Steve Jobs predijo en los años 80 la importancia de los teléfonos móviles. En 2007, el diseñador jefe de Apple, Jonathan Ive, creó una forma accesible y ergonómica de desplegar una tecnología entonces tan pionera como la pantalla táctil. Hasta la fecha, Apple ha vendido más de 650 millones de iPhones.
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En 1852, el emperador de Francia, Napoleón III, encargó a Louis Vuitton que fabricara cajas de viaje para los miriñaques de su esposa. Debido al éxito, en 1854 fundó su propio taller parisino de fabricación de cajas de viaje y empaquetado de lujo.
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Estos tres ejemplos muestran la importancia que el diseño tiene en nuestras vidas. Pero hay muchos más. Desde la cámara Polaroid Land al walkman Sony, pasando por la botella de Coca-Cola, la chaise longue modelo LC4 de Le Corbusier o las gafas de aviador Ray-Ban.
Hasta ochenta ejemplos de diseños que se han convertido en auténticos iconos aparecen reflejados en Cuando el diseño es un arte (Lunwerg). El libro hace un repaso por esta disciplina desde finales del siglo XVIII cuando empieza a desarrollarse la profesión de diseñador hasta el XXI tanto con objetos cotidianos como otros más exclusivos.
Pero, ¿cuál es la clave de un buen diseño? Un diseño exitoso supone mucho más que estar de moda o ser funcional. Implica una comprensión inherente por parte de cada diseñador de los materiales y los procesos, y también una visión clara sobre cómo se empleará ese producto.
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