Silvia Campodónico es arquitecta de profesión. Sin embargo, cuando conoció la docencia, ya no supo cómo dejarla. Una maestría para estar al día de las tendencias, estudios sobre marketing, administración y finanzas le sirvieron para hacer de esa nueva pasión una carrera que ejerce ahora como gerente general de Toulouse Lautrec.
¿Siempre fue líder?
Creo que se nace siéndolo. Yo no me daba cuenta, pero hacía que el equipo a pesar de que no me reportara, me siguiera. Creo también que fue importante que vieran que tengo garra, soy todo terreno, me ensucio las manos porque así predicas con el ejemplo. Si yo tengo que ponerme a clavar para poner un cuadro, lo hago.
¿Quién le hizo darse cuenta de que podría ser líder?
Yo era súper introvertida, cuánto más pasara desapercibida, era mejor. La anterior directora de Toulouse me ayudó a darme cuenta de mi real potencial y empecé a desarrollarlo. Eso sirvió para agarrar valor y asumir ciertas responsabilidades sin miedo a equivocarme. Ahora prefiero pedir perdón que pedir permiso.
¿Qué le costó más aprender?
Puedo ser muy amiga de los estudiantes, pero llega un momento en el que tengo que asumir mi rol de líder y hay cosas que tienen que ser de determinada forma. A veces, puede ser difícil diferenciar eso. Al inicio, cuando era más joven, era por eso un poco más autoritaria.
¿Por qué?
Es difícil lograr que otros hagan lo que quieres porque les nace y no porque se los impones. Para eso es clave ganarse la confianza de las personas y empoderarlas.
¿Qué es lo que más le saca de quicio de un equipo?
(Ríe) He aprendido a respirar. Tengo una persona que no me reporta directamente pero está conmigo y que al inicio me contradecía en todo. Hace 15 años pensaba: “no se está dando cuenta que soy el jefe”. Luego entendí que tenía que escucharlo, pero al principio me daba cólera. En realidad lo que hacía era hacerme ver cosas que yo no estaba viendo.
¿Alguna vez le dio miedo ser reemplazable?
Todos lo somos. Creo que en algún momento me van a reemplazar, pero miedo no tengo. Nosotros ya hemos tenido una venta y sigo acá. Entonces creo que hay que tener la capacidad de transformación. Yo misma me sorprendo de cómo en estos dos años mi pensamiento ha cambiado y lo que creía que era imposible lo estamos haciendo.
¿Qué error ha marcado su carrera profesional?
Siempre que pierdes talento, piensas que algo nos ha hecho bien tú.
¿Recuerda la primera vez que tuvo que decirle adiós a una persona en el plano laboral?
Sí, es algo doloroso no solo para la persona, sino para la empresa porque tienes que volver a empezar. Así que hay que tener mucho cuidado con las contrataciones. Pero si se va de la compañía y era un buen talento, como jefe tienes que decir: “ojalá que le vaya muy bien en el lugar nuevo y que crezca porque después tal vez va a regresar”. Así fue mi caso con Toulouse.
¿Hay una forma de reducir las probabilidades de errar en ello?
Siempre trato en mis entrevistas sobre la parte personal, porque el conocimiento básicamente se aprende, pero lo que no puedes cambiar es tu forma de ser, tus habilidades blandas.
Entrando en la parte personal entonces, ¿qué disfruta hacer en su tiempo libre?
Me encanta la música, me encanta bailar y cantar aunque sé que lo hago porque tengo bastante personalidad (ríe). Escucho todo tipo de música, desde y violines hasta reggaeton, pero no me gusta mucho el metal. Y me gusta leer, aunque ahora estoy dedicada mucho a lo relacionado a investigación por mi doctorado.
¿Cuál diría que es el mayor obstáculo de las empresas para innovar?
Creo que puedes ser creativo, pero innovas cuando haces que las cosas pasen. Y esa es un poco la función del líder. Si planificas todo pero no tiene acogida de parte de las personas, tampoco es innovación.