¿Alguna vez hemos analizado cuántas horas del día dedicamos a nuestro trabajo, a las tareas domésticas o a nuestro tiempo de ocio? ¿Existe alguna diferencia entre las mujeres y hombres dentro y fuera de nuestro hogar?
Estas dos preguntas deben de llevarnos a reflexionar si realmente la equidad comienza por casa o por la oficina. En caso de ser reales las diferencias entre la carga de trabajo entre hombres y mujeres, debemos preguntarnos nuevamente: ¿por qué existen tales diferencias? ¿Por qué notamos a nuestras colegas del trabajo agobiadas ante un cambio de reunión o que mantienen el micrófono apagado cuando están en una reunión virtual?
Según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL, el trabajo no remunerado es aquel trabajo que se realiza sin pago alguno y se desarrolla mayoritariamente en la esfera privada. Se mide cuantificando el tiempo que una persona dedica a trabajo para autoconsumo de bienes, labores domésticas y de cuidados por los que no percibe ningún ingreso.
El capítulo “Caracterización de la pobreza de tiempo en el Perú: ¿son las mujeres las más pobres?” del informe del CIES y la Universidad de Lima, realizado por los investigadores de la Universidad del Pacífico Arlette Beltrán, Pablo Lavado y Brenda Teruya, señala que las mujeres dedican 41 horas semanales al trabajo doméstico, mientras que los hombres solo 17. Sin embargo, los hombres invierten 48 horas al trabajo remunerado frente a las 32 horas dedicadas por las mujeres*.
No olvidemos que estos son promedios, la mujer rural trabaja en multitud de tareas como productora por cuenta propia (agricultura, alimentos, producción no agrícola), como trabajadora agrícola temporal, en el pequeño comercio, y en tareas domésticas y productivas (cuidado de la huerta, del ganado, etc.), todas ellas no remuneradas, lo que resulta “invisible” para las estadísticas, según la OIT.
El capítulo de Beltrán, Lavado y Teruya, en la colección de investigaciones “Género en el Perú: nuevos enfoques, miradas interdisciplinarias”, señala que la mujer está más expuesta a ser “pobre de tiempo”. El componente no observable para explicar la pobreza de tiempo de una mujer es que los roles culturales las cargan de otro tipo de actividades como las domésticas, privándolas de tiempo para educarse, para tener un descanso de calidad o para disfrutar de un espacio de ocio o deporte.
Una encuesta del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables e Ipsos Perú, realizada el 2019, reflejó un incrementó de 4.1 horas diarias que las mujeres dedicaban a las tareas del hogar, frente a las 3.6 horas de los hombres.
En conclusión, existe una gran carga de trabajo no remunerado que además se ha visto acentuada con la pandemia del coronavirus. ¿Cómo logramos desde el sector público y privado una equidad cuando la carga de labores domésticas recae desproporcionadamente en una integrante de la familia, quien debe continuar cumpliendo con su propio trabajo y a la vez asumir nuevas responsabilidades como hacer seguimiento en la educación virtual de los hijos?
Según Natalia Manso, docente de Pacífico Business School, la Comisión Interamericana de Mujeres reconoce varios efectos adversos para las mujeres en esta pandemia. “La más grave es el aumento de la violencia contra las mujeres debido a un mayor tiempo de convivencia con el agresor, y una debilitación del sistema de denuncias y protección por la merma de los efectivos policiales y los funcionarios dedicados a tal fin”, señala.
Sin embargo, la especialista afirma que existen otros efectos negativos como los derivados del hecho de que en América Latina 7 de cada 10 trabajadores de sectores de alto riesgo de contagio como salud o comercio, tanto formal como informal, son mujeres.
Otras consecuencias son el mencionado aumento del trabajo en el hogar, principalmente debido al cierre de guarderías y colegios, las restricciones al acceso a servicios de salud reproductiva o el impacto del cuidado de los familiares enfermos.
“No nos olvidemos además de las mujeres migrantes, refugiadas o desplazadas, son en estos momentos especialmente vulnerables por no tener en su mayoría acceso a una adecuada cobertura de salud y servicios sociales”, señala Manso.
En el informe “Buscando la igualdad de Género. Una batalla cuesta arriba” de la OCDE, se identificaron tres problemas claves que impiden lograr la igualdad de género: la violencia contra la mujer, la brecha salarial y la desigual participación en el trabajo no remunerado.
Por esta razón, brindan las siguientes recomendaciones para que desde las empresas se pueda optimizar el tiempo y lograr una mejora en la calidad de vida de las mujeres:
· Introducir políticas específicas para cerrar la brecha salarial de género. La transparencia en los criterios de remuneración es clave; cada día se exige más a las empresas que analicen las brechas salariales y den a conocer los resultados. De hecho, en 2019 se publicó en el Perú la ley N° 30709, ley que prohíbe la discriminación remunerativa entre varones y mujeres, y su correspondiente reglamento.
· Dar acceso un sistema de cuidados y educación para la primera infancia, universal y accesible, es vital para la igualdad de género, ya que ayuda a que madres y padres trabajen cuando los hijos son pequeños, además de otros incentivos brindados por otros países como una licencia por paternidad de al menos de dos meses u opciones de trabajo a tiempo parcial.
· Promover la contratación pública para apoyar a las emprendedoras y mejorar el acceso de las mujeres a capital semilla, a financiamiento bancario y garantías crediticias. La capacitación empresarial, los programas de asesoría, los talleres, la orientación empresarial y el apoyo en la creación de redes empresariales también han demostrado ser prometedores.
· Redoblar los esfuerzos de los gobiernos mediante campañas ininterrumpidas de sensibilización, supervisión de políticas encaminadas a la copaternidad, una mayor inversión pública en la red de servicios de cuidados y la introducción y expansión de medidas legales que garanticen igualdad de derechos.
* Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2010 (Instituto Nacional de Estadística e Informática)