La primera vez que Jessica Butrich diseñó un par de zapatos fue por necesidad. “Quería vestirme de cierta manera y no encontraba el protagonista del look”, recuerda sobre aquel calzado de color verde limón con lazo negro de charol.

Han pasado casi 15 años desde que creó su marca homónima. La creativa de 34 años confiesa que una de las cosas que más extraña de sus inicios es atender al cliente. Sin embargo, estar al mando de la producción le permitirá competir con cualquier marca del mundo, señala.

¿Qué tan difícil ha sido construir una marca con identidad?

Lo hice desde el principio de una manera muy intuitiva. En esa época no sabía nada de lo que sé ahora en temas de marketing y posicionamiento.

¿Cuál ha sido el mayor aprendizaje en el camino?

Tener la consigna de no seguir la tendencia. Hay un montón de cosas que la gente quiere usar y un millón de marcas ya se lo ofrecen.

¿Cómo batalla con su espíritu creativo dentro de un negocio?

Mi lado artístico no se puede ver comprometido con mi lado empresarial. Lo segundo está muy presente en las estrategias, en cómo mostrar las colecciones, pero nunca dejo de hacer algo por pensar si se va a vender.

¿Ha sentido que se le han acabado las ideas?

Siento que me falta tiempo para hacerlas todas. Hacemos entre 8 y 12 colecciones y no más porque se acaba el año.

¿Cuál cree que es su vitrina de máxima exposición?

La tienda. Ahora tenemos una ‘flagship’ y la tienda online que lanzamos en setiembre del año pasado. Le ha ido muy bien. Estamos vendiendo en Lima, en provincias y al extranjero.

¿Cuál ha sido el sacrificio de la expansión de la marca?

Me gusta bastante atender al cliente, pero mientras más crece la marca menos posibilidad tengo de hacerlo porque se necesita más de mi tiempo en producción, en planeamiento.

¿Qué anécdota recuerda de esa relación con su cliente?

Cada vez que hacía un lanzamiento o evento, el zapato que tenía puesto se convertía en el más vendido.

¿Cree que es la mejor modelo de tus zapatos?

No sé si la mejor, pero nadie podría transmitir como yo lo que quiero decir con la marca.

Entonces, ¿cómo mantiene el vínculo con el cliente?

Es muy importante la mezcla del producto, el servicio y la experiencia. Mucha gente piensa en los dos primeros pero la experiencia es lo que redondea todo.

Eso se ofrece en la tienda...

Tuvimos la idea de hacer un lugar que no hay en Lima. Que sientas que pasas la puerta y te transportas a un universo desconocido entre el olor, la música y el color.

¿Cómo se traslada esa experiencia a la tienda online?

Ese es el reto. Tratamos de que la venta sea lo más dinámica posible. Ofrecemos recomendaciones. Si compraste esto o si no te queda esto, prueba esto otro.

¿Y la entrega del producto?

Al hacer los envíos, el packaging es muy personalizado. Tratamos de poner detalles en la caja, sorpresas.

¿Qué decisión ha revolucionado el rumbo de su marca?

Tenemos una fábrica propia. Ha sido un cambio importante porque tengo más capacidad de comprometerme a exportar.

Entonces, está más pendiente de la producción...

También de manejar el control de calidad. Si antes mis locuras llegaban a nivel cien, ahora pueden llegar a mil. Hay oportunidad de hacer más colecciones y colaboraciones.

¿Es un diferencial?

Muchas de las marcas que veo como benchmark son producidas en Italia, España, Brasil. Hacen un diseño, aprueban la muestra y ya está. Pero tener las manos dentro de la producción es el lujo máximo.

¿Planea abrir una segunda tienda física?

No. Si la tuviese, no sería en Perú. Quizás este año o el próximo abramos una tienda o corner en otro país.

otrosí digo

Mercado. En el último año, Butrich ha exportado a Panamá, República Dominicana, Puerto Rico, Chile, EE.UU. y México. En mayo, la diseñadora estará en Estados Unidos junto a 19 diseñadoras latinoamericanas. “Estamos haciendo pocas cosas a la vez en un montón de lugares para dejar la semilla”, explica Butrich.

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