La batalla campal entre hinchas del Querétaro y Atlas en el fútbol mexicano, que dejó 26 heridos y cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo el sábado, puso el dedo en la llaga en una herida que se ha vuelto constante en los estadios de América Latina.
En vez de cánticos, goles y celebraciones, la fiesta del fútbol se ha visto empañada por la violencia. Las agresiones no parecen cesar dentro y en los alrededores de los estadios del continente.
El pasado sábado, en imágenes que se hicieron virales, el mundo del deporte vio horrorizado la invasión de la cancha por parte de los aficionados de los equipos Querétaro y Atlas, durante la novena jornada del torneo Clausura del fútbol mexicano.
La pelea entre hinchas de ambos equipos, iniciada en las gradas, fue a parar al terreno de juego y provocó que los futbolistas se refugiaran en los vestuarios y el árbitro diera por terminado el encuentro.
El gobernador del estado, Mauricio Kuri, indicó que fueron hospitalizadas 26 personas, 24 hombres y dos mujeres.
“Es una tragedia porque, aunque no hay muertos, no podemos decir que no es una tragedia y no podemos permitir que se politice”, dijo el mandatario estatal.
Brasil también sufre
Y cuando se creía que después de lo de México, el resto de países en América tendría una jornada de fútbol tranquila, en Brasil, una pelea entre hinchas del Atlético Mineiro y del Cruzeiro dejó este domingo al menos un muerto y un herido de bala horas antes del derbi que disputaban los dos principales clubes de Belo Horizonte.
Según la Policía Militarizada del estado de Minas Gerais, cerca de 50 hinchas de ambos clubes protagonizaron una gresca premeditada y organizada a través de las redes sociales.
Durante la pelea, un aficionado del Cruzeiro, de 25 años, fue tiroteado en el abdomen e ingresado en un hospital, donde llegó a pasar por una cirugía de emergencia, pero no resistió la gravedad de las heridas y falleció.
El enfrentamiento también dejó otro hombre, un motociclista que transitaba por el lugar a la hora de la riña, herido de bala, aunque sin riesgo de muerte, señalaron las autoridades.
Y este no es el único episodio de violencia registrado en el fútbol de Brasil recientemente.
El pasado 24 de febrero dos jugadores del Bahía resultaron heridos después de que un artefacto explosivo fuera lanzado contra el autobús del equipo en su camino al estadio Arena Fonte Nova, en Salvador.
Una semana después un grupo de aficionados del Paraná invadió la cancha de Vila Capanema, en Curitiba, a cinco minutos del final del partido contra el Uniao de Francisco Beltrao, que perdían por 1-3, con la intención de agredir a los jugadores de su equipo, que reaccionaron rápido y pudieron resguardarse en los vestuarios.
En otra situación violenta reciente, el autobús del Gremio fue apedreado por hinchas de Internacional, su máximo rival de Porto Alegre, dejando varios jugadores del plantel heridos, entre ellos el paraguayo Mathías Villasanti y el colombiano Jaminton Campaz.
Amenazas a los árbitros en Uruguay
En Uruguay fue suspendida este sábado la quinta fecha del Torneo Apertura tras las amenazas recibidas por los árbitros durante los partidos entre el Nacional-Torque y Peñarol-Danubio.
La Asociación Uruguaya de Árbitros de Fútbol (AUDAF) tomó la decisión luego de una reunión en la que por consenso se llegó a esta instancia.
“AUDAF no admite ni admitirá ningún tipo de declaraciones, amenazas ni agresiones que involucren a nuestros asociados o nuestra actividad”, añade el documento.
La liga de Panamá no es ajena
La violencia, incluso, se ha extendido a ligas de países con menor tradición en el fútbol como Panamá.
El pasado 24 de febrero el Comité Disciplinario de la Liga Panameña de Fútbol dictaminó las sanciones a los clubes Tauro y Plaza Amador luego de que sus barras protagonizaron una trifulca, en donde resultó herida una persona.
Reacciones del fútbol mundial
Ante la espiral de eventos violentos en los campos del fútbol latinoamericano, el presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), Alejandro Domínguez, manifestó su rechazo.
“Extendemos nuestra solidaridad al fútbol mexicano y nuestras condolencias por las víctimas del enfrentamiento de las tribunas. El fútbol es sinónimo de paz, unidad y tolerancia. No permitamos que la violencia destruya este hermoso deporte”, dijo el dirigente en su cuenta de Twitter.
La FIFA también se declaró “consternada por el trágico incidente ocurrido en el estadio La Corregidora de la ciudad de Querétaro durante el partido entre Querétaro y Atlas” y agregó que “los actos de violencia en el estadio La Corregidora son inaceptables e intolerables”.
Y con los ojos del fútbol puestos en ellos, el presidente de la liga mexicana de balompié, Mikel Arriola, anunció que en los partidos del campeonato ya no se permitirá la entrada a los estadios de las barras de los equipos visitantes.
Arriola también mencionó que mientras se desarrollan las investigaciones la plaza de Querétaro quedó inhabilitada.
Hace solo una semana, el delantero del Corinthians Willian Borges, le pidió a las autoridades brasileñas actuar contra la violencia en el fútbol.
“Espero que las autoridades puedan, de una vez por todas, hacer lo que tienen que hacer. Nosotros entramos en el campo, hacemos lo que podemos, pero ese tipo de situaciones no conseguimos controlarlas”, dijo el extremo brasileño en un video compartido en sus redes sociales.
Borges, de 33 años, denunció que la violencia en el fútbol es un “asunto muy grave” que todavía hoy “muchas personas ven como algo normal” y se quejó de la falta de contundencia a la hora de castigar a los infractores.
“No les pasa nada. Continúan haciendo, haciendo, haciendo y el fútbol brasileño lo tolera, las autoridades toleran eso. Y si lo toleramos, no podemos reclamar. Eso tiene que parar”, expresó.
Violencia sin consecuencias
Y así como Borges denuncia que las autoridades en Brasil no actúan, un caso de la inoperancia de las autoridades fue la suspensión en octubre pasado de un partido de la liga colombiana entre América y Atlético Nacional, que ganaba por 2-0, y en el que los hinchas del rival ingresaron e invadieron la cancha para amenazar a los jugadores rojos que, ante su estupor, tuvieron que resguardarse en los camerinos.
Ni la barra, ni el club, ni el estadio sufrieron ningún tipo de castigo.