La mujer ha estado siempre inmersa en la ciencia, en todos sus niveles; no obstante, se ha mantenido –de algún modo– oculta tras las élites intelectuales dominadas por sus pares masculinos. El “techo de cristal” en la industria, reseñan desde El País, no es una impresión errada, sí una realidad concreta.
Menos del 30% de investigadores científicos en el mundo son mujeres, según las Naciones Unidas. A la falta de modelos a seguir se suman obstáculos para que su trabajo sea reconocido y la dificultad para conseguir financiación en sus proyectos.
De acuerdo a un estudio publicado en la revista médica “The Lancet”, los hombres tienen más probabilidades de recibir fondos para sus iniciativas científicas. La brecha de género se refleja también en el financiamiento de investigaciones.
El panorama local no es distinto. Si bien las mujeres han avanzado en el ámbito académico y profesional, apenas 29.2% de estudiantes en carreras de ciencia y tecnología son mujeres; apenas el 32% de egresados lo son. Al menos así lo señala un estudio de Centrum PUCP.
El reporte arroja asimismo que, en el caso de la docencia, solo 35% de mujeres la ejercen en universidades privadas y 26% en instituciones públicas. En tanto, en relación al campo de investigación, solo el 31.9% son mujeres. Es decir, hay 4.2 hombres por cada investigadora.
- Más que barreras sociales
Si bien hay mujeres que deciden seguir el camino de las ciencias, hay diversas barreras familiares, sociales y económico-laborales a las que deben hacerles frente.
Los estereotipos más frecuentes, según la investigación de carácter cualitativo, se refiere a su femineidad: se considera que la ciencia es una actividad de hombres y que las mujeres que dedican a esta adquieren una conducta masculina, por lo que se las percibe “emocionalmente frías, serias, poco sentimentales o interesadas en tener familia y baja vida social”.
Además, las mujeres están más sujetas a recibir comentarios sexistas, hostigamiento así como poco o nulo apoyo en su desarrollo profesional.
En efecto, entre las barreras educativas más frecuentes están “el uso de lenguaje sexista y la subestimación de sus capacidades”.
Por esto muchas universitarias consideran que no reciben las mismas oportunidades que sus pares varones en el ámbito laboral: dicen tener menos probabilidades de ser elegidas para liderar.
- Brechas en investigación
El escenario para las docentes e investigadoras no es distinto. Indican que se ven en necesidad de dictar en varias universidades para compensar el bajo nivel salarial de trabajar en una sola institución.
Pues encuentran evidentes diferencias salariales originadas sobre todo por la asignación de labores de menor responsabilidad. Brecha que surge también en el acceso a fondos de investigación.
También observan la preferencia de sus alumnos por docentes varones, la poca credibilidad en sus habilidades científicas, así como “violencia verbal ante políticas de igualdad de género”.
Pese a esto, muchas mujeres perciben también que nos encontramos en un proceso de cambio social y que hoy hay “más oportunidades”.
El dato
Sudamérica. Bolivia es el país donde las mujeres ocupan 63% de todos los cargos de investigación, según la Unesco. Además, en América Latina la participación de mujeres en ciencia supera a EE.UU y Europa.