Socio de Vinatea & Toyama
El 2022 se presenta como un año retador en el ámbito laboral tanto por el impacto de la pandemia en el empleo como por los drásticos cambios en las relaciones laborales que se verá en la pospandemia. Todo ello, en medio de un gobierno que busca endurecer la regulación y no encuentra un norte para el diálogo social. A continuación, algunos drivers importantes.
Mayor regulación. El Estado, incansable, seguirá focalizado en regular lo ya altamente normado. Poco avance para atacar la informalidad del 80% y que las personas tengan protección social. Las leyes se concentran en los formales. Al final, la apuesta pareciera ser más leyes y menor estímulo para la creación de empleos decentes. Además del aumento de la Remuneración Mínima Vital (RMV), se prevén limitaciones para la contratación laboral, reducción de jornadas, dificultades para el trabajo remoto, mayor empoderamiento de sindicatos y más negociaciones colectivas, así como nuevas cargas a las empresas por las limitaciones de la emergencia sanitaria.
Más fiscalizaciones y juicios. Los reclamos y denuncias seguirán creciendo por una mayor participación de inspectores y jueces, más demandas de los trabajadores, así como por los incumplimientos de las empresas ya sea por las crisis o casos lamentables de evasiones y simulaciones.
Mediatización y organizaciones sociales. Los sindicatos, comunidades y el periodismo ciudadano pondrán más “lo laboral” en los medios, en la prensa y redes sociales. Los casos sociales, incumplimientos y fraudes se viralizan, y cada vez son mecanismos más eficientes que los tradicionales para acusar a los malos empleadores.
Empleo público. Seguirá pendiente en la agenda insistir en la continuidad de la reforma del servicio civil para contar con un sistema meritocrático y de atracción y retención del talento. Trabajadores CAS, “por honorarios” y sin mejoras remunerativas, son parte del portafolio poco alentador para tener a los mejores en el servicio público.
¿Qué nos toca? Las empresas deben tener el más alto estándar de prácticas de gestión humana. Nunca más oportuno “trata a los demás como te gustaría que te traten”. La parte “soft”: tratando con respeto, escuchando, con transparencia y genuina actuación por su bienestar. La parte “hard”, evitando plazos fijos por años, trabajadores fuera de planillas, horas extras sin pagos, trabajos sin equipos de protección, etc.
Hagamos lo correcto gremialmente. Exijamos buenas conductas corporativas. Las empresas deben distinguirse de las malas prácticas y hasta apartarse de aquellas que no cumplen los estándares mínimos. Y, busquemos al Estado, proponiendo mayor diálogo social, buscando asociaciones y políticas para volver empleables a más peruanos y sacar adelante al país.
El reto de las grandes empresas es salirse de su caparazón y apostar por todos los peruanos. Los trabajadores lo reconocerán e impactará en el clima laboral. Y, para los accionistas y directores: todo lo que impacta en el clima, siempre genera mayor productividad.