Redacción Gestión

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Un profesional se convierte en un experto en su campo cuando, previamente, ha elegido una carrera acorde a sus intereses, esto es, una especialidad que le guste y apasione. Ello se complementa con el continuo aprendizaje en ese campo, los mentores también cumplen un rol importante en este sentido.

El poder (como consecuencia de dominar el campo laboral) es el resultado de años de práctica, experiencia y experimentación. Para alcanzar dicho dominio no se requiere un mayor coeficiente intelectual, un talento natural superior, o la suerte de tener padres con la posibilidad de facilitar el acceso a las mejores universidades, de acuerdo a The Wall Street Journal.

1. Persiga lo que le gusta. Amar lo que uno hace es el paso más importante en el camino hacia la maestría. Si le apasiona su carrera, entonces tendrá un intenso deseo por aprender. La paciencia y disciplina no se quedarán atrás. La capacidad de resistencia emocional se desarrolla cuando la persona persigue aquello que ama. Solo así podrá atravesar una serie de contratiempos, problemas y obstáculos relacionados con su área.

Thomas Alva Edison, el célebre inventor estadounidense, creció en la pobreza y la mayor parte de su enseñanza la recibió de su madre en su propia casa. Su madre reconoció que el pequeño Thomas se sentía atraído por las ciencias y lo animó a perseguir sus intereses. Edison amaba resolver problemas, aunque le tomara meses de trabajo. Cuando comenzó a trabajar en su mayor invención —la luz eléctrica a gran escala—, ya había desarrollado tanta paciencia y persistencia que ni se inmutó por las hercúleas tareas que requería tal proeza.

2. Desarrollar la capacidad de atención. Cuando se presta la atención necesaria, el cerebro humano tiene la capacidad de descubrir aspectos interesantes sobre el tema en estudio. Aprender a concentrarse por completo es una habilidad que debe ser desarrollada a temprana edad.

De niño, a Charles Darwin le encantaba pasear por la naturaleza, observar y recolectar plantas y especímenes animales. Su padre se desesperaba por el futuro de Charles, que era un estudiante mediocre. Pero a los 21 años, al joven le ofrecieron un trabajo que cambiaría su vida: un empleo como naturalista ad honorem a bordo del HMS Beagle, un barco que daría la vuelta al mundo durante varios años. Así Charles se transformó en un observador y colector altamente cualificado. De manera insistente y través de esos ciclos de profunda concentración, Charles acumuló tanto conocimiento que su mente dio lugar a una nueva y radical teoría de la evolución, a la que consagraría el resto de su vida para desarrollarla.

3. Pensar en pequeño y en grande. Dedíquese a desarrollar su habilidad de profunda concentración. Observe, estudie y concéntrese tanto en las pequeñas como en las grandes implicancias de su trabajo. Así poseerá mayor control y conocimiento sobre su campo laboral.

De niño, tenía dos obsesiones: estudiar el interior de una pieza de electrónica, y observar la forma en que interactuaba con el usuario. A través de los años, eso se expandió lentamente hacia un mayor interés en el diseño de una pieza de tecnología y en cómo la tecnología encajaba en la cultura en general. Su mente se movía naturalmente en esas dos direcciones opuestas, el detalle minucioso y una gran visión de las tendencias. Eso se convirtió en su sello en su segunda etapa en Apple. Con el iPod o el iPhone, Jobs pensó cómo esas piezas de tecnología podían transformar el panorama cultural de los siguientes años, pero también se dedicó a los mínimos detalles de su diseño. Jobs estaba entonces en condiciones de lanzar productos que estuvieran tan bien hechos que nadie podría mejorarlos y que además estaban por encima del promedio.