“Metió las manos en los bolsillos y fue más hombre que nunca”. Así empieza “Los inocentes” de Oswaldo Reynoso, libro de cuentos que irrumpió en la escena literaria a inicio de los sesenta.
Sus textos nos transportan a la Lima de los cincuenta, al interior de una pandilla de muchachos que juegan con los límites de seguir siendo niños o rendirse ante la adultez.
Con apenas cinco relatos y, dependiendo de la edición, unas cincuenta páginas, el texto escandalizó a la prensa nacional por su desenfadado retrato de la adolescencia y masculinidad, pero es el comentario de José María Arguedas sobre Reynoso el que ha sabido perdurar en el tiempo: “Es un narrador para un mundo nuevo”.
Más de sesenta años después de su publicación, los anhelos y aflicciones de sus cinco protagonistas continúan encontrando nuevos espacios.
Séptimo arte
Christopher Vásquez conoció a Oswaldo Reynoso en el 2012, después de invitarlo a un evento literario que organizaba en Barranco. Llegó vistiendo una casaca de cuero y conversó con los otros asistentes, que en su mayoría eran escritores jóvenes, como si fuese uno de ellos.
“Tenerlo allí fue como recibir a una verdadera estrella de rock”, recuerda. Años después, se enfrentaría al reto de coescribir el guion de “Los inocentes” junto a Germán Tejada, director de la adaptación cinematográfica.
“La vigencia del libro recae en que no retrata una época, sino una etapa: la pérdida de la inocencia. Podrán pasar los años y seguirán habiendo lectores que se puedan identificar con este momento”, sostiene Vásquez. El filme, a cargo de Señor Z y producido por Lorena Ugarteche, está en su etapa de posproducción.
El regreso a las tablas
Cuando Sammy Zamalloa leyó “Los inocentes” supo que quería llevar su historia al teatro. Lo más difícil de adaptar del libro fue, irónicamente, una de las características que lo había cautivado: las figuras literarias que utiliza el autor.
“La construcción de la identidad masculina se sostiene por pinceladas muy simbólicas, muy delicadas, y en el teatro debo hacer algunas cosas más materiales para que la historia funcione en un escenario”, comenta Zamalloa, que también dirige la obra. Este mes la obra vuelve a las tablas después de estrenarse en 2018 y recorrer festivales de teatro.
“La sobrina de Oswaldo, Rosa María Vásquez, vio la obra y me dijo que le encantó. Eso me dejó bastante tranquilo. Aunque no pudo verla él, Rosa cree que estuve a la altura de su inocencia”, concluye Zamalloa.
EL DATO
Escenarios. “Los inocentes” fue parte del XXI Festival Internacional de Teatro en Calles Abiertas (Fiteca) 2022 y Sammy Zamalloa considera que fue el mayor desafío al que se enfrentó el reparto. “Estábamos en medio de una losa deportiva y los primeros minutos sufrimos del abucheo del público. Nunca nos había pasado, pero cuando la audiencia empezó a rendirse ante la picardía de los personajes nos la metimos al bolsillo”, cuenta.