Aunque es cierto que los bovinos que pastan ayudan al planeta renovando los prados que absorben CO2, en general la agricultura es responsable del 12% de las emisiones de efecto invernadero en el mundo. (Foto: Pixabay)
Aunque es cierto que los bovinos que pastan ayudan al planeta renovando los prados que absorben CO2, en general la agricultura es responsable del 12% de las emisiones de efecto invernadero en el mundo. (Foto: Pixabay)

Cuando observamos a una rumiar tranquilamente en un prado es difícil imaginar que el animal está dañando al a partir de la liberación de metano.

Porque, aunque es cierto que los bovinos que pastan ayudan al planeta renovando los prados que absorben CO2, en general la agricultura es responsable del 12% de las emisiones de efecto invernadero en el mundo, especialmente el metano, el segundo gas perjudicial después del dióxido de carbono.

La agricultura y la ganadería generan un 40% del metano vinculado a la actividad humana. El resto procede principalmente del sector gasístico.

Esto se debe sobre todo al proceso de digestión de los rumiantes, que liberan metano al eructar, y no como se suele atribuir a sus flatulencias. El 95% de las emisiones de metano de los bovinos provienen de su hocico.

La investigación, tanto pública como privada, multiplica las iniciativas para remediarlo, aunque por ahora es difícil que lleguen a implementarse en las granjas.

El gigante estadounidense Cargill desarrolla un proyecto con la empresa emergente británica Zelp sobre un dispositivo en forma de cabestro. El mecanismo, colocado en el hocico de las vacas, filtra el metano para transformarlo en CO2, cuyo efecto de calentamiento de cada molécula es mucho menor que el de una molécula de metano.

“Los primeros datos son interesante, con reducciones de emisiones de metano a la mitad”, señaló recientemente Ghislain Boucher, responsable del servicio de rumiantes en el fabricante de alimentos para animales Provimi (filial de Cargill).

El aparato, sin embargo, todavía tiene que ser probado “en condiciones reales”, antes de plantearse su comercialización a finales del 2022, o el 2023.

A corto plazo, Cargill empieza a vender en Europa del norte un complemento alimentario químico, el nitrato de calcio: 200 gramos en la ración diaria permitiría reducir las emisiones de metano de 10%.

El coste se estima a “entre 10 y 15 céntimos por vaca y día”, precisó Boucher al margen de un encuentro profesional de ganadería en el centro de Francia.

Algas en el menú

Según un estudio estadounidense, el potencial de las algas rojas como complemento alimentario es muy superior, con reducciones de emisiones que pueden llegar a más del 80%. Si estos resultados se pueden reproducir, sería conveniente desarrollar el cultivo de algas rojas, sobre todo cerca de las granjas, según investigadores californianos.

A todo esto, se tiene que ver cómo reaccionarán los ganaderos, que tendrán que pagar más caro sin mejorar los beneficios económicos de los animales, salvo si son remunerados en forma de créditos de carbono, por ejemplo. Y también se debe tener en cuenta qué harán los consumidores, preocupados por los alimentos que ingieren los bovinos que acaban en su plato.

Los expertos contactados por la AFP coinciden en decir que, por ahora, ya sería posible reducir el número de animales considerados improductivos, por ejemplo, adelantando la edad en la que las vacas tienen su primer ternero.

Un informe del programa de Naciones Unidas para el medioamenbiente indicaba en mayo del 2021 que las soluciones tecnológicas tenían un “potencial limitado” para reducir de forma significativa las emisiones del sector.

El documento recomendaba antes intentar cambiar algunos hábitos, como la reducción del despilfarro alimentario, la mejora de la gestión de los criaderos y la adopción de un régimen alimentario con menos carne y productos lácteos.