Con demasiada frecuencia, los ahorros para emergencias se convierten en un enfoque solo después de que ocurre una crisis. Foto: Indecopi
Con demasiada frecuencia, los ahorros para emergencias se convierten en un enfoque solo después de que ocurre una crisis. Foto: Indecopi
Redacción Gestión

Imagina un escenario en el que, durante un breve período entre empleos ―y sin― enfrentas una emergencia médica repentina que requiere hospitalización. Es una experiencia preocupante pero demasiado común. Las consecuencias financieras después del tratamiento son abrumadoras: una factura médica de cinco cifras que te obligó a usar todos tus ahorros, asumircon altos intereses y posponer gastos críticos para tu familia.

Este es un recordatorio claro de cuán rápidamente un solo evento inesperado puede desestabilizar la situación financiera de un hogar, y de lo vital que es construir resiliencia antes de que ocurra una crisis.

En la Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Davos de este año, las conversaciones sobre resiliencia financiera estuvieron en el centro de atención. A medida que aumentan las tensiones geopolíticas y las cadenas de suministro globales siguen bajo presión, las vulnerabilidades en los mercados financieros ―y las cargas fiscales que enfrentan los gobiernos de todo el mundo ―son imposibles de ignorar. El mensaje predominante fue claro: los enfoques tradicionales de planificación financiera ya no son suficientes en el panorama económico en constante evolución de hoy.

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En una era definida por la desglobalización, la inflación persistente y la fragmentación económica, la seguridad financiera debe ser repensada. De manera alentadora, en Davos, hubo un creciente consenso entre los líderes globales de que garantizar la resiliencia financiera a largo plazo requiere acción colectiva en todos los sectores: gobiernos, empresas e instituciones por igual.

La educación financiera debe ser prioritaria

La preparación financiera no puede tratarse como una preocupación secundaria. Aunque no existe una solución única para un problema tan complejo, persiste un desafío fundamental: nuestros sistemas de actuales son en su mayoría reactivos en lugar de proactivos, señala el Foro Económico Mundial.

Con demasiada frecuencia, los ahorros para emergencias se convierten en un enfoque solo después de que ocurre una crisis. En Estados Unidos, por ejemplo, las tendencias de búsqueda sobre Cuentas de Ahorros para Emergencias (ESA, por sus siglas en inglés) aumentan regularmente después de desastres naturales, como huracanes o incendios forestales. Pero cuando las personas comienzan a buscar soluciones, la ventana para una preparación efectiva ya se ha cerrado.

La resiliencia debe cultivarse mucho antes de que ocurra la adversidad. Eso requiere un cambio de mentalidad: uno que enfatice la estructura y la planificación a largo plazo, en lugar de soluciones reactivas. Sin este cambio, millones permanecen expuestos, recurriendo a tarjetas de crédito, préstamos de día de pago o retiros anticipados de cuentas de jubilación, herramientas que ofrecen alivio a corto plazo pero que a menudo profundizan la vulnerabilidad financiera a largo plazo.

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Del salario a la red de seguridad

No se puede subestimar la importancia de construir márgenes financieros. Sin embargo, para muchos hogares, elsigue siendo una prioridad baja, hasta que las circunstancias no dejan alternativa. En el entorno actual de altas tasas de interés, aumento del costo de vida y volatilidad del mercado, ahorrar de manera constante se ha vuelto aún más desafiante. Sin el apoyo adecuado, las personas a menudo se encuentran atrapadas en ciclos de .

Sin embargo, los empleadores están en una posición única para ayudar a romper este ciclo. Al integrar opciones de ahorro directamente en los sistemas de nómina y diseñar programas que apoyen contribuciones regulares, las empresas pueden desempeñar un papel clave en el fortalecimiento de la base financiera de su fuerza laboral.

A pesar de las claras ventajas, la adopción por parte de los empleadores sigue siendo limitada. Aunque los empleados buscan cada vez más apoyo para su bienestar financiero, pocas organizaciones han incorporado una infraestructura de ahorro sólida en sus paquetes de beneficios. Esto representa una oportunidad perdida, no solo para los empleados, sino también para los empleadores.

Datos del National Fund for Workforce Solutions muestran que las empresas que implementan programas de bienestar financiero con opciones de integradas experimentan un aumento del 43% en el compromiso de los empleados y un incremento del 40% en la productividad. La relación entre seguridad financiera y rendimiento laboral es, a la vez, medible y significativa.

Una responsabilidad compartida global

Los desafíos que enfrentan los sistemas financieros no se limitan a un solo país. En Estados Unidos, la brecha de estimada en 50 billones de dólares subraya la magnitud del problema, dejando a las personas sin recursos adecuados para la jubilación, emergencias o educación, y aumentando la dependencia de soluciones financieras a corto plazo.

En la Unión Europea, los cambios demográficos plantean preocupaciones similares. Entre 2015 y 2050, la proporción de la población mundial mayor de 60 años casi se duplicará, pasando del 12% al 22%, un aumento significativo desde uno de cada cinco en 2020. Esta población envejecida ejerce una gran presión sobre los sistemas de pensiones, los mercados laborales y los programas de bienestar público. Mientras tanto, en China persisten marcadas disparidades en el acceso a herramientas financieras y educación, a pesar de que las tasas de agregadas siguen siendo altas.

Si bien las particularidades varían según la región, el problema de fondo es el mismo: los sistemas financieros tienen dificultades para mantenerse al ritmo de una economía global en transformación.

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Construyendo resiliencia financiera

Abordar estos desafíos requiere una colaboración coordinada entre sectores. Los empleadores desempeñan un papel fundamental, pero no pueden resolver este problema por sí solos. Plataformas como el Foro Económico Mundial son esenciales para fomentar el diálogo entre líderes empresariales, instituciones financieras, responsables de políticas e innovadores, con el objetivo de co-crear soluciones sostenibles.

La tecnología ofrece herramientas poderosas para facilitar el ahorro, ya sea a través de deducciones automatizadas en la nómina o de asesoramiento financiero impulsado por IA que se adapta a las necesidades y comportamientos individuales. Al mismo tiempo, las políticas públicas pueden acelerar la adopción mediante incentivos a los programas depatrocinados por empleadores y la ampliación del acceso a través de iniciativas como los planes de jubilación con inscripción automática.

Es fundamental reconocer que los individuos también son actores clave. Su participación en los programas existentes y su defensa de un acceso más amplio a soluciones de bienestar financiero son esenciales para impulsar un cambio cultural a largo plazo.

En un mundo donde la incertidumbre económica y geopolítica ya no es la excepción sino la norma, la pregunta no es si ocurrirá otra crisis financiera, sino cuándo. El momento de invertir en resiliencia es ahora.

La estabilidad financiera no debe ser una reflexión tardía activada por una crisis, sino un pilar central de nuestros sistemas económicos: construido de manera proactiva, respaldado equitativamente y sostenido colectivamente.

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