Una de las preguntas que se hacen los empresarios, a fin de mejorar su desempeño, es cómo responder cuando el competidor reduce el precio de los productos.
Y, en muchos casos, la reacción inmediata es actuar de forma similar, con una rebaja de precios.
Sin embargo, está demostrado que ante la presencia de competidores agresivos, una guerra de precios no beneficia a nadie, por el contrario, solo desgasta el mercado, señaló Fernando Gallardo, director del Programa Especializado en Marketing y Ventas de la Universidad de Piura.
“Se debe evitar esta práctica; en una competencia en precios siempre termina prevaleciendo el que tiene el bolsillo más grande, el que puede aguantar más”, sostuvo.
Así, lo primero que recomendó el especialista es identificar la causa de la decisión del competidor.
Cuando los demás ofertantes bajan precios no siempre es con el objetivo de competir, sino por una promoción temporal pero el microempresario, en su preocupación, responde en la misma línea, expresó.
Según Gallardo, en caso de que el competidor disminuya precios solo por un periodo, no habrá problema, pero si las intenciones realmente son entrar en una guerra de precios, es necesario que el microempresario analice si su negocio está en condiciones de responder.
“En lugar de bajar precios, el microempresario debería optar por una bonificación de producto, por ejemplo, ofrecer dos unidades por el precio de una o llevar el segundo bien a mitad de precio”, comentó.
Con esto, el consumidor percibe que para acceder a la promoción deberá adquirir un producto más y el negocio se beneficiará con la venta de más unidades, agregó.
En un tercer escenario, mencionó, cuando el vendedor siente que no tiene otra alternativa de respuesta más que un menor precio, el análisis se debe enfocar en el propio producto.
Si el rival ha bajado el precio y el cliente pretende que todos reduzcan precios, significa que el usuario adquiere el producto solo por el precio, refirió.
Entonces, enfatizó que el microempresario deberá evaluar si el bien en venta es lo suficientemente diferenciado del ofertado por el competidor, como para que el consumidor esté dispuesto a pagar un poco más.
“Darle un valor agregado al bien justificará que el cliente pague un precio superior por un producto similar al de la competencia”, acotó.