Presentarse como voluntario para probar las vacunas para el Covid-19 no es necesariamente una locura o una falta de ética. Es inteligente y tiene beneficios que superan con creces los riesgos.
Los llamados ensayos de desafío, como los llaman los científicos, aceleran enormemente el proceso de pruebas de vacunas y también podrían ayudarnos a comprender la inmunidad natural de las personas que ya han sido infectadas.
Esto no significa abandonar el marco de la ética médica que vela para que no se cometan abusos contra los sujetos sometidos a la investigación humana. Significa reconocer que existen riesgos y beneficios exclusivos de esta situación.
Me enteré de los ensayos de desafío humano para el desarrollo de vacunas a fines de marzo, cuando entrevisté a Nir Eyal, especialista en ética de la Universidad de Rutgers. Él fue quien me contacto con Josh Morrison, quien comenzó una fundación llamada 1daysooner. Me inscribí a la lista dispuestos a ser sujetos de estudio de la vacuna Covid-19, junto a otras 3,000 personas.
“Los voluntarios se beneficiarían al ser los primeros en sentirse a salvo de la enfermedad y de desarrollar la inmunidad más rápido”.
Antes del Covid-19, la organización facilitaba las donaciones de órganos vivos. Pero los estudios de vacunas, incluso si son riesgosos, no requieren tales actos altruistas. Lo que sí requieren son sujetos con la capacidad de adquirir y comprender información técnica.
Soy periodista y he pasado décadas entrevistando a científicos y desde febrero, estoy en un flujo constante de llamadas telefónicas con virólogos, inmunólogos, epidemiólogos, neumólogos, hematólogos y expertos en comunicación de riesgos. He digerido y entendido lo que han dicho. Si alguien pudiera dar un consentimiento plenamente informado, yo califico.
Riesgos de voluntarios
A las filas de voluntarios se suelen unir científicos, estudiantes de medicina, especialistas en ética médica y otros que tengan las habilidades relevantes para adquirir el conocimiento suficiente para dar un consentimiento genuinamente informado.
Expertos señalan que participar en la prueba de vacuna no sería necesariamente más riesgoso que estar expuesto al virus. Incluso podría ser más seguro, ya que los voluntarios probablemente serán supervisados y tratados temprano con el mejor nivel de atención.
Sin embargo, existe un ligero riesgo de algo llamado “mejora dependiente de anticuerpos”, en el que la vacuna realmente ayuda al virus a ingresar a las células. Algo así sucedió con una vacuna contra el dengue, pero tendría que ser extremadamente desafortunada para que ocurra en este caso sin aparecer primero en estudios con animales.
El lado positivo
Aunque algunos especialistas en ética han debatido sobre pagar voluntarios, esto sería un error. Llevaría a la percepción de que los científicos se están aprovechando de aquellos que necesitan dinero. Así, nadie debería participar.
Pero también debemos reconocer que, a diferencia de una donación de riñón, la participación en los ensayos de la vacuna covid-19 tampoco sería puramente altruista. A diferencia de los donantes de riñón, los voluntarios se beneficiarían de ser quizás el primero en sentirse a salvo de la enfermedad. También compartirán el beneficio colectivo acumulado de un retorno más amplio a una vida normal cuando más de nosotros tengamos la libertad de movernos, hacer nuestro trabajo y encontrar amor y compañía.
“Especialistas en ética critican el pagar a voluntarios. Sería un error que aquellos que pasan por necesidades se sometan por dinero”.
Siempre existe la posibilidad de que algo impredecible pueda salir mal, y eso podría conducir a una crisis de relaciones públicas que podría descarrilar la investigación de vacunas.
Pero las malas relaciones públicas podrían ser peores si algo le sucediera a una joven inocente que a una persona como yo: considerablemente mayor, más informada, que sabía en lo que se estaba metiendo.