La participación de la cartera reprogramada en el sistema financiero se redujo en el último año, sin embargo, el retroceso fue en distinta magnitud por cada segmento de crédito.
Así, los créditos hipotecarios registran los porcentajes más altos de reprogramación, con 5.5% al cierre del primer trimestre, según el reporte de Estabilidad Financiera de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS). Aunque, este porcentaje es menor al 7.3% registrado en similar periodo del 2022.
Esto se explica principalmente porque son préstamos con plazos mayores y, por ende, reprogramaciones más largas, señaló el superintendente Adjunto de Banca y Microfinanzas, Jorge Mogrovejo.
Si bien estuvieron bajando las reprogramaciones por Covid-19, aumentaron aquellas causadas por las protestas y desastres naturales, acotó.
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Walter Rojas, gerente central de Negocios de Caja Cusco comentó que, con la pandemia, las tasas de interés hipotecarias tocaron mínimos y muchos trabajadores, dependientes e independientes, tomaron financiamiento para vivienda a plazos de 10, 15 o 20 años.
Sin embargo, la elevada inflación, los conflictos sociales y lluvias, afectaron la capacidad de pago de los deudores quienes se vieron obligados a reprogramar sus obligaciones, operaciones que se observaron con mucha intensidad en diciembre del año pasado y el primer bimestre de este año, agregó.
De acuerdo con la SBS, el crédito de consumo e hipotecario creció 16.9% a diciembre de 2022, pero los ingresos formales apenas aumentaron 4.9% en el mismo periodo.
Una reprogramación otorga la posibilidad de no caer en mora y permite disminuir el pago mensual temporal o totalmente, obtener periodos de gracia o prolongar algunas cuotas hacia el final, manifestó Manuel Balcázar, experto en mercado inmobiliario y exdirector nacional de Vivienda del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS).
“Los deudores del crédito Mivivienda, por ejemplo, cuentan con un subsidio relacionado con la puntualidad en el pago, si hay problemas de ingresos y no se paga la cuota se pierde ese bono, pero el cliente no quiere eso”, expresó.
Además, el público considera su inmueble como un bien de mucho valor y recurren a todas las herramientas financieras posibles para no caer en impago y perderlo, precisó Rojas.
Según el especialista, cuando el plazo del préstamo es menor a 15 años, la reducción de la cuota -después de una reprogramación- es significativa para el bolsillo del deudor, empero dicha variación es pequeña cuando la hipoteca se toma a 20 años o más.
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