En España, el modernismo supuso un estallido de creatividad y renovación que encontró en la burguesía catalana, que buscaba diferenciarse, su mejor cliente. Surgió en oposición al academicismo arquitectónico y al eclecticismo de los neo, con formas inspiradas en la naturaleza, y es por ello que nunca ha perdido sus connotaciones de estilo moderno, innovador y algo transgresor.
Los propietarios siempre han sido conscientes del valor de estos inmuebles. Incluso en los momentos donde la burguesía ha preferido residir en otras zonas, como la parte alta de Barcelona en busca de edificios más nuevos, las propiedades modernistas se han convertido en sede de despachos o sedes institucionales, pero rara vez salían al mercado. En los últimos cinco años la situación ha cambiado y la crisis económica ha permitido que estas viviendas circulen en el mercado.
Un pedazo de historiaLa motivación para adquirir una propiedad es obvia: supone poseer un pedacito de historia, vivir en un edificio único. Pero no hay que olvidar la contrapartida: la mayoría de las veces son edificios protegidos. La normativa, además, no suele limitarse a la fachada (el nivel más bajo de protección) sino que afecta a todo el inmueble. Y es que el genio creativo de los arquitectos de esta época se expandía por toda la propiedad, entendida ésta como un proyecto único. Tanto los elementos constructivos (cerámicas, forja, yeserías o coloridos pavimentos de suelo hidráulico), como los decorativos (muebles, vidrieras, lámparas o joyas) son pequeños tesoros artísticos.
Para Silvia Sanz, agente de valoraciones y ventas de Lucas Fox Barcelona, no es fácil fijar el precio medio de un inmueble de estas características: "¿Cómo se valora una obra de arte? El precio, la mayoría de las veces es subjetivo. Es el que un comprador interesado esté dispuesto a pagar". Lo vemos a menudo en las subastas de arte, el capricho personal de alguien que puede permitírselo provoca a menudo un nuevo record de precio de venta.
Respecto al tipo de cliente interesado en estas propiedades, Sanz asegura que los hay nacionales e internacionales. De estos últimos, destaca su meticulosidad y buen hacer a la hora de emprender una reforma. "Se documentan sobre la historia del edificio, se interesan por su pasado de una forma más notable que los compradores de aquí".
No hay que olvidar que la restauración de una casa así necesita emplear profesionales de artes decorativas que ya hoy apenas se emplean, por lo que será una tarea casi artesanal y en ocasiones costosa. Sin embargo, el placer de vivir en estos inmuebles, de ver la luz entrar por sus alegres vidrieras, de hacer vida debajo de sus fantásticas yeserías y de saberse parte de la historia, como se suele decir: no tiene precio. Si ha decidido dar el paso, en el Eixample barcelonés tiene el mejor escaparate para decidir con cual quedarse.
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