
La ola de extorsiones se extiende en el país y se ensaña con algunos sectores que hasta hace pocos años vivian una cotidianidad distinta.
El drama de los transportistas se torna cada vez más complejo, bajo el acecho de la criminalidad desbordada que amenaza con quitarles todo.
Las penurias del sector se agravan ante la constatación de que las salidas a la crisis se cierran, con un Gobierno inerte ante el avance delincuencial, y con otros estamentos que se ven involucrados por la gravedad del problema.
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Uno de estos es el sistema financiero que, en su rol primigenio de proteger los recursos de los ahorristas que luego intermedia y distribuye entre los agentes económicos que los requieren, empezó a restringir los préstamos a ese sector clave de la sociedad.
Así, los bancos redujeron los préstamos a las empresas de transporte a S/ 16, 979 millones a agosto, monto menor en S/ 551 millones al de un año atrás, según datos de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS). Las financieras, en ese lapso, los contrajeron en S/ 126 millones a S/ 432 millones.
Tal evolución contrasta con el incremento en los créditos bancarios al sector empresarial en su conjunto, en unos S/ 6,000 millones, y a nivel sectorial, con mayores montos para la agricultura, manufactura y comercio, entre otros con más incidencia en el PBI.

Ingresos más volátiles
Las entidades prestamistas están mirando con mayor cautela al sector transporte por la difícil coyuntura por la que atraviesan y ahora aplican políticas de crédito más estrictas, manifestó a Gestión el gerente de división de estrategia y finanzas de Financiera Confianza, Víctor Blas.
“Cuanto más expuestas están a la extorsión, las instituciones financieras están limitando más los créditos a este sector, por la variabilidad de los ingresos que pueden ser afectados fuertemente. No solo a los transportistas (masivos), sino desde el taxista, desde el más pequeño transportista para arriba”, comentó.
La mayor percepción de riesgo que la banca observa en el sector obedece a que se afecta la generación de ingresos y, por tanto, su capacidad de pago, pues esta actividad económica afronta “una maraña de dificultades” que le impide circular y operar con la normalidad de antes, añadió.
“Hay más volatilidad en los ingresos de los transportistas, que trabajan con condiciones difíciles, y para las instituciones financieras eso implica mayor riesgo e incertidumbre; entonces restringe los créditos, los desembolsos al sector”, detalló.
Al mismo tiempo, estos empresarios, obligados al pago de cupos por los extorsionadores, dan prioridad a este gasto, ya que implica un riesgo para sus vidas, antes que a atender las obligaciones contraídas en el sistema financiero, sostuvo Blas al enfatizar que, por esta vía, también se deteriora la capacidad de pago de los transportistas.
“Ya no se financia a una persona con una unidad (de transporte), sino a los que tienen más de una unidad, para que puedan cumplir con pagar”, dijo.Las restricciones que aplica la banca se traducen en desembolsos de menor monto, tasas de interés más altas o en denegación del crédito, agregó.
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Otros sectores
Pero la criminalidad no acecha y provoca reducción del crédito solo en el transporte, sino en otras actividades con las que también se ensaña.
De esta forma, para las empresas de construcción los préstamos bancarios disminuyeron en S/ 219 millones a S/ 4, 274 millones en el periodo de análisis, y para la enseñanza o educación, en S/ 139 millones a S/ 4, 204 millones.
Blas indicó que las extorsiones a la construcción se remontan a varios años atrás, aunque ahora ganan mayor visibilidad ante el agravamiento delictivo.
Jorge Delgado, past president de Asomif, sostuvo que muchos empresarios siguen siendo afectados por la extorsión –en algunos segmentos más que otros– pues ahora deben dividir los ingresos de sus negocios entre su familia y los criminales.
“Los emprendedores temen exponerse a los delincuentes; por ejemplo, los transportistas están saliendo a trabajar para pagar cupos. Esto desincentiva a las empresas a tomar más financiamiento para ampliar o renovar la flota pues el costo de cada unidad vehicular es significativo”, indicó.
Además, adquirir nuevos buses podría ser señal de crecimiento del negocio y eso atrae a los prestamistas del gota a gota o extorsionadores, acotó.
Arturo García, docente de Esan, precisó que ahora la actividad crediticia no solo depende de un buen desempeño en la economía, sino de la seguridad que también se ha convertido en un factor relevante.
“El deterioro en el financiamiento al sector transporte es evidente, las constantes denuncias por extorsión y protestas indican que la gente no puede trabajar, menos va a endeudarse para crecer”, dijo.

Tope a tasas de interés
El sector construcción, a pesar de haber recuperado dinamismo en los últimos años, no crece en la toma de financiamiento, por la falta de seguridad en los proyectos que inician, comentó Arturo García, de Esan.
Jorge Delgado lamentó que las autoridades no tomen ninguna medida frente a la ley de tope a tasas que fue –en su opinión– el detonante de la deplorable situación que viven hoy muchos emprendedores.
“Cuando se implementó las tasas máximas, nadie creyó que crecería un mercado informal paralelo, el préstamo gota a gota. Ahora no solo es un préstamo, si el empresario no lo acepta, le ofrecen protección y si lo vuelve a rechazar le cobran cupo para que pueda operar”, expresó.
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Economista periodista. Estudió economía en Pontificia Universidad Católica del Perú. Editor de Finanzas por 10 años.

Economista de la Universidad de Piura. Actualmente se desempeña como redactor de Finanzas en Diario Gestión.