Tyler Cowen
Para vislumbrar el futuro de las criptomonedas, sigo probando diferentes herramientas de análisis. En esta ocasión, el concepto de relevancia es la focalización, es decir, la parte del sistema a la que los consumidores dirigen su atención. La focalización podría determinar si las criptomonedas marcan el comienzo de una era de desigualdad distópica o si la mayoría de sus beneficios recaen en la sociedad en general.
Todo esto suena bastante abstracto, así que consideremos un simple ejemplo del mundo de la música. Artistas famosos como los Beatles o Taylor Swift atraen la atención con sus propios nombres, es decir, se han convertido en centros de atención. También hay establecimientos o bares conocidos por ofrecer buena música. En este caso, el local es el centro de atención.
Así que la pregunta es la siguiente: Cuando la gente acude a las instituciones de criptomonedas, ¿le dará importancia al “innovador” o al “intermediario”? O, para seguir con la analogía con la industria musical, al artista o al local.
Un escenario es que los estadounidenses comunes simplemente encontrarán que las criptomonedas son demasiado confusas para negociarlas directamente. En lugar de elegir sus criptoactivos favoritos, inversionistas DeFi y proveedores de NFT, externalizarán sus decisiones a intermediarios conocidos. Imagínese que celebra un contrato de criptomonedas con una empresa con la que tiene una relación establecida, como una empresa de redes sociales, su banco o quizás su sindicato. El intermediario entregaría un “criptopaquete”, adaptado a las necesidades de un amplio segmento de clientes.
Esos corredores convencionales disfrutarían de economías de escala, debido a su reputación y a su capacidad para explotar los efectos de la red. Probablemente ofrecerían productos de menor riesgo y bien establecidos. Los consumidores podrían estar mejor, pero el mundo de las criptomonedas sería aburrido.
Muchas de sus ventajas serían captadas por estos intermediarios bien capitalizados. Otro escenario muy diferente: Los usuarios centran su atención en los propios criptoactivos, como bitcóin, ether o dogecóin. Ese tipo de enfoque de los usuarios significaría que muchas de las ganancias de los criptoactivos se acumulan para los primeros poseedores de los mismos. Los intermediarios (por ejemplo, Coinbase) pueden obtener una rentabilidad, pero el verdadero valor de la marca lo tendría el propio criptoactivo.
Gran parte del mundo criptográfico actual se ve así, aunque puede que no dure a medida que las aplicaciones y el uso de las criptomonedas se amplíen.
Otro escenario más: ¿Qué pasaría si la atención de los consumidores se centrara en los criptoinnovadores, que en este caso serían análogos a los artistas musicales más conocidos? Una persona puede pensar “me gustan las opciones de DeFi en Uniswap”, mientras que otra puede decir, “voy a usar los mercados de predicción en Hedgehog”. En este escenario hay relativamente poca intermediación y una fuerte competencia por la atención del consumidor. Por lo tanto, la mayor parte de las ganancias de la competencia recaen en los usuarios.
Los clientes usarían, poseerían o invertirían en criptomonedas de diversas formas, al igual que escuchan música en LP, CD, MP3 y servicios de streaming. Y de la misma manera que la gente comparte sus listas de reproducción, los usuarios de criptoactivos podrían emitir sus propios tokens (monedas) si lo desean, o servir como sus propios bancos en el sentido de tomar sus propias decisiones de préstamos y ejecutarlas de forma autónoma.
No sé si la gente está dispuesta a todo este trabajo (¿o es divertido?). Pero, en mi opinión, este es el mejor escenario posible, y el más ambicioso desde el punto de vista tecnológico. Curiosamente, la capacidad radical de desintermediación de las criptomonedas, si se extiende hasta su conclusión lógica, podría provocar una igualación radical del poder que haría bajar los precios y los valores de los criptoactivos, empresas y plataformas actualmente bien establecidas.