Tras la pandemia, la directora de teatro Mariana de Althaus tenía dos obras por lanzar. Una se canceló y la otra esperará uno o dos años. Para la dramaturga, el teatro digital no termina por dar sentido a su trabajo. Sin embargo, reconoce la oportunidad que tiene ahora de estudiar con profesores del extranjero a los cuales antes no habría poder acceder.
Ha presentado las obras “Fantasma” y “Teatro Inmune” durante la pandemia. ¿Qué tal ha sido la recepción?
Al principio, estaba reacia a hacer teatro online porque pensé que al público no le iba a interesar, pero fue increíble la recepción. Hay la necesidad de vivir algo que se parezca a la experiencia teatral.
¿Se pueden hacer los montajes rentables bajo esta plataforma?
Eso debería responderlo una productora. Desde mi experiencia, no lo parece. La cantidad de tiempo que se invierte no tiene mucho que ver con lo recibido. A nivel humano tampoco. Por eso, ya me cansé y no voy a hacerlo más hasta que abran las salas.
¿A qué se debe su cansancio?
Me gusta el evento en vivo, el convivir con personas que no conozco pero con las cuales me siento hermanada por alguien que está sobre el escenario.
¿Eso no se da en las obras virtuales?
No. Antes había una especie de intercambio. Ahora no nos podemos dejar influir por lo que le está pasando al público y eso me genera gran frustración. No le da sentido a mi trabajo.
Antes ha comentado cómo el teatro sale fortalecido después de cada crisis. ¿Esta vez será así?
Pensando en positivo, esta crisis generará una recomposición que necesitamos simbolizar a través del arte. El teatro no necesita mucho y puede transmitir bastante. Entonces, quizás contemos el próximo año con obras mucho más austeras, esenciales y que traten asuntos más urgentes y necesarios para el público.
¿Qué temas se necesitan para reconectar con la audiencia?
Algunos se verán tentados a poner las comedias más exitosas que no tienen pierde, pero al público no le va a llamar la atención solo eso. El entretenimiento es necesario porque necesitamos reír, pero también comprender y mirarnos para hacernos las grandes preguntas.
¿Entonces?
El espectador necesita que le ofrezca un espejo que le permita ordenar lo que le está pasando. La angustia, el miedo, la incertidumbre como persona y como país.
¿Cree que se revalorice el teatro pospandemia?
Los artistas somos los primeros en pagar y los últimos en ser considerados. Cuando inició la crisis sanitaria, los que teníamos el privilegio de poder conectarnos, soportamos el encierro gracias a las películas, las series, los libros y toda la cultura que se abrió gratuitamente. Sin embargo, esos creadores que le dieron sentido a lo que nos pasó ahora ya no importan. Así que no tengo buenos pronósticos en relación a eso.
¿Cuál es la tarea pendiente del Estado con el teatro?
Somos el país de Latinoamérica que menos inversión en cultura tiene. Tenemos el cine y teatro más desatendido de la región. Necesitamos ese espacio que permite a la población imaginar, crear identidad y autoestima.
¿El arte está todavía dividido socioeconómicamente?
Totalmente. Creo que el gran desafío es interconectarnos culturalmente. La Internet nos ha permitido llegar a distintos lugares. Ahora dicto talleres y tengo alumnos de distintas partes del Perú.
¿Los talleres son una fuente importante de ingresos ahora?
Sí, hay bastante demanda. La gente busca escribir mucho sobre lo que le está pasando. Es terapéutico.
En Corto
Perspectiva. “Incluso cuando se permita abrir las salas, algunas permanecerán cerradas porque los gastos son demasiado altos. Vamos a tener que trabajar con presupuestos mucho menores y espero que eso no influya en la calidad”, comenta Mariana de Althaus, quien espera que los teatros reinicien actividades con un aforo del 30%.