Hacer la lista de la compra, cocinar una tortilla con mondas de pepino o rehidratar las zanahorias estropeadas ayudan a combatir la crisis climática. Son acciones sencillas para evitar que la comida acabe en la basura que se recomiendan a la población en el marco del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, que se celebró esta semana.
Según el Fondo Mundial por la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), 2,500 millones de toneladas de alimentos acaban anualmente en la basura y con ellos todos los recursos invertidos en generarlos como agua, explotación de la tierra, energía o trabajo humano.
Además, su descomposición en los vertederos produce emisiones de metano, de ahí que luchar contra el desperdicio alimentario, responsable del 10% de las emisiones globales de gases de infecto invernadero, sea clave para combatir la crisis climática, según los datos ofrecidos por Too Good To Go.
Esta compañía, que lucha para evitarlo mediante una aplicación por la que sus 45 millones de usuarios compran a bajo coste los excedentes de productores, establecimientos de alimentación o restaurantes, presentó un estudio hecho en 15 países según el cual solo el 43% de la población es consciente del impacto medioambiental de este despilfarro y un 55% reconoce que lo practica regularmente.
“Cuando se habla de calentamiento global nos viene a la mente una imagen de vehículos, pero ninguna de alimentación. Cada vez se habla más de dietas vegetales y de proximidad, pero lo más grave es que más de un tercio de toda la comida se desperdicia mientras que 870 millones de personas no tienen un acceso seguro a la alimentación, y supone una pérdida de US$ 1.2 billones y un problema medioambiental”, indicó Helena Calvo, responsable de Proyectos de Concienciación de Too Goood To Go.
Pese a sus graves efectos en el planeta, no es muy difícil de evitar que los alimentos que compramos acaben en el contenedor: planificar la lista de la compra en función de las necesidades de cada hogar, no descartar productos por su estética, entender el etiquetado y las fechas de consumo, almacenar correctamente, creatividad en la cocina tirando de fondo de despensa y usar la tecnología como fuente de información.
Lo puso en práctica la cocinera española Pepa Muñoz (El Qüenco de Pepa, Madrid), una de las aliadas de Too Good To Go junto a cocineros de renombre internacional como Joan Roca, al frente del varias veces reconocido como Mejor Restaurante del Mundo El Celler de Can Roca (Girona, norte), que ofrecen recetas de aprovechamiento.
“Por educación y por valores, no se puede tirar la comida. Se debe enseñar en las escuelas y aplicar en las casas”, defendió Muñoz, colaboradora de la ONG World Central Kitchen, con la que el cocinero español afincado en Estados Unidos José Andrés alimenta a las víctimas de catástrofes en todo el mundo.
Para ello ofrece consejos como rehidratar verduras que se han estropeado en el fondo del cajón de la nevera simplemente metiéndolas en agua y dejándolas en el frigorífico. Espárragos, zanahorias, acelgas, espinacas o lechuga recuperan la turgencia.
Las mondas de verduras sirven no sólo para caldos que se pueden congelar, sino que recurriendo a la cocina de aprovechamiento, son la alegría de tortillas de huevo como la que le enseñó su abuela María: de cáscara de pepino hervidas durante diez minutos para quitarles el amargor.
El pan de ayer, tostado, se convierte en la base de una pizza con las verduras horneadas que no luzcan su mejor aspecto; un mango muy maduro se puede transformar en un puré que se acompaña con frutos rojos y yogur a punto de caducar y los restos de queso se pueden rallar y congelar.
Para Pepa Muñoz es fundamental dedicar tiempo a hacer la lista de la compra en función de las necesidades para no acabar llenando el carrito “a lo loco” y, antes de cocinar, “mirar en la despensa y la nevera y echarle imaginación”, dando toques de sabor con esas especias o semillas compradas en un alarde de cocinillas y nunca empleadas.
Organizar los cajones de la nevera, separar verduras y frutas, pelar solo la parte que se vaya a consumir “porque la piel sirve de protección en su almacenamiento en el frigorífico cubierta con papel film”, son también medidas útiles contra el desperdicio alimentario.
También hacer conservas, desde tomate frito a mermeladas, e incluso secar al sol. “No estamos descubriendo nada nuevo. La cocina tradicional siempre ha dado su sitio al aprovechamiento y es tan digna como cualquier otra”, recordó.