
En un país donde el 60% de los ciudadanos no consigue ahorrar cada mes y solo el 42% logró hacerlo en 2022, según la Encuesta Nacional de Capacidades Financieras, el debate es inevitable: ¿es mejor priorizar el ahorro de corto plazo o la inversión a largo plazo?
En Lima y otras ciudades, la práctica del “ahorro informal” sigue predominando. Datos de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) revelan que el 26% de los peruanos guarda dinero en casa, mientras solo un 17% utiliza el sistema financiero formal. Esta dinámica limita la capacidad de respuesta ante imprevistos y dificulta la proyección de objetivos de largo alcance.
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Para Goal Capital, la clave está en una estrategia que integre ambos enfoques, tanto el ahorro a corto plazo como la inversión pensando en el futuro, con metas claras y disciplina.
“El ahorro te da tranquilidad hoy y la inversión te construye bienestar mañana. No es cuestión de elegir uno, sino de saber cuándo usar cada herramienta según tu horizonte financiero”, explica Gonzalo Loayza, CIO de Goal Capital.

La firma recomienda empezar por destinar alrededor del 10 % del ingreso mensual a un fondo de emergencia en una cuenta bancaria o depósito a plazo con acceso rápido y sin riesgos. Una vez acumulado el equivalente a tres o seis meses de gastos, se puede asignar otro 10% a 15% a instrumentos diversificados como fondos mutuos, ETF o depósitos de mediano plazo.
“Cuando ya tienes tres o seis meses de presupuesto cubierto, ese dinero deja de tener urgencia y puede empezar a trabajar por ti, incluso superando la inflación”, añade Loayza.
En ese sentido, resume el camino hacia un balance efectivo entre ahorro e inversión en cuatro pasos:
- Definir metas con claridad. No es lo mismo ahorrar para un viaje que para la compra de una vivienda o la jubilación. El fondo de emergencia debe cubrir al menos seis meses de gastos básicos.
- Automatizar los aportes. Programar transferencias mensuales evita la tentación de gastar y crea un hábito financiero sólido.
- Diversificar para reducir riesgos. Combinar opciones líquidas y seguras con instrumentos de mayor potencial de rentabilidad ayuda a proteger el capital y generar crecimiento.
- Evaluar y ajustar periódicamente. Revisar al menos una vez al año el avance de metas y el desempeño de las inversiones permite adaptarse a cambios personales y del mercado.
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En un entorno de alta informalidad financiera y con la inflación como amenaza latente, el experto sostiene que la decisión no pasa por elegir entre ahorro o inversión, sino por aplicar ambos de forma ordenada y estratégica para asegurar estabilidad en el presente y crecimiento en el futuro.