Christian Mestanza
Los peruanos hemos pasado más de tres meses confinados en nuestras casas a causa del coronavirus. El encierro ha sido una medida drástica pero necesaria para cuidar nuestra salud física del virus; sin embargo, puede haber deteriorado nuestra salud mental.
Pasar de movernos libremente por doquier a permanecer recluidos en un solo lugar ha sido una experiencia abrumadora para muchas personas. Y peor aún si a esto le sumamos el miedo a salir a la calle y contagiarse o la ansiedad causada por el menoscabo de la economía.
En estas circunstancias, los psicólogos y psiquiatras están detectando un incremento significativo de malestares emocionales, por lo que recomiendan prestar atención a nuestra salud mental si es que queremos evitar un nuevo tipo de epidemia.
La población ya se encontraba vulnerable
“Se ha notado un aumento significativo de malestares emocionales, siendo los que más se han acrecentado el cambio en la calidad de sueño, el insomnio, los síntomas relacionados a la ansiedad, el miedo y la depresión, así como mayor irritabilidad, conflictividad entre parejas y problemas en la relación entre padres e hijos”, dice Vanessa Herrera, médica psiquiatra y docente de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH).
La especialista comenta que algunas personas están teniendo una sensación de falta de aire súbita y ahogo, lo que les hace pensar que podrían tener COVID-19 cuando en realidad se trata de un ataque de pánico.
“Es la angustia por el miedo a enfermar, por el miedo de contagiar a sus hijos o a la familia; lo que a su vez hace que no pueda dormir ni concentrarse y provoca un nerviosismo generalizado. Y como resultado de esto, las personas están hiperalertas”, comenta Herrera.
También se han incrementado los síntomas de depresión, que son altamente prevalentes en el país. Muchas personas durante el confinamiento se han sentido sin esperanza. Y si además perdieron el trabajo o a un ser querido, aquella se ha visto más afectada. Esto incrementa el riesgo suicida.
No obstante, la experta aclara que la población ya se encontraba vulnerable desde antes de la aparición del coronavirus. “La pandemia nos agarró en un contexto en el que uno de cada cinco peruanos ya venía sufriendo de un problema de salud mental, y donde ocho de cada 10 no accedían, por diferentes motivos, a un servicio de atención”, explica.
La terapeuta y docente de la UPCH comenta que en el país por mucho tiempo se ha creído que tener un problema de salud mental es sinónimo de locura, cuando realmente menos del 1% de los peruanos tienen un cuadro psicótico. Por el contrario, la salud mental es “esa forma de sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás, de sentirnos con energía, con motivación para seguir adelante, para tener un proyecto de vida”, acota.
Niños y adultos mayores
No todas las personas afrontan el encierro de igual manera. Los niños y los adultos mayores son dos grupos que no pueden ser desatendidos. Si bien, a diferencia de los adultos, los pequeños de la casa tienen mayor facilidad al expresar y liberar sus emociones, en una situación como esta necesitan sentir seguridad.
“Los niños ya nos han demostrado muchísima resiliencia en estos días. Sin embargo, los que tienen más riesgo son aquellos que se encuentran con adultos que no están pudiendo controlar sus conductas ni manejar sus emociones. Los adultos que están muy preocupados transmiten al niño el mensaje de que no hay quién los cuide”, comenta María Paz Sáenz, psicóloga clínica y docente de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).
Los niños que no sienten esa figura en casa son los más vulnerables a estresarse, a ponerse ansiosos o incluso a deprimirse. “Ahora estamos viendo que algunos están teniendo regresiones en su desarrollo: si ya habían adquirido una capacidad, regresan a lo anterior. Por ejemplo, si ya habían dejado el pañal, ahora vuelven a mojar la cama; si ya no usaban chupón, ahora vuelven a necesitarlo”.
Por otro lado, el mayor problema que enfrentan las personas de la tercera edad es la soledad, debido a que el número de visitas que reciben se ha reducido considerablemente a raíz de la cuarentena. La soledad puede llevarlos a la depresión y esta, a su vez, va a hacer que enfrenten de manera más dura otros problemas de salud que ya padecían, explica Sáenz. Por eso es importante nunca perder el contacto con ellos, para que no dejen de sentir compañía.
“Ya hay estudios importantes y bien marcados que dicen que lo que más necesitan los adultos mayores es estar totalmente insertos en una vida social activa. Quienes tienen mejor pronóstico de vida larga y saludable son los que se mantienen absolutamente activos, con trabajo y con una vida social plena”, puntualiza la psicóloga.
Recomendaciones para la nueva normalidad
El país comienza a reactivarse y paulatinamente todos vamos a tener que ir saliendo de casa, ¿cómo empezar a hacerlo?
Diana Díaz, psicóloga de la UPCH, aconseja respetar los tiempos de cada uno. “Hay que ir de a pocos. Después de haber estado tanto tiempo encerrados, salir y encontrarse con familiares y amigos de golpe puede ser agotador. Es necesario saber guardar las distancias y decidir con quién se quiere compartir, pero sin irse al extremo de no querer ver a nadie”.
Sáenz considera que el miedo al contagio no es algo de lo que tengamos que huir. “El miedo como regulador de conductas es muy positivo, hace [en este contexto] que tomemos en cuenta las medidas de seguridad que los especialistas de salud nos han dado”.
Finalmente, Herrera recomienda que tengamos 20 minutos diarios de meditación o de ejercicio físico para reducir el estrés. Además, dice que nunca debemos de dejar de estar conectados con las personas que nos importan: “Distancia social sí, pero nunca distancia emocional”.
Todas las especialistas consultadas aconsejan acudir con un profesional si notamos que nuestros sentimientos o emociones se nos escapan de las manos y no podemos controlarlos. También podemos llamar a la línea gratuita 113, opción 5, que el Ministerio de Salud habilitó para brindar apoyo y soporte emocional durante la cuarentena.