado ocupados intentando salvar la Unión Europea, y a Justin Trudeau todavía le falta ganar experiencia. Así que todo indica que, si las cosas mejorarán en el 2018, será de la mano de la gente común y corriente que ha decidido alzar la voz para exclamar que ya basta.