Las personas que trabajan con Sandra Plevisani lo hacen desde hace muchos años. ¿Tienen más paciencia ellos contigo o tú con ellos?, le pregunto a la repostera que es autora de 57 libros. “Es recíproco, supongo. No debe ser fácil aguantarme tampoco”, admite. Pero si alguien puede ser más exigente es su esposo Ugo, quien, según cuenta, hace poco la criticaba por unas almendras que no había tostado correctamente. “Te juro que lo he hecho, doble tostado, primero sin moler y luego molida”, le explicaba ella. Él no le creyó. Ella lo volvió a hacer. Es engreidora, dice.
Emprendimientos
Con él hace unos meses abrió Papagiani, un emprendimiento en el que él destila su amor por las pizzas y ella lo acompaña con una vitrina de postres que alista cada día a las siete de la mañana con delicias que promete no encontrará en otro lado por pertenecer solo a su familia, como los huevos a la nieve, las galletas sol y sombra o la mermelada de naranja de su suegra.
Como ese, Sandra Plevisani ha sido parte de la creación de varios restaurantes. Además tiene 17 años en la televisión, más de 10 años como aliada de Facusa y otros más con marcas como Alicorp y Volvo. ¿Que si algún proyecto no logra sacarlo adelante? “Algunos que tenía encaminado cuando Camila, mi hija, se enfermó tuve que detenerlos por tres años y otros no los he retomado”, cuenta la diseñadora gráfica que además de cocinar, disfruta tejer, bordar, pintar. La energía para hacerlo todo dice que proviene de la quinua. “Mi mamá nos la daba en el desayuno, almuerzo, lonche y cena. Decía que era el alimento más sano”, cuenta amena.
De hecho, para el próximo año Plevisani incluso planea retomar su negocio de tejido. “Mi chompa de trenza ha tenido tanta acogida que quiero hacerlo”. ¿Cuál es el secreto? Un producto perfecto y eso toma su tiempo. “Al principio las trenzas no coincidían una con la otra así que la deshice como cinco veces y empezaba de nuevo. Valió la pena porque ahora me la pongo full y me la quieren comprar”, recuerda Plevisani, quien puede amanecerse hasta las 5 de la mañana buscando la solución a lo que no le sale. “Sufro con eso”, señala la mujer que batalla porque alguna vez, por fin, le salga el soplado de azúcar.
En busca de la perfección
Un día entero usualmente lo dedica a prueba y error, aunque sus brownies melcochudos tardaron dos semanas. “La clave estaba en el molde. Encontré uno que se abre por los lados y quedan cuadrados perfectos”, narra entusiasmada sobre su batalla ganada.
Pero ¿es la búsqueda de la perfección lo que hace a Plevisani uno de los personajes con mayor trayectoria en la televisión? “Transmito lo que me gusta, saco todo del tazón porque no hay que desperdiciar, digo cómo es la receta sin secretos porque la verdad siempre prevalece”.
¿Ser honesto en redes sociales tiene un precio? “Me ha pasado contadas veces que las personas digan cosas con malicia. Me pasó con el keke para el sector C y D. Pero no voy a dejar que eso me afecte, no soy monedita de oro para que le guste a todo el mundo”, responde la repostera que dice ser igual que cualquier ama de casa. “Hago lo mismo, voy al supermercado, a la lavandería, echo gasolina a mi carro en un grifo igual que cualquier persona”.
Cree, por eso, que la transparencia es el valor que encuentran relevante las marcas que se asocian con ella, como la harina que usa todos los días o el primer carro que se compró. Y de los auspicios surgen también alumnas felices. “Hago sorteos en mis clases presenciales de tal forma que nadie se vaya con las manos vacías”, relata.
Detrás de su última publicación
El libro. “Las recetas de Navidad de Sandra” es fruto del hartazgo de Ugo Plevisani por tener siempre el típico pavo sobre la mesa. Y no puede haber caras largas en lo que es la época más feliz del año para su esposa. “Es una ilusión que todos mis hijos regresen a casa. Por eso me gusta mucho armar el árbol que tengo desde que me casé y al que todos los años le pongo un adorno nuevo”, cuenta.