Al llegar a la cuadra 12 de la avenida La Mar un jueves por la noche, el conductor del Uber me mira con gesto dubitativo. “Sastrería Martínez…aquí sería”, dice, sin que ningún letrero lo confirme. Le devuelvo el mismo gesto: me tocará completar la búsqueda de este “punto oculto”.
“El local nos llevó al concepto”, me dice unos minutos después Diego Macedo, socio, manager y cabeza creativa del bar Sastrería Martinez. La ubicación del espacio, escondido en el semisótano de un edificio de oficinas, invitó a Macedo y sus dos socios a jugar con el concepto de “speakeasy” o bar camuflado detrás de un negocio de fachada que caracterizó los tiempos de la Prohibición en EE.UU.
La carta ideada por Macedo llega en forma de muestrario de telas, impresa en un papel especial que incluso se deshilacha. Reúne 18 cócteles originales, estructurados hasta el mínimo detalle. Hay espacio para etiquetas de todo el mundo, incluidos destilados peruanos. Se aprovechan diferentes técnicas para incorporar ingredientes de aquí y de allá: pomarrosa, lima kaffir, copoazú, licor de regaliz y trufa blanca, entre otros. La estética se basa en detalles, como en el cóctel Enmienda 18, decorado con una tarjeta que cita el texto constitucional que decretó la ley seca.
Provoca sentarse en varios de los espacios del local, pero el mejor es la barra, pues permite presenciar en primer plano el trabajo coreográfico del equipo que comanda Macedo. Los propios bartenders —en nuestro caso, Katy y Rey— nos explicaron con el detalle justo los tres cócteles de la noche.
El Commodore es una forma completamente diferente de abordar el pisco: un clarificado con Barsol Torontel, Cocchi Storico, leche de almendras al toronjil, piña y canela. El Free Spirit, con Tanqueray Ten al kaffir, Branca Menta, licor de pino, limón, menta y hierbaluisa, te saca del calor de Lima para llevarte a un fresco bosque con sus notas cítricas y herbáceas. Y el favorito de la noche, el Le Barón, con Gin Mare, Campari infusionado, vermuts, amaro y pomarrosa, lo tiene todo: un sabor que evoca al Mediterráneo, un look a la vez elegante e instagrameable, y una historia familiar detrás. Así, Le Barón, se llamaba la sastrería del padre de otro de los socios de este bar que hoy triunfa detrás de las telas.
Claves
- Piqueos. La carta está a cargo de Antonio Arone. Recomendados: el tataki de salmón y la pizzeta de taleggio y peras.
- Invitados. El bar tiene una intensa agenda de visitas de bartenders internacionales y chefs locales. Novedades en su cuenta de Instagram.
- Experiencia. Impresiona la variedad de whiskys. Se puede pedir una degustación de tres opciones, que van cambiando cada 15 días.