En la feria de la joyería de Doha, en Catar, Noora Al Ansari causa sensación: esta empresaria local se mide con gigantes del lujo yendo a contracorriente en este conservador país del Golfo.
Su puesto en el Salón de la joyería y la relojería de la capital catarí compite con los grandes nombres del mundo de las joyas. Ansari despierta la curiosidad de los visitantes: desde que abrió su tienda, Papillon, esta diseñadora es la excepción al estar en contacto directo con los clientes, algo que no se ve todos los días en el riquísimo emirato.
“Cuando las mujeres me veían en la joyería (...) se preguntaban si era catarí”, confía a la AFP, en la feria, explicando que no es habitual ver a mujeres de la zona ocuparse directamente de su comercio y de sus clientes.
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“Cuando se enteran, me dicen: ‘estamos orgullosas de ti. Haces piezas muy bonitas’. Y eso me motiva”, asegura.
Cada vez más mujeres cataríes acceden al mercado de trabajo, pero aún son pocas las que se hacen un nombre como empresarias.
La feria, que dura una semana y concluye el sábado, refleja el nivel de opulencia de Catar, cuyas enormes reservas de gas lo han convertido en uno de los países más ricos del mundo.
Las inmediaciones del recinto son un ir y venir de coches de lujo. En el interior, se exhiben creaciones de las principales marcas mundiales de lujo como Cartier, Louis Vuitton y Bulgari valoradas en cifras millonarias.
Uno de los collares expuestos por Cartier, por ejemplo, cuesta 21 millones de dólares.
“Un honor”
Entre las ferias mundiales de joyería, esta “siempre está llena” del lado de los expositores, asegura Buthaina Al-Maslamani, representante de Qatar Business Events Corporation.
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Para Ansari, este evento, que en 2023 atrajo a 30.000 visitantes, es “como la gran boda catarí”, porque es muy esperada entre la sociedad de Doha, que ahorra para la ocasión.
Exejecutiva en el sector de la educación y la industria petrolera, diseñó su primer anillo solitario en 2008 y lanzó su negocio tres años más tarde.
En 2022, trasladó su tienda a uno de los centros comerciales más caros de Doha, junto con los nombres internacionales con los que compite en la feria.
“Me siento muy orgullosa, como mujer y como joyera, porque todos los nombres conocidos en Doha, todos los joyeros aquí, son hombres”, explica.
Sus clientes aprecian sus esfuerzos por explicar la joyería, explica, como la regla de las cuatro C de los diamantes: color, corte, claridad y carat.
Cuando Ansari entró en el negocio, solo había uno o dos diseñadores cataríes.
Hoy, hay al menos diez en la feria de Doha, asegura.
“Como marca local, estar entre los grandes nombres del mundo es un honor, por supuesto. Significa que nuestras joyas representan nuestros estilos locales y elevados estándares”.
Fuente: AFP