Redacción Gestión

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Son las 6 p.m., la ruma de papeles se acumula en su escritorio y la presión por cumplir las tareas laborales le obligan a plantearse si debe terminar el trabajo en casa. ¿El problema? Baja eficiencia y una desbalance en la vida personal.

Para Marisa Aguirre, directora del programa de Competencias Directivas del PAD de la Universidad de Piura, los motivos que llevan a un trabajador a trasladar sus obligaciones fuera de la oficina pueden ir desde su baja competitividad hasta una recarga no comunicada, pasando por el típico retraso de las tareas por simple pereza.

"Hay de todo, pero esos problemas tienen solución. Incluso, hay gente que tiene un temperamento así", comenta la catedrática.

La soluciónEn cualquier caso, los supervisores deben estar al tanto de la situación y evitar que los profesionales se lleven el trabajo a sus casas, pues puede afectar su vida familiar.

"No le puede pasar desapercibido a un jefe que alguien se lleve el trabajo, porque es extraño. También porque saca información de la compañía", apunta Aguirre.

Así, el escenario ideal es conocer al subordinado para estar al tanto de sus necesidades y ajustar sus obligaciones laborales a su desempeño a lo largo de la jornada para evitar desfases.

"El jefe no tiene que ser un psicólogo, pero no le debería parecer raro que una trabajadora reciba una llamada de casa diciendo que su hijo tiene fiebre y debe ir a verlo", señala. "Lo que el trabajador quiere es que se le respeten sus derechos, que lo dejen tranquilo los fines de semana. Al fin, que su familia se reconozca como importante".