En un yate o una mansión, preocupados por sus bodegas o por qué ropa ponerse, los superricos viven un confinamiento dorado que suscita críticas y burlas en un momento en que millones de personas sufren la enfermedad o sus consecuencias económicas.
"Puesta de sol anoche... aislado en las Granadinas evitando el virus. Espero que todos estén a salvo", escribía el magnate estadounidense de los medios de comunicación David Geffen en Instagram a finales de marzo.
Junto a su mensaje, una foto de un enorme yate navegando en las tranquilas aguas de esas paradisíacas islas del Caribe.
Este comentario, que provocó un alud de críticas indignadas en las redes sociales, dice mucho sobre las desigualdades que el coronavirus pone aún más de manifiesto.
Mientras algunos publican imágenes dignas de revistas de viajes durante su confinamiento dorado, otros están encerrados en minúsculos espacios o como los empleados a menudo precarios de hospitales, transportes públicos o tiendas de alimentos, se exponen al virus para mantener abiertos los servicios esenciales.
Algunos se marcharon a casas de ensueño en el campo o al borde del mar en jets privados, hasta tal punto que la compañía PrivateFly vio dispararse las reservas de personas que querían salir de países de riesgo, según The Guardian.
Otros optan directamente por invertir en refugios subterráneos, como le dijo al Los Angeles Times la empresa texana Rising S Bunkers, cuyas líneas telefónicas no dejan de sonar.
Por US$ 8.35 millones, su modelo de refugio "Aristócrata" cuenta con gimnasio, sauna, piscina, jacuzzi, jardín subterráneo y garaje.
Bolsa de la aspiradora
Una vez elegido el lugar de confinamiento, los superricos deben gestionar su día a día, que a veces se convierten en un rompecabezas.
“Los ricos se enfrentan a un dilema: ponerse en cuarentena con el personal de servicio u ocuparse ellos mismos de las tareas domésticas”, afirmaba el diario de negocios estadounidense Wall Street Journal, el 16 de abril.
El artículo citaba el ejemplo del directivo de una compañía financiera de Nueva York que tuvo que llamar a su agencia de gestión de personal porque no lograba sacar la bolsa de su aspiradora.
"How to spend it", el suplemento semanal del Financial Times, se encarga de pensar en todos los "problemas" a los que se enfrentan sus lectores.
Está particularmente interesado en el renombrado comerciante de vinos londinense Berry Bros & Rudd, que ha vendido todos sus mejores vinos de Burdeos por 150 libras la botella.
"Cuando comenzó el confinamiento, descorché algunas de mis mejores botellas como si fuera el fin del mundo", dijo a la revista una persona confinada en el sur de Francia.
Algunos incluso aprovechan para renovar sus bodegas, como lo demuestra la actividad récord de Spiral Cellars en la elegante zona residencial de Wimbledon, en el sur de Londres.
La revista del Financial Times también pide a sus lectores que no descuiden su vestimenta, recomendando elegantes batas de Dolce & Gabanna o de la londinense Hamilton & Hare.
¿Menos multimillonarios?
Pese al confinamiento y la poca actividad, los multimillonarios se han seguido enriqueciendo, asegura el Institute for Policy Studies estadounidense.
Entre el 18 de marzo y el 10 de abril, la fortuna de los multimillonarios estadounidenses aumentó casi 10% hasta alcanzar US$ 282,000 millones, principalmente gracias al rebote bursátil de sus empresas, como Jeff Bezos, fundador de Amazon, o Elon Musk, a la cabeza del fabricante de coches eléctricos Tesla.
Algunos de ellos hacen donaciones, como el fundador de Twitter, Jack Dorsey, que dio US$ 1,000 millones para ayudar a combatir la pandemia, o Bezos, el hombre más rico del mundo, que aportó US$ 100 millones a los bancos de alimentos en Estados Unidos.
Pero Forbes afirma que la crisis está empezando a pasar factura y ya contribuyó a una disminución del número de multimillonarios en el mundo, que pasaron de ser 2,153 en el 2019 a 2,095 en el 2020.
La lista también incluye por primera vez a Eric Yuan, director general de la aplicación de videoconferencia estadounidense Zoom, muy popular durante el confinamiento.