En redes. Llosa cuenta con 158 mil seguidores en Instagram y 76 mil en Facebook. (Foto: Difusión)
En redes. Llosa cuenta con 158 mil seguidores en Instagram y 76 mil en Facebook. (Foto: Difusión)

Ximena Llosa ama muchas cosas más además de la cocina. Le encantaba la publicidad, la biología marina e incluso alguna vez soñó con dirigir películas. Finalmente se animó por estudiar hotelería. Y fue recién cuando trabajó en el restaurante Astrid & Gastón, durante las horas que pasaban inventando recetas, que comprobó que la gastronomía era el camino correcto.

¿Cómo se convirtió en influencer?

Me casé y viví en varios países. Trabajé dando clases de cocina, haciendo catering y enseñando. Luego entré a televisión. Estando en Chile vi cómo en las redes sociales se empezaba a promocionar productos. Allí una marca también me buscó para hacerlo. Pero no me gusta llamarme “influencer”.

¿Por qué?

Algunas personas inician en redes sociales para volverse influencers. Pero a mí no me gusta ni el nombre porque no inventé mi Instagram para hacerlo un medio publicitario. Al contrario, mi primer trabajo es la cocina y compartir recetas.

Pero las marcas se interesan en usted...

Como consecuencia de que les gusta mi perfil. Pero no recomiendo cualquier cosa. A muchos influencers no les importa, pero en mi caso tengo una responsabilidad grande. Por eso soy muy selectiva. Más son las veces que digo “no gracias”, por más que sean gratis.

¿Cómo elige lo que recomendará?

No recomiendo nada que no sea de buena calidad o que no esté en mi estilo de vida ni en mi cocina. Tengo una larga lista de marcas que no pienso promocionar en redes aunque me ofrezcan el oro y el moro.

¿Qué tipo de acuerdos tiene con las marcas que se acercan?

Con los emprendedores siempre es por colaboración, jamás les he cobrado un sol. Ya cuando es una marca grande y trabajo una campaña, sí hay un acuerdo económico. Pero realmente debo creer en el producto para recomendarlo.

¿Cuántas marcas le han propuesto trabajar con su imagen en la cuarentena?

No tengo un número. Sé que hay muchos que me contactan, pero como veo tantos mensajes, también pierdo muchos y los encuentro al mes. Intento también que no todos los días vean publicaciones con marcas.

Pero el flujo en redes ha aumentado...

Sí. Pero esto lo hago sola. No tengo un equipo ni un calendario de cuándo publico cada cosa, todo lo mío es orgánico.

¿La espontaneidad es parte de su marca?

Sí. En el programa no puedo hablar tanto por el tiempo, pero para eso están mis redes. Allí me ven sudada luego de hacer deporte, despeinada o sin maquillaje. No soy nada posera. Y la gente se relaciona conmigo porque soy una mamá, una esposa, una hija o una amiga. Uno crea ese vínculo con gente con la que te identificas. Eso hace que me sigan.

Durante la cuarentena muchos aprendieron a cocinar, ¿cómo impactará esto en los negocios del rubro?

No creo que todos digan: ¡Alabado sea el señor, finalmente hay delivery, no vuelvo a la cocina nunca más! Será más un ‘miti-miti’, porque amo cocinar pero algunos días también cuelgo el mandil y pido un pollo a la brasa.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Intento que podamos publicar un libro este año, pero por mientras mi Instagram es mi libro virtual. Cuando publico las recetas dejan de ser mías. Pero es lindo que cada persona las vuelva suyas con un pequeño cambio. En el futuro me encantaría tener un negocio de comida.